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Reportaje:

Portugal Telecom se parapeta

La operadora se defiende de la OPA de Sonae mientras Telefónica vigila

Ramón Muñoz

Portugal Telecom está en una difícil encrucijada tras la Oferta Pública de Adquisición (OPA) lanzada por Sonae, el principal grupo industrial luso. La operadora quiere mantener su independencia y trata de defenderse con uñas y dientes de la OPA hostil del grupo de Belmiro Azevedo, el hombre más rico de Portugal, pero su arsenal es muy limitado.

Una prueba más de esas limitaciones han sido los últimos movimientos anunciados esta semana. A la espera de una contraoferta de algún caballero blanco que no acaba de llegar, la operadora ha decidido abrir sus graneros a los accionistas. La operadora va a repartirles el 58,43% que controla de su filial PT Multimedia (PTM), en la proporción de cuatro títulos de la participada por cada 25 títulos que posean del grupo.

El Gobierno portugués ni come ni deja comer. Desconfía de Sonae, pero no quiere que Vivo pase a manos de Telefónica

Además, pretende ganarse la confianza de los accionistas aumentando el dividendo para el período 2006 a 2008, de 3.000 a 3.500 millones de euros.

El presidente de PT, Enrique Granadeiro, se ha apresurado a asegurar que formalmente "no es una medida antiopa porque el reglamento no lo permite", aunque a continuación ha reconocido que tienen " el deber de presentar una alternativa si la OPA de Sonae no da valor a los activos".

Desde Sonae, se asegura que se trata simplemente de una maniobra que prueba la incapacidad de los gestores de PT para presentar una oferta más atractiva.

Lo peor es que ambas posturas tienen su parte de razón. La de PT, porque efectivamente la oferta del grupo que preside Belmiro de Azevedo, al no disponer de financiación, aumentará considerablemente los niveles de deuda de la propia operadora e implicará la venta de los principales activos internacionales claves, en particular, la brasileña Vivo, participada al 50% por Telefónica.

Por su parte, Sonae no deja de apelar a la lógica cuando rebate estas medidas asegurando que los accionistas no pueden decidir en base a una promesa de dividendo futuro y que si PT se desprende de su filial, consecuentemente valdrá menos y bajará su precio. Es decir, que las medidas anunciadas no dejan de ser una huida hacia adelante.

Ante esta situación, Telefónica, el principal accionista de PT con casi el 10%, aunque se mantiene neutral se frota las manos. Gane quien gane la batalla, el grupo español saldrá beneficiado. Si vence PT, porque precisará el apoyo de su mayor accionista, lo que aumentará su poder en el seno la operadora. Y si finalmente se lleva el gato al agua Sonae, porque se le abrirán las puertas para hacerse con el 100% de Vivo a buen precio, puesto que el grupo industrial va muy justo de efectivo.

Y, en medio, el Gobierno portugués, que ni come ni deja comer. Desconfía de Sonae, pero no quiere que la enseña de PT en Brasil pase a manos de la imperialista Telefónica.

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Sobre la firma

Ramón Muñoz
Es periodista de la sección de Economía, especializado en Telecomunicaciones y Transporte. Ha desarrollado su carrera en varios medios como Europa Press, El Mundo y ahora EL PAÍS. Es también autor del libro 'España, destino Tercer Mundo'.

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