Marruecos, ahí al lado
Durante siglos, Marruecos fue un país cerrado a los europeos. A principios del siglo XIX, un catalán, Domingo Badía, se hizo pasar por un sirio llamado Alí Bey y se fue a espiar por cuenta de Godoy lo que se cocía en el imperio jerifiano. En la práctica el espionaje no condujo a nada, pero Badía dejó un libro, Viajes por Marruecos, digno de lectura y mención. Uno de los mayores narradores españoles del siglo XX, Ramón J. Sender, andaba urdiendo una novela sobre Alí Bey cuando le sorprendió la muerte en 1982. Ahora que a Marruecos no nos impide viajar otra cosa que los prejuicios (en algunos, más poderosos que cualquier impedimento de índole física), se publica un libro, Quiero ser Alí Bey, de Pablo Ignacio de Dalmases, que propone un recorrido insólito por África comenzando por la que para nosotros es su puerta natural, nuestro vecino del sur. Tan cerca que podemos verlo sin catalejo, con una historia y unas costumbres que sólo la ignorancia nos permite considerar ajenas, Marruecos sigue siendo un mundo cautivador y sorprendente. No tanto como lo viera Charles de Foucauld, que lo visitó disfrazado de hebreo y también lo dejó escrito en su interesante (aunque a ratos ofensivo) Viaje a Marruecos. Y si se quiere penetrar en lo más recóndito, una última recomendación: Tras la puerta del patio, de Ursula Kingsmill Hart, una antropóloga norteamericana que convivió en su recinto doméstico con las mujeres del Rif (la agreste zona nororiental del país, donde los españoles guerrearon durante décadas) y lo supo contar con admirable viveza.
Está tan cerca que podemos verlo sin catalejo
Lorenzo Silva acaba de publicar En tierra extraña, en tierra propia: Anotaciones de viaje (La Esfera de los Libros). Novedades literarias: Quiero ser Alí Bey (Carena), Pablo Ignacio de Dalmases. Viajes por Marruecos (Ediciones B), Alí Bey. Viaje a Marruecos (Olañeta), Charles de Foucauld. Tras la puerta del patio (Ciudad Autónoma de Melilla), Ursula Kingsmill.
