_
_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Hasta siempre, anchoa

Abogan los autores por una gestión transfronteriza y global de los recursos del mar, que evite los errores que han llevado a la desaparición de especies por sobreexplotación

Las masivas intervenciones regionales, estatales y comunitarias destinadas a rejuvenecer la flota pesquera en esta última década habrán conseguido, sin duda, incrementar la eficiencia y capacidad del esfuerzo pesquero de las distintas flotas de bajura y altura. Sin embargo, este desbordante potencial extractivo junto con el incesante mercadeo de cuotas pesqueras nacionales en el ámbito de la Unión Europea no han contribuido sino a dilapidar unos recursos marinos que se asumían como eternamente inagotables. Y, cómo no, llegaron las malas noticias.

La desaparición de la anchoa de nuestro mar constituye otro síntoma más de la grave y decadente situación en la que están sumidos los recursos biológicos de la plataforma continental. En estos momentos, más que arrojar balones fuera y culpar de todo a las consecuencias del naufragio del Prestige, es necesario que realicemos un ejercicio de autocrítica.

¿Por qué no se tomaron las medidas oportunas cuando se conocía la fragilidad de la especie?
Se requieren esfuerzos globales para una gestión sensata de los recursos marinos

Cuando, desde el mismo sector pesquero hasta las más altas instancias europeas, existía al inicio de la campaña de la anchoa un conocimiento previo de la precariedad y fragilidad en la que se encontraba la especie, ¿porqué nos se tomaron las medidas oportunas? ¿Porqué se prefirió apostar a que nuestra mar nos salvaría una vez más de las disputas nacionales sobre las cuotas y privilegios pesqueros? Era, sin duda, más cómodo mandar a los barcos a faenar en vez de soportar la creciente presión de un sector en crisis.

Debemos ser conscientes de que realmente estamos aniquilando la gallina de los huevos de oro y, a menos que reaccionemos con contundencia, el bonito del Norte pasará a ser "del Sur", para, a continuación, desaparecer. Como lo hizo el besugo y lo hará el verdel.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Como continuemos pescando al máximo de nuestras posibilidades (ya que, "si no, lo harán nuestros vecinos"), vamos de cráneo. La recuperación de nuestro ecosistema marino requiere de una planificación transfronteriza y global.

Es de sobra conocida, y el último informe de Greenpeace no hace sino avalarlo, la labor destructiva ejercida por artes de pesca como las de arrastre. También nos resulta familiar la falta de discriminación de las redes de cerco actuales, donde entra absolutamente de todo y tienen un elevado porcentaje de desperdicio.

Tal y como lo manifiesta el presidente de la Federación de Cofradías de Guipúzcoa, Jaime Tejedor, las importaciones de pescado de otros están arrojando los precios por los suelos y amenazan con llevar a la ruina al conjunto del sector de bajura. Sin embargo, el cliente final, cuyo apetito por la proteína de pescado no ha hecho sino aumentar en los últimos años, está pagando cada vez más por ella. ¿Qué es lo que está ocurriendo en la cadena de intermediación?, ¿cuáles son los factores que generan este desequilibrio?

Las artes de pesca tradicionales, a pesar de ser garantes de la sostenibilidad de nuestro ecosistema marino, están cada vez más infravaloradas y desaparecerán irreversiblemente a menos que se tomen cartas en el asunto.

Debemos de dejar de pensar exclusivamente en clave de región o país. Todas estas amenazas requieren de esfuerzos globales que, permitiendo la subsistencia del sector pesquero y atajando la precariedad en la que se encuentra, contribuyan a una gestión sensata y racional de los recursos marinos.

Y mientras tanto, nuestro querido Cantábrico languidece sobre un lecho marino arrasado e inhóspito. ¿Hasta cuando lo vamos a permitir? O mejor dicho: Hasta siempre, anchoa.

Iñigo Agirre es coportavoz de Berdeak-European Greens; Jean Lissar es miembro de Les Verts du Pays Basque y consejero de la Región Aquitania; Michel Daverat es responsable de Océano de Les Verts Aquitaine y consejero de la región de Aquitania, e Ignacio González es portavoz de Los Verdes de Asturias.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_