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Una exposición y un libro recorren la intensa vida de Marilyn Monroe

Barcelona exhibe lujosas prendas y objetos de la estrella en el 80º aniversario de su nacimiento

Norma Jean Mortenson podría haber cumplido mañana 80 años.Pero una sobredosis de barbitúricos acabó con su turbulenta vida cuando apenas tenía 36. En aquel entonces, en 1962, ya era conocida y admirada en el mundo entero como Marilyn Monroe, el mito sexual del Hollywood de los cincuenta. Coincidiendo con el 80º aniversario de su nacimiento -en Los Ángeles, la misma ciudad donde murió-, el Palau Robert de Barcelona acoge una lujosa exposición dedicada a la rutilante estrella y RBA acaba de publicar el libro Marilyn íntima, que firma el periodista Víctor Fernández.

El visitante puede ver desde la primera foto de la actriz, de bebé, hasta la lápida de su tumba

El libro, profusamente ilustrado y con prólogo del historiador Paul Preston, que se reconoce "incondicional" de la protagonista de La tentación vive arriba (1955), es en realidad un oportuno complemento de la exposición, ya que, a través de las piezas que en ella se exhiben -pertenecientes en su totalidad a la Colección Maite Mínguez Ricart, considerada por los expertos una de las más importantes dedicadas a Marilyn Monroe-, el autor recorre la agitada existencia de la mítica actriz.

Desde su oscuro nacimiento -su madre, una modesta empleada de los estudios de Hollywood, Gladys Monroe, tuvo a la niña de padre desconocido, y la dio en adopción a las dos semanas-, documentado por la primera fotografía de la pequeña, apenas un bebé arropado con un mantón de lana, y su primera tacita de plata para agua, hasta el terrible ocaso, testimoniado por el cenicero de arcilla de su mesilla de noche, en el que Marilyn Monroe depositaba sus píldoras para dormir, y la segunda lápida de su tumba (se renueva cada 15 años).

Tan curiosa como la propia exposición, titulada Marilyn y el cine: una estrella sin Olimpo, es la de la historia de la colección de piezas que la integran. A los 15 años, Maite Mínguez Ricart y el que fue años después su marido, Lluís de Val, mitómanos y cinéfilos, empezaron a coleccionar artículos relacionados con el cine. A este mundo acabaron dedicándose profesionalmente -a través de su empresa, Manga Films-, lo que avivó aún más si cabe su afición. Hace unos 20 años comenzaron a participar en subastas y a frecuentar coleccionistas y, cuando consiguieron el glamouroso vestido beis que Marilyn Monroe lucía en Cómo casarse con un millonario (1953) -que adquirieron junto a una lámpara de Casablanca- decidieron centrar sus esfuerzos en recopilar pertenencias de la belleza rubia platino, a la que Truman Capote calificaba de "adorable criatura".

La gran subasta de vestidos y objetos de Marilyn Monroe organizada por Christie's en Nueva York en 1999 les sirvió para engrosar su fondo, que ha ido aumentando con sucesivas pujas y compras, entre ellas a la actriz Debbie Reynolds, coleccionista a su vez, y en la actualidad consta de más de 200 piezas, entre vestidos, zapatos y complementos, bisutería, cabellos, fotografías, documentos, agendas telefónicas y otras pertenencias de la actriz. Todos ellos, a buen recaudo en dependencias particulares, con certificado de autenticidad. Maite Mínguez Ricart, que se declara ferviente admiradora de Marilyn Monroe "desde pequeña", confiesa que, al contemplar las piezas de su colección, "a veces", tiene la sensación de "estar usurpando algo de su persona".

Tanto la exposición, que permanecerá abierta hasta el 3 de septiembre, como el libro de Víctor Fernández, se estructuran en apartados. En el titulado Álbum personal, el visitante y el lector puede contemplar fotografías de la artista, la mayoría de ellas inéditas, en cuyo reverso pueden leerse anotaciones escritas a mano. Entre ellas, la oficial de su primera boda, con Jim Dougherty -luego se casó con Joe DiMaggio y Arthur Miller-, y la de su tutora legal, Grace McKee Goddard, actriz frustrada y responsable de que Norma Jean Mortenson se dedicara al espectáculo. En Primeros suspiros, descubrimos objetos cotidianos de Marilyn Monroe, como uno de sus lápices de labios, conservado por Beebe Goddard, la mencionada tacita de bebé, peines, espejos, algunos cabellos castaños -ése era su color natural de pelo- guardados por su madre, y los primeros calendarios para los que posó. En En pantalla se exponen los vestidos. Desde el que lució en el western titulado A ticket to Tomahawk (1950) hasta los mucho más reconocibles de Cómo casarse con un millonario, Los caballeros las prefieren rubias (1953) y El príncipe y la corista (1957), película en la que compartió protagonismo con Laurence Olivier, que fue además el director. También se exhibe el archifamoso vestido blanco de La tentación vive arriba, cuya falda volando por el aire que sube desde una rejilla en la acera coronó a la actriz como sex symbol. Aunque en este caso se trata de una réplica del mismo diseñador, William Travilla.

Los coleccionistas, a quienes les gustaría exhibir permanentemente sus objetos, echan de menos dos, a los que no renuncian: el Globo de Oro que Monroe obtuvo en 1960 y el vestido que usó en 1962, en el cumpleaños de John F. Kennedy.

Una imagen de Marilyn Monroe perteneciente al libro <i>Marilyn íntima</i>, de Víctor Fernández.
Una imagen de Marilyn Monroe perteneciente al libro Marilyn íntima, de Víctor Fernández.
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