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Una instalación de Jean Michel Othoniel celebra la fantasía de Peggy Guggenheim

Un enorme collar de nueve metros de alto, construido con 120 perlas de vidrio de Murano cuelga desde este fin de semana en la fachada de la Colección Peggy Guggenheim sobre el Gran Canal veneciano. Delante de él, en el piso, dos esculturas de aluminio con perlas de vidrio. Y además, dos esculturas de vidrio penden de las ventanas del Palacio Venier dei Leoni, antigua residencia de Peggy. La instalación, obra del artista Jean Michel Othoniel (Saint Etienne, 1964), permanecerá hasta el 29 de mayo.

"He querido hacer un homenaje a Peggy, una mujer fantástica. Es cierto que era excéntrica, pero era maravillosa. En este mundo faltan personajes con una personalidad fuerte como la de Peggy, que construyó su vida alrededor del arte y los artistas", comenta Othoniel, mientras controla los últimos detalles de su instalación.

El gran collar recuerda la figura de aquella mujer, las esculturas en aluminio podrían ser los ojos de Peggy, y las esculturas que cuelgan de las ventanas, sus pendientes, explica. "Ella no tenía miedo de los artistas. Hoy, creo, los coleccionistas nos temen: prefieren no intimar mucho y dan prioridad sólo a la obra. Los coleccionistas compran una obra porque va de moda, pero no establecen una vida en común con los artistas. En cambio, Peggy amaba tanto a los artistas, que al final se convertían en sus amantes. Tenía una visión romántica del arte".

La metamorfosis de la materia es clave en la obra de Othoniel, catapultado al reconocimiento público en 1992, gracias a una serie de esculturas hechas en azufre para la IX edición de Documenta, en Kassel. En 1993 comienza a explorar las propiedades del vidrio y desde 1997 lo hace en colaboración con los maestros de Murano. Su instalación, al mismo tiempo es un homenaje a los sopladores de vidrio venecianos. "Su trabajo es único en el mundo, pero es un oficio que está desapareciendo, porque no tienen empleo. Llegan muchas piezas hechas en China. Lo peor de todo es que la gente las compra y no sabe distinguir la diferencia".

"Me atrae la idea de trabajar con artesanos, porque es poner tu cabeza a pensar con varios cuerpos". Y añade: "El vidrio es un material muy seductor, tienes que luchar contra él. El vidrio gusta, pero su fragilidad da miedo".

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