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Reportaje:

El tejano español cierra sus fábricas

Sáez Merino quiere abandonar la fabricación propia para centrarse en la comercialización

El toro de Lois se anunciará en otras plazas. Sáez Merino, propietario de las marcas Lois, Cimarron, Caroche y Caster, quiere darle la vuelta a su modelo de negocio. Inmerso en un proceso concursal, pretende abandonar la fabricación propia para centrar sus esfuerzos en la comercialización de los productos que diseñe y que subcontratará en el norte de África y Asia. El grupo perfila un impulso a la apertura de tiendas propias en España. Línea de trabajo junto a la que tratará de recuperar la fortaleza exportadora.

El grupo pretende encargar la producción fuera y apuesta por reactivar el plan de tiendas y aumentar la exportación

Tras más de medio siglo de tradición como negocio industrial, el grupo textil valenciano ha puesto sobre la mesa su intención de cerrar las cuatro fábricas productivas que aún tiene -Daimiel en Ciudad Real y Segorbe, Cheste y Benaguasil en la Comunidad Valenciana- para centrar sus esfuerzos en el diseño y la comercialización de sus cuatro marcas. Dentro de su argumentación, se muestra "incapaz" de competir en costes con los países emergentes, principalmente con China. Y por ello, el grupo que ya subcontrata pantalones en Marruecos y Túnez desde que redujo a la mitad su estructura industrial en el año 2004, prevé encargar ahora producto también en Asia para la próxima campaña.

El nuevo enfoque del negocio pasa por potenciar el lado comercial del mismo, y para ello se apoyará sobre dos grandes pilares: la apertura de tiendas propias y el crecimiento de las exportaciones. "Nuestro plan de crecimiento futuro se basa sobre todo en la exportación", explicaba esta semana un portavoz del grupo. Exportación que en los años de mayor facturación llegó a suponer el 60% de todas las ventas y que en el año pasado había bajado hasta el 44%. Y aunque la tradición muestra que Cimarron ha sido su principal embajador en el extranjero, para recuperar el terreno perdido el grupo ha decidido poner toda la carne en el asador, recurrir a su marca más emblemática: Lois.

Foco de atención

Sáez Merino tiene la vista puesta en Estados Unidos, mercado en el que está dando de momento sus primeros pasos. Japón, que junto a Francia y Bélgica ha sido tradicionalmente uno de sus principales puntos exteriores, será otro foco de atención. La dirección del grupo quiere reactivar este mercado y estudia la apertura de una oficina o algún paso similar que le permita estar más próximo al consumidor nipón. Tras Japón, el grupo textil quiere abordar Taiwan y China. El negocio valenciano también considera que en Europa hay terreno por delante en lo que a ventas se refiere.

Otra línea de trabajo sobre la que pivotará en los próximos años Sáez Merino se refiere a las tiendas. El grupo tardó en iniciar esta senda. Abrió su primer establecimiento de venta al público en Madrid en el año 2001 y aún no ha logrado cuajar la fórmula. Hasta entonces, las inversiones iban dirigidas principalmente al área industrial -Sáez Merino llegó a tener once centros de producción distribuidos en la Comunidad Valenciana, Castilla-La Mancha y Aragón con los que cubría todo el proceso industrial desde la fabricación de hilado de algodón a la confección en serie-, pero la empresa empezaba ya a pensar en la forma de potenciar su área comercial.

El primer gran intento de ampliar esta fórmula se produce en 2003, cuando se anuncia un plan a tres años para abrir 47 puntos de venta en distintas fórmulas (tienda propia, franquicias y outlets). El plan se empezó a poner en marcha, pero el inicio de las dificultades del grupo frenan su desarrollo. Sáez Merino tiene en la actualidad cuatro tiendas (tres en España y una en París) y tres outlets. Con todo, las ventas a través de puntos de venta propios apenas suponen alrededor del 2% de su facturación en la actualidad.

El grupo valenciano perfila ahora un nuevo intento en esta dirección que probará primero en el mercado español, y que basará en tiendas propias mono-marca de Lois y Cimarron. El número de aperturas está por cerrar y, en función del resultado, se planteará la ampliación del proyecto al extranjero, al resto de marcas del negocio y también a la fórmula de franquicia.

La dirección de Sáez Merino considera "necesario reactivar el plan de tiendas" y para su ubicación buscará puntos de tránsito comercial en las ciudades y no tanto zonas de moda como hasta la fecha. Sus responsables aseguran que el sector de la moda evoluciona en esta dirección aunque también puntualizan que no pretende recurrir a la fórmula de forma exclusiva. Sáez Merino vende producto, y tiene intención de continuar haciéndolo, a grandes almacenes y a tiendas del canal multimarca. Es, ahora, su principal canal de comercialización.

El anuncio del cierre de sus centros se produjo dentro del expediente de regulación de empleo que el grupo presentó en marzo ante el juez que supervisa el proceso concursal. El ajuste afecta inicialmente a 654 trabajadores de una plantilla que ronda las 913 personas. El expediente se ha admitido a trámite y está en fase de consultas. Dentro de las mismas, esta semana la empresa ha abierto la puerta a modificar el impacto del recorte de empleo. Un enunciado que debe concretar la semana próxima y que, sin reununciar al modelo hacia el que camina, podría llevarle a rebajar la decisión industrial. En el expediente presentado, el grupo proyecta que su fábrica de Benaguasil se convierta en la sede de un negocio no industrial.

La dirección defiende que el fuerte ajuste que ahora plantea se produce por su "resistencia" anterior a renunciar a la actividad industrial que ha caracterizado al grupo desde su creación. Considera también que el ajuste realizado en 2004 -cerró cuatro plantas y recortó 542 empleos- fue un esfuerzo insuficiente, situación acusada por la evolución del mercado en 2005, y subraya que el camino que proyecta ahora lo han seguido "muchos" en el sector antes que ellos. El plan pretende invertir la situación de pérdidas que arranca de 2004.

Oposición sindical

Sáez Merino argumentó el proceso concursal en la imposibilidad de atender algunos pagos a corto plazo, aunque aclaró que sus activos ascienden a 175,47 millones de euros mientras que su pasivo es de 65,8 millones de euros.

Los planes de Sáez Merino indignan a los sindicatos que se oponen frontalmente al cambio de modelo del grupo y consideran que no está justificada una decisión tan dramática. El secretario de Acción Sindical de FIA-UGT-PV, Ramón Morales defiende que el camino que ha elegido la empresa, en referencia a la presentación del concurso de acreedores en el juzgado de lo Mercantil, "no es el adecuado" y argumenta que el hecho de que el grupo tenga problemas de liquidez no implica que lo aproveche para cambiar su modelo de negocio. Morales rechaza de plano las pretensiones de la empresa y asegura que éstas no cuentan "con el apoyo de nadie". El sindicalista recuerda que el recorte de empleo que Sáez Merino empezó en 2004 con el despido de 542 trabajadores. Cifra que junto a los 654 que ahora plantea supone "la crisis más grande desde Altos Hornos del Mediterráneo".

El responsable de Acción Sindical de Fiteqa-CC OO-PV, Miguel Ángel Castelló, considera que el proyecto de Sáez Merino "rompe cualquier principio de responsabilidad civil que debe tener una empresa". El sindicalista valenciano opina que la empresa pretende ganar más dinero con la decisión tomada sobre el futuro de la producción y defiende también que la situación que vive el grupo obedece "a la mala gestión de la empresa" que ha llevado, pone como ejemplo, a tener que pagar grandes indemnizaciones a fichajes directivos que han acabado yéndose.

Los responsables sindicales coinciden en defender que el grupo Sáez Merino tiene todos los ingredientes de las recetas recomendadas desde todos los foros para hacer frente a la competencia de los países con menores costes laborales. Recetas que incluyen la apuesta por la marca y la moda, por tener una plantilla especializada y por el I+D+i.

Vicente Sáez Merino, propietario de las marcas Lois, Cimarrón, Caroche y Caster.
Vicente Sáez Merino, propietario de las marcas Lois, Cimarrón, Caroche y Caster.JESÚS CÍSCAR

Tejidos con regusto norteamericano

En España hay varias empresas especializadas en denim (tejido popularizado inicialmente en Estados Unidos y que se utiliza para fabricar ropa vaquera). El grupo valenciano Sáez Merino es uno de estos negocios. La empresa, que en a principios de los años cincuenta empezara fabricando ropa de trabajo, acabó buscando después un producto confeccionado vinculado a la moda.

Otro grupo vinculado a este tejido e Tavex, cuyos orígenes se remontan a mediados del siglo XIX y que en la década de los setenta del XX acabó enfocando su producción al tejido denim. La historia de Sáez Merino y de Tavex llega incluso a cruzarse en un punto de ambas trayectorias. El negocio que fundaran los dos hermanos Sáez Merino se divide en 1976 y supone la aparición de Sáez Merino, SA, y de Tycesa (Textiles y Confecciones Europeas, SA). Esta última acaba vendiendo, a principios de los años noventa, varias de sus fábricas a Tavex.

La firma textil vasca acaba de firmar un acuerdo de fusión estratégico e industrial con la brasileña Santista Textil. El acuerdo se concretará en los próximos meses. La firma brasileña aporta siete plantas de producción y Tavex añade cinco al acuerdo alcanzado (tiene tres en España, una en Marruecos y la quinta en México). El paso ha levantado preocupación, al menos en una parte de la plantilla española. De hecho, la representación sindical en Alginet -una de las dos plantas que tiene Tavex en la Comunidad Valenciana y donde trabajan 240 personas- ha expresado ya su temor en que la fusión conlleve la deslocalización de producción y la consecuente pérdida de empleos.

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