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Zapatero quiere cerrar una alianza con Polonia sobre políticas de inmigración y energía

El presidente apoyará la libre circulación de los trabajadores polacos a partir del 1 de mayo

El presidente José Luis Rodríguez Zapatero aborda hoy la tercera cumbre entre España y Polonia con el deseo de consolidar una alianza entre los dos mayores países tras los cuatro grandes de la UE, pese a las marcadas diferencias que separan a su Gabinete socialdemócrata del liberal-conservador que gobierna Varsovia. El consenso se rastrea en los temas de interés común, especialmente en las políticas de inmigración, donde Polonia sufre el acoso de países como Ucrania y Bielorrusia, y en el de la energía, que expresa la dependencia de los polacos de los suministros de Rusia.

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Los flujos de inmigración magrebí y subsahariana, o la relevancia insustituible del gas argelino para España, contribuyen a trazar imágenes paralelas de estos dos países. También acentúan sus perfiles competitivos, por ejemplo, por los recursos limitados que la UE destina al control de las fronteras exteriores.

Desde el ingreso de Polonia, Madrid y Varsovia se han esforzado, sin embargo, en coordinarse para poner evidencia la magnitud de sus problemas comunes y la necesidad de que la UE les dedique más medios. Lo lograron en buena medida durante la negociación de las perspectivas financieras para 2007-2013, defendiendo conjuntamente las políticas de solidaridad en lugar de enzarzarse por los fondos de cohesión.

Las bases de ese entendimiento fueron sentadas cuando gobernaba José María Aznar y el ex comunista Alexandr Kwasniewski presidía Polonia. Hoy, le toca a Zapatero consolidar el lazo con el primer ministro conservador Kazimierz Marcinkiewicz, afectado por una debilidad crónica, que podría forzar la convocatoria de elecciones anticipadas.

La cumbre de Granada será el primer contacto formal entre ambos gobiernos. "Las diferencias obvias que tenemos no están sobre la mesa. No las discutimos, hablamos de lo que nos interesa", según La Moncloa. La Constitución europea, que Polonia quiere revisar totalmente y España mantener a ser posible intacta, es una de esas grandes diferencias. Otras residen en Irak, donde los polacos acaban de prorrogar la presenciad de sus tropas, y en la relación con EE UU, que Varsovia ve como la mejor garantía de defensa frente a Rusia.

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Zapatero podrá esgrimir el apoyo prestado a Polonia para que ingrese este mes en el grupo de coordinación del control de las fronteras exteriores de la UE (G-6), integrado por España, Francia, Alemania, Reino Unido e Italia. El Gobierno polaco ha mostrado flexibilidad en la prórroga de la exención parcial del IVA que interesa a España.

El tema más sensible para Varsovia es, no obstante, la libre circulación de sus trabajadores, y ahí el Gobierno español se muestra decidido a hacer el gesto que le garantizará las simpatías polacas. La Comisión europea ha pedido a los Estados miembros que, en vista de que la adhesión no ha supuesto un incremento de la inmigración polaca hacia el resto de Europa, renuncien a los siete años del periodo transitorio negociado y acepten la libre circulación de estos trabajadores desde el próximo 1 de mayo.

España ha sido siempre partidaria de hacer esa concesión. Registra sólo 35.000 inmigrantes polacos, y la cifra está estancada. Pero en medios gubernamentales no daban por seguro anoche que el apoyo español sea anunciado hoy en Granada. Según las fuentes consultadas, la posición es clara y así será transmitida a las autoridades polacas, aunque el anuncio público, y las posibles restricciones de beneficios sociales que conlleve, pudieran quedar pendiente de otros contactos, por ejemplo, con Francia y Alemania, que sí temen a la inmigración polaca. Zapatero recibe el lunes, por ejemplo, al primer ministro francés, Dominique de Villepin.

En el campo energético, será inevitable que se hable de las OPA, pues también afectan a la industria de Polonia. Pero la atención se centrará en la propuesta polaca de un acuerdo de seguridad energética, por el que los países europeos se asistirán mutuamente en caso de un corte de suministro, como el que Rusia decretó contra Ucrania. Un último aspecto importante será el económico. El Gobierno quiere potenciar la presencia española en un país llamado a duplicar en pocos años su renta, y Polonia busca inversiones alternativas a la predominante alemana.

El comercio hispano polaco creció un 21,4% en 2004. Grandes empresas, como Gamesa, han conseguido contratos importantes y otras, como Ferrovial, el grupo Mondragón o Campofrío, están invirtiendo allí. Pero la inversión adolece de la escasa presencia en Polonia de la banca española, que hizo oídos sordos a los llamamientos para participar en las privatizaciones que se le hicieron en su día.

Kazimierz Marcinkiewicz repasa sus documentos en el avión mientras vuela hacia Granada.
Kazimierz Marcinkiewicz repasa sus documentos en el avión mientras vuela hacia Granada.EFE

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