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La lucha contra el racismo

El Barça sostiene que es necesario reformar la legislación

Àngels Piñol

Joan Laporta, presidente del Barça, tomó una determinación en cuánto asumió el cargo en 2003: no dar la menor tregua a los Boixos Nois, la peña radical que había vivido al amparo de José Luis Núñez y Joan Gaspart. Laporta impuso la tolerancia cero y, el primer Gamper que vivió desde el palco, denunció que no aceptaría el chantaje de los boixos: le pedían entradas y dinero. Desde entonces, el Barça empezó una cruzada hasta acabar prácticamente con el foco violento del Gol Norte. Los boixos se quedaron sin local, sin entradas ni dinero y Laporta soportó los insultos en el Camp Nou, fue amenazado y hasta su familia necesitó guardaespaldas. La policía al final desentrañó una trama que implicaba a fanáticos y ex empleados del club destinada a forzar la dimisión de Laporta.

No hay desde hace tiempo agresiones en el Camp Nou ni insultos al palco. Abanderado en la lucha contra el racismo y la violencia en el fútbol, el Barça recibe ahora elogios pero el sábado, en el editorial del diario gratuito que reparte en el Camp Nou, avisó de la dificultad que entraña combatir el fenómeno. "Las actitudes racistas son individuales y, por tanto, incontrolables. Ningún club está inmunizado. Es una lucha inacabable y no se puede afrontar en soledad. El esfuerzo tiene que generalizarse y todos los clubes comprometerse. No obstante, para que los progresos se consoliden hace falta un planteamiento global y empezar por reformar la legislación vigente", decía el texto.

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