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Hamás saldrá adelante

¿Está Hamás verdaderamente acosado, y acabará fracasando o frustrado su intento de gobernar a los palestinos durante los próximos cuatro años? La pregunta es razonable, pero la respuesta es "no".

Los motivos son varios. Desde todos los puntos de vista, palestino, israelí, regional e internacional, Hamás ha tenido la fortuna de lograr su victoria en unas circunstancias muy favorables. Los palestinos estaban hartos de una dirección corrupta y deseaban el cambio; estaban dispuestos a votar a quien fuera que pudiera librarles de la Autoridad Palestina (AP) encabezada por un corrupto Al Fatah. Los israelíes están en un periodo de transición caótico, en el que izquierda, derecha y centro tienen puesta la vista en las elecciones de marzo.

Estados Unidos está paralizado en Irak y, si su plan estratégico consistía en "librar dos guerras clásicas al mismo tiempo", nunca imaginó tener que lidiar con dos situaciones de caos como las de Irak y Palestina, en las que tanto está en juego. Ocupado en apagar las llamas y con todos los dedos quemados en Irak, puede hacer poca cosa contra Hamás.

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La región está cambiando, y en dirección opuesta a la preferida por Estados Unidos; lo irónico es que se trata de una reacción a la guerra de Irak, precisamente la que, en teoría, debía encaminar la zona hacia una nueva geopolítica favorable a los intereses estadounidenses. Un elemento importante de esta transformación ha sido el asombroso incremento de la influencia de Irán en la región. Irán, principal aliado de Hamás, sabe que Estados Unidos es muy consciente de que la suerte de sus soldados (y de toda su aventura) en Irak depende de los iraníes

Los chiíes iraquíes, que no sólo constituyen la mayor parte de la población sino que, además, son el mayor grupo con el que cuenta Estados Unidos en el país, apoyarían a Irán en caso de enfrentamiento contra los norteamericanos. A Irán le sería fácil movilizarlos contra la presencia estadounidense y empujar la situación iraquí a una fase nueva y sangrienta.

Siria y Hezbolá han llevado al extremo su apoyo a Hamás, por motivos internos y regionales. En Arabia Saudí, cuya relación con Hamás ha sido siempre cordial, aunque tácita, están muy preocupados por el alto perfil diplomático y retórico de Irán. Junto a Egipto y otros países árabes, los saudíes tratan de evitar que Hamás caiga en la esfera de los iraníes, y para ello le ofrece ayuda diplomática y económica.

También Turquía, con su Gobierno de islamistas moderados, siente que está en situación de desempeñar un papel regional, porque su clase dirigente comparta antecedentes con Hamás y por sus relaciones amistosas con Israel y Occidente.

En el ámbito internacional han aparecido grietas. La voluntad rusa de recibir a Hamás en Moscú fue un golpe considerable contra los intentos estadounidenses de arrinconar al Gobierno palestino. La decisión de Francia de dejar su puerta entreabierta también ha causado impacto. Y Hamás tendrá las cosas más fáciles en Asia, África y Latinoamérica.

Israel tiene pocas opciones. Dejar morir de hambre a los palestinos, a base de cortarles los fondos, hará que Hamás reciba más apoyos. Invadir la franja de Gaza y Cisjordania para intentar que caiga la Autoridad Palestina de Hamás extendería hasta el límite el frente militar -con soldados israelíes en las calles palestinas y, como consecuencia, una tercera intifada-, algo que Hamás tiene gran experiencia en utilizar.

El principal obstáculo de Hamás es Al Fatah, no Israel ni Estados Unidos. Al Fatah controla las fuerzas de seguridad, un aparato de múltiples cabezas que forma la espina dorsal de la AP. Por ahora, Hamás trata de convencer a Al Fatah para que entre en un Gobierno de unidad nacional. Si Al Fatah decide complicar la vida a Hamás, las consecuencias podrían ser terribles para el movimiento islamista, pero peores para la imagen del propio Al Fatah ante la opinión pública palestina.

Hamás puede sobrevivir a cualquier decisión drástica que tome Al Fatah, porque éste está dividido. Muchos dirigentes de Al Fatah se muestran reacios a participar en un intento de descomponer a Hamás porque parecería que se ponen de acuerdo con Israel y Estados Unidos. Y muchos miembros de medio y bajo rango de la organización sienten profunda simpatía por el movimiento.Uno de los resultados más sorprendentes de las elecciones es que la mitad de los miembros de las fuerzas de seguridad -que, en su inmensa mayoría, son afiliados o partidarios de Al Fatah- votó por Hamás.

Hamás tiene experiencia en aprovechar los huecos. Domesticarle sólo es posible mediante la política y el diálogo. Arrinconarle es una medida explosiva que serviría para radicalizar aún más al movimiento, como nos han enseñado los tratos con el islam político.

Khaled Hroub es autor de Hamas: political thought and practice y de The New Hamas. Traducción de M. L. Rodríguez Tapia.

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