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Ferrocarrils de la Generalitat elimina el tabaco de sus bares, pero el humo sigue en Metro y Renfe

Dos ciudadanos han denunciado la permisividad pero Salud no interviene

En Barcelona, aparte del tranvía, operan tres empresas ferroviarias. Las tres han reaccionado de forma diferente ante la reciente ley del tabaco. Ferrocarrils de la Generalitat notificó a los empresarios que explotan bares en sus instalaciones que la ley era clara y que no se podía fumar ni vender tabaco en ellos. Metro, Renfe y Adif (Renfe gestiona las estaciones de Cercanías, Adif, el resto) lo pidieron a los titulares de los bares de modo menos contundente. El resultado es que en la mayoría de éstos se sigue fumando e incluso vendiendo tabaco sin ninguna restricción.

Antonio Plasencia, director general del Departamento de Salud, de quien depende la vigilancia y sanción por el incumplimiento de la ley lo tiene claro: hay que ser prudentes, dice, porque fumar es una actividad muy arraigada entre la población. De modo que la aplicación de la ley debe hacerse con calma y buscando el entendimiento. Con los que la incumplen, claro. Los que no fuman deben aguantar. Antes porque estaba permitido y ahora porque no lo está.

Hay dos denuncias presentadas por otros tantos ciudadanos por ver vulnerados sus derechos en espacios del metro. Salud se ha limitado a enviarla a la Agencia de Salud y no ha hecho, de oficio, ni una sola inspección en ninguna estación de metro o de Renfe en casi dos meses.

La dirección de Metro y la de Renfe, así como Adif, intentaron convencer a quienes explotan un bar en sus instalaciones de que no se puede fumar. El Ministerio de Sanidad es taxativo al respecto y explica que la ley afecta por completo al metro, donde, de hecho, ni siquiera se podía fumar antes de la nueva legislación. En el caso de los trenes, la duda se plantea cuando el bar tiene entrada independiente desde la calle. Pero siempre es la empresa la que tiene la última palabra.

Cumple quien quiere

Renfe y Metro han notificado a quienes gestionan bares que no se puede fumar en ellos. Quien ha querido ha admitido la petición, la mayoría se la ha pasado por el forro y en los bares de ambas empresas se sigue fumando y vendiendo tabaco.

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Un paseo por una zona compartida por dos empresas ferroviarias resulta esclarecedor de la voluntad de una y de otra. En la plaza de Espanya de Barcelona coinciden Metro, las líneas 1 y 3, y Ferrocarrils de la Generalitat. El bar del metro está claramente detrás de la línea roja que señala que a partir de ese momento no se puede fumar. Se fuma. Y mucho. Y se tiran las colillas al suelo. Es casi una alfombra maloliente.

El bar que depende de Ferrocarrils exhibe el cartel de zona libre de humos. A veces hay alguien que se considera más allá de las normas y que fuma. Un grupo de chaquetas rojas están encargados de decirle que debe apagar el cigarrillo. Las personas que se ocupan de la vigilancia en la zona de metro, en cambio, aseguran que nadie les ha dado ninguna instrucción al respecto. La empresa dice que puso carteles y que los propietarios de los bares los quitan.

En el vestíbulo de plaza de Catalunya, también en Barcelona, de Cercanías, hay un bar donde se fuma y se vende tabaco. Renfe le ha comunicado que no puede permitir esa actividad. Pero los empleados de Renfe del servicio al cliente no tienen esa información y explican que en el bar se puede fumar sin problema alguno.

En la estación de Sants de la línea 1, el bar no es que esté pasada la línea roja que declara la zona sin humos, es que para llegar a él hay que pasar la barrera de pago. Para estar más dentro del metro tendría que estar en un vagón. Se fuma y se vende tabaco.

El gremio de restauradores proclama que tiene un informe jurídico que dice que la legislación es ambigua. La dirección de TMB, que el pasado 22 de febrero envió una segunda carta en la que recordaba la obligación de cumplir la ley, no ha visto ese informe y el suyo, avalado por Salud, dice que todo el metro es espacio sin humos. El responsable político del metro, el teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona, Xavier Casas, no ha encontrado tiempo para dar su opinión al respecto durante toda una semana.

Antonio Plasencia no cree que la pasividad de su departamento en las empresas públicas pueda servir como excusa para quienes quieran saltarse la ley en las empresas privadas.

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