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CRISIS EN LA BANCA ITALIANA

El gobernador del Banco de Italia cede a las presiones y presenta la dimisión

Antonio Fazio abandona el cargo vitalicio después de 12 años al frente de la institución

Enric González

El gobernador del Banco de Italia, Antonio Fazio, cedió ayer a las presiones del Gobierno, la oposición y las instituciones europeas, y renunció por fin al cargo. La dimisión se produjo días después de que la Fiscalía de Milán anunciara que le investigaba desde principios de septiembre como presunto autor de un delito sobre uso de información privilegiada de que disponía como coordinador y garante del sistema financiero. El adiós de Fazio, conocido a través de un comunicado de autoelogio emitido del Banco de Italia, fue saludado como una buena noticia por todas las fuerzas políticas.

Fazio anunció su esperada despedida el día antes de que el Gobierno celebrara un Consejo de Ministros extraordinario destinado a establecer nuevas reglas para el nombramiento del Banco de Italia. El cargo vitalicio, instituido para evitar interferencias políticas en la gestión del sistema financiero, demostró ser muy inapropiado en un caso como el planteado por su actuación: el gobernador se había desempeñado con un "nacionalismo" discutible frente a la inversión extranjera, había perdido toda credibilidad y se sospechaba que había cometido varios delitos, pero resultaba inamovible.

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Autoelogio

El comunicado señala que Fazio había tomado la decisión "de forma autónoma y con la conciencia tranquila, para devolver la serenidad al país y al Banco de Italia". Luego se recuerda que ha desempeñado desde 1960 su vida profesional en el Banco de Italia y sigue una larga serie de elogios: elaboró "el primer modelo econométrico en Italia, a la vanguardia internacional", creó "sistemas originales de análisis monetario", acabó con la inflación, consolidó el sistema bancario y fomentó la competencia.

En el último párrafo se dice: "Fue incesante su promoción de los intereses nacionales, en coherencia con los intereses europeos y en el respeto a la ley". Se trata de una referencia obvia a la crisis que desembocó en su renuncia, iniciada con las OPA del banco holandés ABN Amro sobre Banca Antonveneta y del español BBVA sobre Banca Nazionale del Lavoro. Para mantener la "italianidad" del sistema, Fazio recurrió a su banquero de confianza, Gianpiero Fiorani, consejero delegado de Banca Popolare Italiana (BPI), y a un grupo de especuladores inmobiliarios. Organizaron dos OPA alternativas a las de ABN Amro y BBVA. La primera, encabezada por Fiorani, se desvaneció en cuanto el máximo dirigente de Popolare, hoy encarcelado, fue procesado por diversos delitos. La segunda, de la aseguradora Unipol, permanece aún con vida, aunque tanto el presidente de Unipol como su vicepresidente son investigados por supuesta manipulación del mercado y se abre la perspectiva de una reactivación de la OPA del BBVA. Fue muy significativo que ayer se dispararan en Bolsa los valores bancarios: los inversores prevén que, una vez desaparecido Fazio, se producirá un rápido desembarco extranjero en la banca italiana.

Fazio, de ideología democristiana, católico practicante y cercano al Opus Dei, fue durante años un héroe para los italianos. Asumió la máxima responsabilidad en el Banco de Italia en 1993, cuando el hasta entonces gobernador, Carlo Azeglio Ciampi, fue elegido presidente de la República, e hizo de la honestidad su bandera. Italia empezaba a emerger de las convulsiones de Tangentopolis y de las operaciones anticorrupción de los fiscales de Manos Limpias, tanto la Democracia Cristiana como el Partido Socialista habían sido borrados del mapa y, en plena crisis de confianza, el Banco de Italia parecía la única institución respetable. Todos los partidos consideraban a Fazio por encima de toda sospecha.

Freno a la banca extranjera

Afloraron algunas críticas a partir de 2000, cuando se comprobó que Fazio frenaba de forma sistemática los esfuerzos de los bancos europeos por establecerse en Italia. El gobernador argumentaba que las entidades nacionales no eran aún lo bastante fuertes para resistir la competencia y que los sectores estratégicos de la industria, controlados en gran parte por la banca, no debían caer en manos foráneas. El resultado era que los bancos italianos vivían en un sistema semiprotegido y cobraban las comisiones más altas del continente.

Las crisis fraudulentas de Cirio y Parmalat, que Fazio no fue capaz de anticipar pese a todas las evidencias, añadieron manchas a su prestigio. El principio del fin llegó con la filtración a la prensa de una conversación entre Fazio y Fiorani, grabada por la policía porque los teléfonos del banquero del BPI estaban ya intervenidos. El hecho de que Fazio quisiera anunciar personalmente a Fiorani, pasada la medianoche, la aprobación de su OPA sobre Antonveneta, resultaba inquietante. Una de las frases de Fiorani, "Tonino, tengo la piel de gallina, te daría un beso en la frente", sugería una complicidad inapropiada. Semanas más tarde se supo que Fazio recibía regalos de Fiorani. El sábado, en una declaración al juez realizada en una cárcel de Milán, confesó que sus maniobras habían sido realizadas "de acuerdo con Fazio". La situación se hizo insostenible.

Fazio llega a una reunión del BCE en Francfort, el pasado día 15.
Fazio llega a una reunión del BCE en Francfort, el pasado día 15.REUTERS

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