La herencia sueca de Garrincha
Martin Lindberg, nieto del legendario extremo y jugador en el juvenil del Halmstad, viaja a Brasil con su padre para conocer a la familia
Los padres adoptivos de Ulf Lindberg decidieron contarle todo a su hijo cuando cumplió los ocho años. Ulf fue concebido en un encuentro furtivo entre una camarera sueca y un jugador de fútbol extranjero. Su progenitora, con apenas 19 años y escasos recursos, no tuvo otra alternativa que darle en adopción. Le explicaron que era el único niño de tez morena en la pequeña ciudad sueca de Halmstad porque era muy parecido a su padre biológico.
Sus genes paternos también le dibujaron los ojos oscuros, la boca gruesa, la nariz chata y, principalmente, la piernas arqueadas. Ese futbolista era brasileño y se escapó de la concentración del equipo carioca del Botafogo, prendefuegos en portugués, para dejar la semilla de sus cromosomas en una gira por Suecia en mayo de 1959. Oficialmente, se llamaba Manoel dos Santos, pero el mundo le conocía por el nombre de un pájaro bobo y de canto bonito: Garrincha.
Ulf, progenitor de Martin, nació de un encuentro furtivo en 1959 entre el astro y una camarera
"Pelé, más completo. Mi padre, más fantástico", dice Ulf, reunido al fin con sus 10 hermanas
Sólo ahora, a los 46 años, Ulf se sintió seguro para afrontar al mito de su padre y visitar su tierra. Desembarcó la semana pasada por primera vez en Río de Janeiro con una prueba de ADN que certifica su origen y seguido por una cámara para contar la historia de Mané Garrincha en un documental. "Nunca le conocí" pero desde pequeño "sabía que era su hijo, aunque todavía no estaba preparado psicológicamente para venir a Brasil. Sabía que él era grande, pero sólo ahora me doy cuenta del tamaño de su grandeza", dice.
El hijo sueco de Garrincha camina estos días sobre los pasos de su padre. En su visita al mítico estadio de Maracaná, ante una foto de Garrincha junto a Pelé, sentenció, orgulloso, lo que muchos brasileños piensan: "Pelé fue más completo. Mi padre, más fantástico".
En el museo encontró recuerdos de su padre, campeón del mundo en Suecia en 1958 y Chile en 1962, cuando, según el legendario Didí, regateaba a los adversarios y los dejaba "con el culo en el suelo, en fila, disciplinadamente". Con la ayuda de un traductor, incluso entendió los versos del poeta Carlos Drummond de Andrade sobre su padre: "Si hay un Dios que regula al fútbol, este Dios es sobre todo irónico y farsante y Garrincha fue uno de sus delegados, imbuido para burlar a todos en los estadios".
Ulf vio también las imágenes de los miles de aficionados en el funeral de Garrincha en Maracaná, en 1983. Su padre murió, pobre y borracho, a los 50 años, víctima de su compulsión desenfrenada por el aguardiente, las amantes y la pelota. "Un ángel pornográfico". Así le definió el periodista brasileño Nelson Rodrigues.
Lo más emotivo para Ulf fue el encuentro con sus diez hermanas, hijas de distintas esposas y amantes de Garrincha. Toda la familia, 11 hijos vivos de los 14 reconocidos, hizo un homenaje a su padre en su tumba, el pasado fin de semana, en la ciudad de Pau Grande.
Ulf es el único hijo varón de Garrincha que ha sobrevivido. Los otros dos, Garrinchinha y Nenem, son también capítulos de la historia trágica del jugador brasileño y murieron en diferentes accidentes de circulación.
Ulf reconoce que no heredó el talento para el fútbol porque, a los diez años, descubrió que sufría "igual" que su padre problemas de artrosis en la rodillas: "Sentía mucho dolor para jugar". Así que se conforma con vender perritos calientes en su pueblo.
Ahora visita Brasil acompañado por su hijo Martín, de 16 años, único descendiente de Garrincha que sí juega al fútbol. Es medio centro en las categorías inferiores del Halmstad, un primera sueco. "Creo que Martín tiene mucho de mi padre y todo para ser su heredero en el fútbol", sueña.
Estos días, los aficionados brasileños descubrieron, no sin cierta desilusión, que los genes de la dinastía de Garrincha los puede haber heredado un chaval sueco, blanco, de cabellos largos, que maneja bien la pelota, pero que no tiene las piernas lisiadas, aunque mágicas, de su abuelo.
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