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Reportaje:

La burocracia, obstáculo de la misión humanitaria

Los 87 soldados españoles enviados a Pakistán siguen a la espera de permiso para viajar a la zona afectada por el terremoto

Francisco Peregil

Durante el invierno pasado en Cachemira muchas aldeas y carreteras quedaron sepultadas bajo un metro y medio de nieve. Si la nieve y el frío se unen en los próximos días al hambre, las enfermedades y el aislamiento que han sufrido las poblaciones en la zona tras el terremoto del 8 de octubre, aún podrán sumarse varios miles de muertos a los más de 50.000 que fallecieron con el seísmo, según auguran las organizaciones humanitarias. Las ayudas internacionales han de emprender una carrera contra reloj para salvar las vidas.

Pero a veces esa carrera se da de bruces con la burocracia y la desorganización.

Los 87 soldados españoles que bajo el mando de la OTAN llegaron la mañana del domingo a Pakistán, pasaron ayer una segunda noche en un hangar del aeropuerto de Lahore, a unos 500 kilómetros del epicentro del terremoto, sin poder hacer nada más que matar el tiempo esperando a que se les autorizara viajar a la zona. Cuando anochecía los soldados españoles supieron que se les autorizaba a viajar en un plazo de 24 horas hacia la zona afectada.

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Los soldados llevaban ya 48 horas sin salir nada más que a la puerta del hangar donde se encontraban recluidos. "Teníamos que llevar ya en Cachemira ese tiempo", comentaba un soldado. "En cuanto el avión aterrizó en Lahore, debería haber habido varios autobuses paquistaníes esperándonos para montarnos en ellos y partir hacia Cachemira".

El plan de la expedición española comenzó a torcerse cuando un día antes de salir desde la base militar de Torrejón las autoridades paquistaníes advirtieron de que no sería posible aterrizar en Islamabad porque el aeropuerto se encontraba saturado con toda la ayuda humanitaria que llegaba. Los españoles tuvieron que aterrizar en Lahore, ciudad que se encuentra a unas cuatro horas en coche de Islamabad. "Bueno, cuatro horas si viajas con un buen vehículo particular, pero si vas en un convoy con protección militar, entonces se pueden emplear hasta siete horas en llegar a Islamabad o Rawalpindi", indicaba un oficial.

Anoche, los militares ya pudieron instalar las literas en vez de dormir en el suelo como la primera noche. Para no aburrirse, unos jugaban con la play station, alguno leía, otros charlaban, varios veían alguna película en un DVD portátil... Y así, 48 horas desde que aterrizaron en Lahore. "Paciencia", aconsejaban los oficiales. Los mandos ordenaban a los soldados que se vistieran con mangas largas para no contraer la malaria. Los baños se atascaron durante varias horas porque no estaban diseñados para succionar papel higiénico. Por las pistas del aeropuerto paseaban a veces dos guardias varones con las manos entrelazadas, cosa que en ningún momento pareció escandalizar a la tropa española. Sin embargo, los oficiales paquistaníes indicaron que no debían permanecer las diez soldados españolas de la tropa en el mismo hangar que sus compañeros varones. Ya se iba a habilitar una sala para ellas cuando llegó un grupo de 28 militares franceses (con una sola mujer entre ellos) y todo quedó como estaba.

Mientras la expedición española procuraba no aburrirse, los periódicos paquistaníes abrían su primera página con las declaraciones de Ann Venemam, directora de UNICEF, quien advirtió de que el mundo debe tomar conciencia de la verdadera magnitud del terremoto de Pakistán y hacer más de lo que se ha hecho para salvar tantas vidas como sea posible antes de la llegada del invierno. La ayuda internacional hasta el momento asciende a 120 millones de dólares, cifra que queda lejos de los 550 millones que pedía la ONU.

A mitad de la tarde se supo que las autoridades paquistaníes autorizaban el desplazamiento de los primeros soldados hacia la zona afectada por el terremoto. "Puede ser que salgamos mañana", indicó el comandante José Ramón Pérez. En principio viajarán 36 soldados de la unidad de apoyo al despliegue, que son los encargados de preparar el campamento donde se irá alojando el resto. Viajarán en un autobús contratado a una empresa civil y harán noche en Rawalpindi

[a unas cuatro horas en automóvil de la zona afectada]". Con lo cual, no se prevé la llegada de los primeros españoles a Cachemira hasta el próximo miércoles. "Lo que no queremos es llegar allí y que pasen los días y la gente vea que no estamos haciendo nada. Eso es lo peor que nos puede suceder", comentó un oficial.

Soldados españoles montan literas en el hangar del aeropuerto de Lahore (Pakistán).
Soldados españoles montan literas en el hangar del aeropuerto de Lahore (Pakistán).EFE

"Un equipo de trabajo sólido"

En Lahore se encuentran 87 soldados españoles, la avanzadilla de los 370 que irán llegando a lo largo de las dos próximas semanas con la intención de abrir zanjas y caminos en Cachemira. El contingente forma parte de la operación de ayuda humanitaria que por vez primera en sus 46 años de historia ha emprendido la OTAN, para atender a las víctimas del terremoto que sufrió Pakistán el 8 de octubre.

Se espera la llegada de militares italianos y polacos hasta sumar los 814. El gasto de la operación, valorado en 14,5 millones de euros corre a cargo de España, que es el país que dirigirá la operación sobre el terreno. Algunos militares no ven con agrado que la OTAN se lleve la buena imagen de la ayuda internacional y corra solo con los gastos de la operación el país que se haya al mando de la misma sobre el terreno. En este caso, España. "Este tipo de operaciones deberían hacerse con más dinero y, desde luego, repartiendo el coste entre todos los países".

No obstante, ya que el Ejército español se embarcó en la operación, ahora se trata de presentar una imagen nítida y clara del trabajo que se puede hacer. Para eso, la intención del general Juan Antonio Bautís, al mando del contingente español, es emplazar a sus soldados en las cercanías de la ciudad de Bag, muy afectada por el terremoto y hacer que trabaje el mayor número de ellos en un solo objetivo concreto. "Mi intención, en principio, no es disgregar a nuestra gente en pequeños grupos, sino formar un equipo de trabajo sólido que se centre en un objetivo palpable".

Pero el objetivo, o sea, el trabajo que van a acometer los soldados españoles, italianos y polacos enviados por la OTAN, aún no está definido.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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