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Columna
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Barcas

Todo lo que presenta Félix de Cárdenas en sus exposiciones es de calidad. Siempre acierta; y la única justificación que se me ocurre es que sabe mucho. Lo primero que sabe es lo que quiere expresar; después sabe ver el detalle que se le antoja utilizar para expresarlo; y, por último sabe tanto de pintura, conoce tan bien las obras de los artistas que le han interesado, que es capaz de poner, quitar o dejar en su obra con una seguridad que siempre resulta eficiente; será más o menos atractivo para el público, pero siempre funciona.

En esta primera retrospectiva que expone en la Caja San Fernando, lo que más me ha impresionado son sus barcas sencillas, frágiles, siempre solas e inestables, apoyadas en un movimiento continuo, en un agua inquieta e imprevisible. Por eso cada una se defiende como puede: barcas negras escamoteadas en la oscuridad de la noche entre peligros invisibles de terror de Poe; o esperando desafiante al enemigo como Moby Dick; o desesperanzadas y entregadas a la negrura como Madame Bovary.

Si han resistido la noche, durante el día las barcas pierden el miedo y navegan dejándose llevar por la corriente, sin prisas y apaciblemente. Lo que ocurre en el fondo del cuadro es amable, si hay nubes son claras y si corre brisa mejor. El sol, el agua y el color son talismanes contra cualquier mal y provoca en el público el ensueño de dormitar un tiempo sin medida hacia ningún lugar.

El atardecer es venturoso, aunque esconde el ocaso, el desguace y el abandono. Los restos de una barca con una gran cabeza de pez aparece en primer plano tan estremecedora como misteriosa en su no dolor, y de una belleza sobrecogedora. Los rayos del último sol brillan las aristas contra las concavidades como un definir sin definición porque el dibujo sólo presenta lo preciso, pues así debe ser y así se fomenta la imaginación. Si durante la noche se pierden, en el atardecer se desmoronan.

Hay sonrisa, miedo, compasión, lamento y admiración. No se sabe muy bien lo que se ve, pero se comprende que es real como la vida misma.

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