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LITERATURA | UN PAÍS EN EBULLICIÓN

Los independientes buscan otras fronteras

Adriana Hidalgo, Alción, Argonauta, Beatriz Viterbo y Paradiso. Son sólo cinco nombres de la quincena (más o menos) de editoriales independientes que publican en Argentina. La cantidad es relevante, pero aún más lo es la solidez de sus respectivas programaciones, y su entusiasmo. Estos días sus responsables visitan Madrid para mostrar su trabajo en Liber (que se inicia la próxima semana), y confirman el buen momento que atraviesa la cultura argentina. El cine ha servido de locomotora, comentan. Las películas han cruzado las fronteras y han seducido a un público que ha vuelto a saber de aquel país, el de Borges y Cortázar, el del Martín Fierro.

Están las editoriales de los grandes grupos, y luego la labor de las independientes, que se sostiene en la hipótesis de que existe un gran margen de maniobra. Y ahí se vuelcan: para descubrir nuevos nombres, para recuperar los títulos dispersos de grandes figuras, para elaborar colecciones arriesgadas, para servir de plataforma a los estudios y los ensayos de más difícil circulación inmediata pero de vida más larga, para encontrarle un hueco a los clásicos, para rescatar alguna joya perdida.

Pero lo que hay detrás de ellos es la consistencia de la cultura argentina
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La voluntad de crear un fondo editorial con una personalidad propia, atento a los intereses de esos miles de lectores atípicos que no caen en los reclamos de la publicidad, y el desafío de encontrar su lugar en un mercado cada vez más competitivo marcan las dos grandes coordenadas por las que transitan estas editoriales.

Adriana Hidalgo, fundada en 1999, es la más joven de las cinco citadas: uno de sus últimos libros es del poeta Daniel Samoilovich, de larga obra ya e indudable reputación (dirige Diario de Poesía, una de las revistas que se ocupan con más seriedad e influencia de cuestiones líricas), va rescatando obras de Antonio di Benedetto o Leónidas Lamborghini, y publica a autores como Kerouac, Gombrowicz o Pavese, Agamben o Bloom, Auden, Brecht...

Adriana Viterbo y Paradiso empezaron casi al mismo tiempo, en 1991. Algunas de las novedades de la primera editorial son sintomáticas de su proyecto: Luciano Cescut, un joven narrador de Rosario, muestra en su novela Más extraño que la verdad la vitalidad de un lenguaje que, de alguna manera, lo emparenta a Manuel Puig. Luego está el clásico (y voluminoso) ensayo de Ezequiel Martínez Estrada sobre el Martín Fierro o el primer volumen de las obras completas de Norah Lange (escritora peculiar, hija de un ingeniero noruego, mujer de Oliverio Girondo). Paradiso, por su parte, acaba de rescatar una rareza: Discusión sobre el pecado, de Georges Bataille, que entra a formar parte de un catálogo donde destacan pensadores argentinos como Horacio González, David Viñas o Néstor Sánchez, y poetas como Fogwill, Leónidas Lamborghini o Andrés Ehrenhaus.

La historia de Argonauta viene de lejos: la fundó en los cincuenta el poeta Aldo Pellegrini y la refundó su hijo en Barcelona, en los ochenta. El nuevo proyecto respira surrealismo por los cuatro costados (Breton, Artaud...), pero entre sus libros hay mucho más: la traducción de Enrique Molina y Oliverio Girondo de Una temporada en el infierno, de Rimbaud, la poesía reunida de Rodolfo Alonso o la disparatada y original propuesta del poeta Gustavo Wojciechowski, llamado Maca, entre otros títulos.

Alción también empezó en los ochenta. Su territorio: las humanidades. Y varias colecciones en las que pueden encontrarse desde María Zambrano a Deleuze pasando por Mishima, Gadamer, Bergson... Poesía, novelas, pero también clásicos (están publicando las Epistulae, de Plinio el Joven, a Higino, a San Agustín) o títulos tan singulares como el De Orbe Novo, de Pedro Mártir de Anglería, que constituye el primer texto sobre el descubrimiento de América.

Cierto que todo esto puede tomarse como un simple bombardeo de nombres, pero lo que hay detrás de ellos es la consistencia de la cultura argentina, y la enorme tradición de la que beben todos estos escritores que ahora empiezan a sonar fuera de sus fronteras. César Aira, Fogwill, Piglia, Alan Pauls..., la inteligencia y originalidad de sus obras, el nuevo aire que derraman en la literatura escrita en español: sin el entramado cultural que propician los catálogos de las editoriales, las de los grandes grupos y las independientes, acaso no existirían.

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