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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Cigarros, amor y crimen

Ana es nada menos que Ana Karenina; en una fabrica de cigarros de Tampa, Florida, una mujer vive de alguna manera la tragedia de Ana, sólo que se llama Conchita y la interpreta una cantante de fama y de abolengo: Lolita, que por primera vez es actriz dramática, y adelanto ya que lo hace muy bien. El autor cubano Nilo Cruz, de familia emigrante en Estados Unidos y cuyo idioma escrito es el inglés, ganó el Premio Pulitzer con esta obra que tiene dos bases históricas: una es el establecimiento de los cigarreros cubanos en Estados Unidos a fines del siglo XIX, y el tiempo en que comienzan las máquinas a sustituir al hombre -en un proceso que sigue adelante en nuestro tiempo-; entre esos cigarreros, con las enormes hojas de tabaco colgando para secarse, sucede el mal amor. Lo digo así porque recuerdo La malquerida y Señora ama, de Benavente; de ninguna manera digo que esté el autor influido o inspirado por esas obras, pero sí que su estilo teatral recuerda aquellas obras rurales de principios del XX, y su lenguaje, ayudado por Nacho Artime en una buena versión -el autor y director tiene el castellano por idioma familiar- , es también el del teatro sólido, de muchos personajes, de amores cruzados; y de muerte como salida a la pasión negada.

Ana en el trópico

De Nilo Cruz. Versión de Nacho Artime. Intérpretes: Luis Fernando Alvés, Joan Crosas, José Pedro Carrión, Toni Acosta, Lolita, Teresa María Rojas, Pablo Durán, Itziar Arza, Alfonso Ramos, Marián Sanz de Acedo. Escenografía: Gustavo Zuria. Vestuario: José Ramón Aguirre. Dirección: Nilo Cruz. Teatro Alcázar. Madrid.

Quizá ayude también a esa sensación la interpretación del gran actor José Pedro Carrión, a quien hace tiempo vimos en el personaje de El Rubio de La malquerida. Tiene una voz espléndida, con esa calidad de quien no abusa de ella sino que la coloca dentro del personaje para que éste hable.

Todos los actores hacen bien sus papeles; el sonido del buen idioma, las réplicas bien dichas, las situaciones tensas, funcionan bien. Lolita me recordaba enormemente el perfil de su madre, y resulta buena actriz capaz de hacer cualquier drama.

Para el público de antes del estreno oficial fue un descubrimiento, y el teatro que se ve en esta obra es, como digo, de buen abolengo.

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