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Albert Sánchez Piñol se adentra en la selva africana en su segunda novela

'Pandora al Congo' descubre una sociedad subterránea paralela a la humana

En el Congo de principios del siglo XX todavía existían lugares por explorar donde un escritor de hoy puede situar una aventura y fabular con unas criaturas fantásticas que aparecen de las entrañas de la Tierra, dice Albert Sánchez Piñol (Barcelona, 1965). El autor ha utilizado uno de estos puntos ignotos en la novela Pandora al Congo, que publica esta semana La Campana y que da continuidad a la trilogía iniciada con la exitosa La pell freda.

La pell freda se publicó en otoño de 2002 y su recorrido ha sido excepcional. Lleva 100.000 ejemplares en catalán y se han vendido los derechos a una veintena de editoriales extranjeras, incluidos sellos de Estados Unidos y Reino Unido, donde se publicará, respectivamente, en noviembre de este año y febrero de 2006. Sánchez Piñol viajará en septiembre a Alemania, donde permanecerá de gira promocional durante un mes.

Pero, aquí, Sánchez Piñol ya está en otras cosas. Si en La pell freda se proponía hablar de la "alteridad absoluta" a partir del enfrentamiento de dos hombres solos en una isla con unas criaturas marinas, en Pandora al Congo el elemento fantástico, unos seres que habitan las profundidades de la Tierra y consiguen salir a la superficie a través de una mina excavada en el corazón de la selva, no es más que una "fotocopia" de lo peor de los hombres: "El otro eres tú", resume el autor. Los tècton, que así se llaman, reúnen las peores características de los europeos que colonizaron África. Además de a Conrad, a Sánchez Piñol se le menta a menudo el nombre de Lovecraft. Él afirma que comparte la crítica que Borges hizo de este escritor: "Borges afirmaba que el error de Lovecraft era que mostraba al monstruo, es decir, que en su obra el monstruo se agotaba en sí mismo. Yo procuro que mis monstruos sirvan para hablar de algo que va más allá".

Pandora al Congo, que aparecerá en noviembre en castellano (Suma), está situada entre Londres y el Congo en los años de la I Guerra Mundial. El protagonista es un escritor muy joven, un negro literario a quien un abogado encarga escribir la historia de un hombre encarcelado que espera juicio por el asesinato de dos aristócratas en el curso de una expedición demencial al Congo en busca de riquezas. Sánchez Piñol cruza el relato de la expedición con las andanzas del escritor, su implicación en la narración que escucha de boca del preso y su interpretación de los hechos en las sucesivas versiones que escribe del libro que le han encargado.

La novela duplica la extensión de la anterior. Hay más personajes y una mayor complejidad estructural. "Creo que se puede leer como una compilación de géneros", explica Sánchez Piñol. "Se puede interpretar como una novela clásica de aventuras, una novela fantástica y de horror, pero también de amor, y como una novela policiaca", continúa. Hay en todo ello, añade, cierto fondo de "sátira" a partir de los tópicos de cada uno de los géneros.

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