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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Tan sólo memoria

Está el hecho terrible de un éxodo que se convirtió en una matanza. La tragedia tiene fecha. Sucedió en febrero de 1937, cuando decenas de miles de malagueños se aventuraron por la carretera que llevaba a Almería y fueron bombardeados por la Luftwaffe que sembró el camino de cadáveres. Los huidos quedaron atrapados entre la línea del mar y la montaña, y miles de personas murieron. Las cifras y los hechos espeluznan. De aquello poco se cuenta, y ha sido en memoria de ese dolor que Luis Melero (Málaga, 1941) decidió, a través de entrevistas y tiempo de investigación, recuperar historia y voces de supervivientes. En La desbandá, Melero convirtió en materia narrativa el acontecer de aquel suceso y compuso voz y rostro para sus personajes situándolos en un destino que les llevó por un camino infernal. En la novela, la historia comienza en 1934, la víspera de la noche de San Juan, y el autor emplea 600 páginas para conducirnos hasta la tragedia última de la masacre, pero antes, otras tragedias individuales y colectivas se irán relatando para situarnos en una España convulsa.

LA DESBANDÁ

Luis Melero

Roca. Barcelona, 2005

598 páginas. 21 euros

Melero narrará su historia a

través de Mani, un niño de 11 años que irá creciendo con sucesos que dan cuerpo a esa época tormentosa, y mostrará las consecuencias de una contienda que ya tuvo sus batallas antes de que la guerra estallara. La historia se acompaña, además, de un misterio sin resolver y algún secreto, ingredientes todos que podrían haber supuesto un buen contar, pero ante los hechos ásperos y terribles que se narran, ante el cotidiano quehacer de una gente que vislumbra el agitado devenir, quien lee (esta lectora) no advierte tensión ni crecimiento literario en los protagonistas. Las muertes, las palizas, el hambre, las brutales violaciones no se escuchan con el alma en vilo, y a esta lectora, que permaneció en estado de alerta ante la previsible aparición de esa magia indiscutible que se impusiera con pasión en la narración, no le llegó ese destello o no le alcanzó, a pesar del intento de Melero de componer una narración coral que intensificara el doloroso final, pues las voces, las situaciones, le resultaron demasiado elementales. Sí, estuvo bien el texto en favor de la memoria, pero le faltó a La desbandá fortaleza para atribuirse la condición de una buena novela.

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