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Los cuerpos y las almas de Egon Schiele se muestran en Mallorca

La Fundación Juan March expone medio centenar de dibujos y acuarelas del mítico pintor

Un capital de inquietud y tormento, latente en los cuerpos y las almas de los dibujos del creador vanguardista Egon Schiele (Tull, 1890-Viena, 1918), ha quedado depositado en el Museo de Arte Español Contemporáneo de la Fundación Juan March, de Palma. La muerte temprana de Schiele, a los 28 años, cercenó el recorrido creativo de uno de los motores de las vanguardias del expresionismo vienés, junto a Klimt y Kokoschka. La exposición, abierta hasta el 3 de septiembre, consta de medio centenar de dibujos y acuarelas, obras sobre papel, trazadas entre 1908 y 1918.

El evento pictórico del verano en Mallorca se estrenó anoche con una conferencia del prestigioso traductor Miguel Sáenz que profundizó sobre "el artista en carne viva", de quien "no es fácil saber quién es, cómo fue realmente" y sobre el que "sus biografías podrían dividirse en angélicas y demoniacas". Saénz firma el ensayo del catálogo.

"Schiele es un gran pintor, mítico, una leyenda por su vida tumultuosa y su muerte prematura, un poco al estilo de James Dean", explicó el filósofo Javier Gomá, director de la Fundación Juan March. "Nació pobre y tuvo una vida desordenada, alejada del patrón burgués de la época. Pasó unos días en la cárcel acusado de inmoralidad", agregó.

El artista tuvo una vida breve, pero precoz y muy prolífica. A los 10 años ya dibujaba, a los 16 años se le consideraba un creador y a los 18 había obrado 100 cuadros. Retrató niños, prostitutas, soldados presos y desvalidos de la Primera Guerra Mundial y, en especial, se autorretrató y se estudió en multitud de ocasiones. "Era el primer modelo de sí mismo", reseñó José Capa, director de exposiciones de la fundación.

El desnudo, tema central de la muestra -titulada Egon Schiele. En cuerpo y alma-, intenta transparentar la personalidad, transmitir el alma y apuntar el carácter. La manera de afrontar el gran tema del cuerpo humano es en Egon Schiele "erótica, distorsionada, en algunos momentos más dramática e insinuada, con una exquisitez extraordinaria", aseguró Capa, que "ha tardado años" en concretar la cesión de las obras y organizar la muestra. Cuarenta de los dibujos proceden del Museo Municipal de Viena. El montaje se verá a partir del 14 de setiembre en el Museo de Cuenca.

El joven Schiele ha triunfado en su siglo y permanecerá en la historia. Miguel Sáenz observa que ha "resistido la dura prueba de la kitschificación, ese atroz proceso por el que una obra maestra puede reproducirse ad nauseam o utilizarse como reclamo de un perfume (¡hay un agua de Colonia Schiele!)".

El ensayista Sáenz anota y documenta el detalle de que entre los retratos expuestos en Palma hay tres de dos figuras que se refugiaron en Mallorca para huir del nazismo y de Hitler, y que en 1936 tuvieron que salir en estampida para no quedar atrapados en manos del dictador Franco: el escritor comunista Karl Otten y el filósofo Franz Blei.

La exposición sintetiza las miradas y la evolución anímica del autor de trazo libre y cargado de sugerencias, que deja vacíos algunos planos para que el espectador complemente las figuras, se las imagine. Capta el arquetipo humano carnal, las personas "en toda su tortuosidad, en conflicto", dijo José Capa, "salió a contracorriente, y llegó a tener diferencias profundas con sus amigos y coetáneos los pintores Klimt y Kokoschka."

El provocativo, dramático e inquietante artista del dibujo y las acuarelas aseguró, como un epitafio: "Creo que no hay un arte moderno; sólo hay un arte, y es eterno". Su proclama sobre papel -que se ve casi en penumbra, con buen aire acondicionado y sin pagar entrada-, es vecina de la sala que en el Museo March cierra la ruta por el arte español del siglo XX: el ámbito dedicado al salvaje Barceló, con piezas del desierto y de fondos subacuáticos, tres grandes telas y una gran cerámica. El pintor de Felanitx hace compañía al joven genio austriaco.

<i>Autorretrato, </i> 1910, acuarela y carboncillo de Egon Schiele.
Autorretrato, 1910, acuarela y carboncillo de Egon Schiele.

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