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En defensa del coito

Javier Rodríguez Marcos

LEYENDO, ESCRIBIENDO es una suerte de poética en el que los rasgos de otros escritores construyen el retrato del propio Julien Gracq. Como el libro mismo, esa poética también es fragmentaria y hay que rastrearla en sus lecturas de Stendhal, Flaubert o Proust. Así, para Gracq, que se mueve sin tropezar en el límite de la contradicción, el tema es decisivo pero la renovación de la literatura no la da un nuevo tema sino un tempo nuevo. Igualmente, hace una sostenida defensa del sentido pero duda de la existencia de una verdad en la novela: "Siempre me ha sorprendido el malentendido que hace de la novela un instrumento de conocimiento (...). La novela es un addendum a la creación que no la aclara ni la desvela en nada: lo que un niño de siete años sabe en cuanto pone la nariz en su primer libro verdadero (tendrá todo el tiempo de sus estudios para intentar olvidarlo laboriosamente)". Leyendo, escribiendo rebosa erudición pero quiere ser, sobre todo, una reivindicación del placer de la lectura. De ahí las brillantes, y discutibles, páginas dedicadas a la crítica literaria, empeñada, dice, en explicarnos una obra "antes incluso de que nos guste". Como en su propio trabajo de ficción, Gracq va continuamente de la novela a la poesía, y cabría decir que lo hace siempre a favor del surrealismo y en contra de Paul Valéry, que atacaba a la novela "a la manera de un gimnasta que criticara la falta de economía en los movimientos del coito". Parcial hasta el capricho, éste es el cuaderno de lecturas de un escritor cuyas pasiones enseñan tanto como sus manías. Ya sabemos que los buenos lectores están hechos a medias de amor y de odio. Y en este caso, ambos son de la mejor calidad.

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Sobre la firma

Javier Rodríguez Marcos
Es subdirector de Opinión. Fue jefe de sección de 'Babelia', suplemento cultural de EL PAÍS. Antes trabajó en 'ABC'. Licenciado en Filología, es autor de la crónica 'Un torpe en un terremoto' y premio Ojo Crítico de Poesía por el libro 'Frágil'. También comisarió para el Museo Reina Sofía la exposición 'Minimalismos: un signo de los tiempos'.

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