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Reportaje:INTRIGA Y MISTERIO PARA DESCANSAR

A ponerse negros toca

Lo negro está de moda, aún más, arrasa y contamina a otros géneros como la novela histórica, la fantasía y la ciencia ficción. Hasta 120 títulos, incluyendo bolsillo, ha registrado desde mayo a julio la Negra y Criminal que, como su nombre indica, es la más especializada de las librerías. En otra muy conocida y de prestigio de Barcelona, lo negro se ha apoderado del espacio que ocupaba la literatura de viajes. Aunque cantidad no quiere decir calidad, hay un montón de buenas novelas, en las que sus autores se convierten en cronistas de su tiempo a través de historias vibrantes.

Un verano con nuevo libro de James Ellroy siempre es un buen verano. Loco por Donna (Ediciones B) reúne tres novelas cortas en las que se narra el explosivo y mortífero amor, a lo largo de 20 años con interrupciones, entre un policía tipo macarra y una estrella de Hollywood. Enrique de Hériz, traductor y autor del prólogo, dice que Ellroy escribe con una metralleta. En Time se asegura que "irrumpe en la cultura americana como una motosierra en un matadero". Tienen razón. Policías corruptos, sexo y violencia, racismo, machismo, prejuicios, una sociedad con miedo y todo explicado con un lenguaje que corta el aliento.

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De su colega también estadounidense Peter Dexter es complicado decir si escribe novela negra o literatura con mayúsculas. Train (Anagrama) transcurre en Los Ángeles en 1953 y uno de sus temas principales es el racismo. En un selecto club de golf coinciden los más peculiares personajes: Train, un chico negro de 17 años que se gana la vida como caddie, aunque sabe más que los ricos golfistas; Sweet, un mulato que controla dictatorialmente a los caddies; Miller, un policía que sólo se rige por sus propias leyes... Una violación y un asesinato harán que la vida del club se tambalee.

Walter Mosley es otro de los grandes. Muerte escarlata (Roca) es una nueva aventura del detective negro Easy Rwalins. De este autor más sorprendente es aún El hombre del sótano, la angustiosa historia de un negro de buena familia que acepta que un blanco se encierre en su sótano. Más salvaje es Misterioso Isaac (RBA), de Jerome Charyn, en la que el atípico policía judío persigue enloquecidamente a proxenetas por Nueva York y Dublín.

Nuevas entregas de la serie Alfabeto del crimen, de Sue Grafton. En R de rebelde (Tusquets), la intrépida Kinsey Millhone se ve casi superada por Reba, una rica heredera en libertad condicional a la que se supone debe vigilar. Patricia Cornwell: Huellas (Ediciones B), en la que la forense Scarpetta resuelve un complejo caso. Michael Connelly: Luz perdida (Ediciones B), en la que el detective Harry Bosch definitivamente harto abandona la policía de Los Ángeles y se establece por cuenta propia. Del británico enamorado de Sevilla Robert Wilson: Condenados al silencio (RBA), en la que el inspector jefe Javier Falcón debe resolver unos falsos suicidios.

Entre los anglosajones hay que destacar a dos de impacto: John Connolly es irlandés y Mark Mills, inglés, y ambos sitúan sus historias en Estados Unidos. En Perfil asesino (Tusquets), Connolly, que se documenta exhaustivamente y que describe la violencia en estado puro, sumerge a su detective Charlie Parker en el tenebroso mundo de las sectas. El crimen de Amagansett es la primera novela de Mills. Transcurre en Long Island en 1947 y está protagonizada por Conrad Labarde, un pescador de origen vasco-francés. El mar, la pesca y la aventura, la historia de la emigración de los Labarde, la de los antiguos clanes de la zona, la de los nuevos ricos, la II Guerra Mundial aún tan presente, la de la política y sus corruptelas conforman un atractivo conjunto muy bien trabado.

Cuando se publican tantos libros es posible que alguno pase desapercibido. Los aficionados al género no deberían perderse Falsas lenguas (Circe) de la alemana nacida en Shangai Ingrid Noll, y no únicamente por el libro de relatos y artículos que ahora aparece, sino por toda su obra. Si hubiera que compararla a alguien sería a Patricia Highsmith, sólo que en el caso de Noll las amorales son las mujeres. La farmacéutica, El amor que nunca se acaba, La rosa roja o Benditas viudas son novelas muy recomendables.

'Falsas lenguas', el relato que da título al libro es un buen ejemplo de la inquietud que transmite Noll: una madre espía el diario que escribe su hijo y éste lo sabe y actúa en consecuencia; en 'Los proyectos de María', se presenta a la virgen María como una madre de alquiler, y en 'Fisherman's friend', dos mujeres se ponen de acuerdo para matar al marido de una de ellas. Otro alemán de cabecera es Bernhard Schlink. En El fin de Selb (Anagrama), el detective de pasado nazi se enfrenta a un caso de blanqueo de dinero.

Aunque la oferta anglosajona es enorme, este es el año de los italianos, herederos casi todos de Simenon, de Vázquez Montalbán, de Izzo o de Camilleri. En El río de las brumas (Poliedro), Valerio Varesi, el más simenoniano de todos, nos hace ver, oír y sentir el valle del Po durante una subida al río. Es un viaje del pasado -la lucha entre camisas negras y partisanos- a la venganza en el presente. Giorgio Todde retrata en Miedo y carne (Siruela) la Cerdeña de finales del XIX. Si Marco Vichi ha elegido la Florencia de los años sesenta, Michele Giuttari parte de hechos reales en la Florencia actual en Con letras de sangre (Grijalbo). En Saludos cordiales (Salamandra), Isabella Bossi Fedrigotti analiza la misteriosa desaparición de un hombre privilegiado y querido a través de distintos puntos de vista.

A ellos, aunque sea una herejía, se debería añadir a la estadounidense Donna Leon, que ha elegido Venecia como escenario de sus novelas de Brunetti. En Piedras ensangrentadas (Seix Barral y Edicions 62, en catalán), el comisario investiga la muerte de un vu comprà, un africano que vende bolsos en el Campo Santo Stefano. Trieste es la ciudad del alemán Veit Heinichen. En Muerte en lista de espera (Siruela), el comisario Proteo Laurenti casi enloquece cuando, durante una cumbre de Berlusconi con el canciller alemán, la limusina de éste atropella a un hombre desnudo. Tráfico de órganos, inmigración y corrupción.

De los españoles y en español, hay que destacar Con los muertos no se juega (Umbriel), primera novela de una nueva serie policiaca de Andreu Martín y Jaume Ribera, que ya se publicó en catalán (Columna). Está protagonizada por el detective privado Ángel Esquius, un cincuentón, que viene a ser el equivalente adulto del investigador juvenil Flanagan, que tantos éxitos les ha dado. Esquius convive con una galería de personajes logrados. Lo mejor es que combina la acción con la reflexión sobre el género negro, y su humor estilo Dortmunder, de Donald E. Westlake.

La neblina del ayer (Tusquets), del cubano Leonardo Padura es la mejor novela de la serie del policía Mario Conde, entre La Habana de los años cincuenta y la actual.

Nuevo libro también de Francisco González Ledesma, Cinco mujeres y media (Planeta), en el que un marginado inspector Méndez decide investigar por su cuenta el caso de una mujer violada, golpeada y asesinada por tres hombres.

Los escritores nórdicos van llegando con cuentagotas en la estela de Henning Mankell. Atención a El cuchillo en la garganta (Lengua de Trapo), del noruego Kjartan Fløgstad. Es una novela innovadora en la forma y en el contenido. ¿La moral individual es más importante que la responsabilidad social? es una de las preguntas que plantea para abrir boca. La vieja Ferroaleación Noruega se ha fusionado con el poderoso Grupo Nofas y hay una drástica reducción de plantilla, de 1.200 trabajadores se pasa a 400 que producen tres veces más que sus antecesores. Parece que triunfa la generación de los jóvenes eternos, pero no todos. Pelado Blakke, Ann Dante y Minga Nerud emprenden una violenta huida adelante. No siempre se gana, pero el comisario Okeid sabe que puede imponer la ley y el orden, pero no reconoce a nadie que pueda juzgar.

Anne Holt, ex ministra de Justicia noruega, inicia con Castigo (Ediciones B) la serie del comisario Strubø y la psicóloga Vik. Cuatro niños son secuestrados, uno de ellos es devuelto muerto a su madre con el mensaje: "Te lo mereces". Son crímenes que tienen sus raíces en el pasado: una injusticia flagrante golpeará 30 años después.

Las novelas de la francesa Fred Vargas crean adicción. La violencia, el crimen y el misterio están en lo más cotidiano. Sus personajes son entrañables. En Que se levanten los muertos (Siruela), tres jóvenes historiadores en paro se enfrentan a un caso muy complicado. Todo sucede en una calle del centro de París en la que todo el mundo se conoce y nada pasa desapercibido.

James Ellroy.
James Ellroy.MIGUEL GENER

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