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Reportaje:

La catástrofe que nunca existió

Un simulacro con la participación de más de 1.000 personas pone a prueba los servicios de Emergencias de Madrid

Domingo. Diez de la mañana. En medio de un páramo, en la base aérea de Cuatro Vientos, un hospital, una cafetería y una refinería. Todos demasiado cerca entre sí. Alrededor de los edificios, coches viejos y abollados. Ambiente sospechoso, sin duda. Calma. Demasiada. Sólo dos obreros manipulan algo en el tejado de la clínica, que tiene dos plantas. De repente, algo explota y se propaga un pequeño fuego. Los dos hombres saltan al vacío. Segundos después, varias explosiones siembran el pánico y comienzan a saltar pacientes por las ventanas, ensangrentados y con la ropa hecha jirones. Una nube de humo negro cubre el cielo. Un suave olor a gasolina quemada contagia el aire. Ruido de sirenas en la lejanía. La tragedia está servida. La policía sólo tarda un minuto en llegar. Las ambulancias aparecen dos minutos más tarde, cuando los bomberos ya están apagando el fuego.

Así comenzó ayer el simulacro de catástrofes, que anualmente organizan los servicios de emergencias del Ayuntamiento de Madrid. Emilio de Benito, director de voluntarios del Samur, advertía a los espectadores con tono de concurso televisivo: "No lo hagan en sus casas. Son especialistas profesionales".

En la operación participaron más de 1.000 personas: 150 vehículos, siete helicópteros de distintos cuerpos de emergencias, voluntarios del Samur, del Summa, servicios de limpieza, policías, bomberos, militares, empleados del Ayuntamiento y el resto de cuerpos de seguridad y de emergencias del Estado, regionales, de otros municipios y de empresas.

El directivo del servicio, Emilio de Benito, comentaba micrófono en mano las distintas acciones que se iban llevando a cabo en el "escenario" de los hechos.

En las gradas, bajo un sol implacable, unas 1.000 personas contemplan el espectáculo dirigido por Reyes Abades, el último ganador del Goya a los mejores efectos especiales. Entre ellos, camuflado bajo un sombrero de paja de Madrid 2012 y con el polo oficial de la candidatura, estaba el príncipe de Asturias presidiendo el acto. Su esposa, doña Letizia, que inicialmente había anunciado su asistencia, no acudió porque no se encontraba bien, según la Casa Real. El príncipe Felipe estuvo acompañado del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y el vicealcalde, Manuel Cobo.

"No es un espectáculo, sino un entrenamiento para probar la coordinación de todos los servicios de emergencia para que, si llega la ocasión, sepan dar respuesta a situaciones imprevisibles con la mayor organización posible", aseguró Ruiz-Gallardón.

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El alcalde, que no hizo ninguna referencia al atentado de La Peineta, señaló la relevancia especial de este simulacro en las vísperas de la fecha en la que se decidirá si Madrid será la sede olímpica. "Tenemos que estar más preparados que nunca ante los riesgos", puntualizó. Ruiz-Gallardón también recordó que los servicios de emergencia madrileños y todos los ciudadanos dieron un ejemplo de serenidad y colaboración durante los atentados del 11 de marzo.

Pero la supuesta catástrofe no fue sólo que un hospital se quemara. En pleno incendio, con el hospital de campaña instalado, helicópteros sobrevolando la zona y con los psicólogos atendiendo a los heridos, un coche atraviesa a toda velocidad el lugar de los hechos, choca contra un autobús, da dos vueltas de campana y se estrella contra la cafetería. Nuevas llamas, explosiones, coches estallando y oleadas de heridos corriendo por la zona.

Al fondo, entre el humo intenso, se dibuja amenazante la silueta de una supuesta refinería: "Hidrocarburos Españoles", reza el cartel junto con una pancarta publicitaria. También algunas marcas de refrescos aprovecharon la masiva afluencia de medios y público para instalar sus puestos portátiles en el aeródromo.

La refinería finalmente explota con una nueva oleada de heridos que, renqueantes, consiguen alejarse. "A veces critican que no son creíbles los heridos corriendo por todas partes durante los simulacros, pero la experiencia nos demuestra que cuando ocurre algún accidente lo primero que hacen los afectados es correr, y tenemos que estar preparados para ello", explica De Benito.

Varias ambulancias de servicios regionales de salud de toda España -venidas de Galicia, Valencia o Castilla y León- desfilaron en todo momento por los alrededores de la supuesta tragedia llevándose pacientes y dejando a otros.

Setenta minutos después, todo había acabado. El balance de la catástrofe lo hizo, entre los sudores de la tragedia, el subdirector del Summa, Ervigio Corral: "Han sido tres accidentes distintos con un centenar de heridos, la mitad debían ser trasladados a hospitales dada la gravedad de sus heridas". Según Corral, este tipo de ejercicios en los que se ponen a prueba los servicios de emergencia son la base para estar preparados para cualquier intervención.

José Miguel Pavo, técnico de un vehículo del Summa, ha participado en todos los simulacros realizados hasta el momento. "Éste ha sido el mejor coordinado y donde menos nos han gritado porque faltaran camillas o material", explicaba.

Como dijo ayer Ruiz-Gallardón, y como se demostró el 11 de marzo de 2004: "Si una catástrofe asolara Madrid, estaríamos preparados para afrontarla".

Poco que ver con la realidad

Los 1.000 profesionales y voluntarios que participaron ayer en el simulacro de catástrofes, que sirvió para clausurar las XIV Jornadas de Intervención en Catástrofes, coincidían en una misma afirmación: "Tiene poco que ver con la realidad".

El escenario era perfecto para desplegar todos los servicios de los que disponen las instituciones madrileñas: tres focos de accidente, sucesivos y muy cercanos entre sí y sin problemas de tráfico.

Luis Llanes, el jefe de bomberos que coordinó la operación, lo explicaba: "Hombre, en la vida real no sabes lo que te vas a encontrar, ni cómo va a acabar todo. Aquí estábamos a pocos metros de distancia, normalmente estás a kilómetros, y aquí sabíamos que se iba a apagar antes o después", explica.

Sin embargo, el ejercicio les resultó útil para coordinarse con otros servicios de emergencias. "Sirve para coordinarnos con otros equipos, ver los movimientos del conjunto y nos da ideas de cómo actuar en determinadas circunstancias con otros grupos de emergencias".

Casi 30 bomberos y siete vehículos participaron en el simulacro que Llanes calificó de una "simple maniobra en la que todo salió sobre ruedas".

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