"Nadie se había preocupado por la oferta de ocio de los jóvenes"
Los jóvenes son los protagonistas últimos y estelares de la historia del botellón. Son los que beben en la calle, bajo las ventanas de los vecinos; los que dejan de acudir a los bares, en detrimento de los intereses de los centros hosteleros; y los que, al final, ponen en un aprieto a las administraciones locales y autónomas, por el rastro de ruido y suciedad que en muchos casos dejan a su paso.
Joaquín Dobladez es el director del Instituto Andaluz de la Juventud (IAJ). "Hay que implicar a todas las partes para solucionar el problema". Al igual que la Confederación de Asociaciones de Vecinos de Andalucía (CAVA), Dobladez cree que se puede encontrar un equilibrio que contente a todas las partes. "Debemos apostar por espacios de calidad, donde se eviten molestias de ruido y olores, que estén dotados de servicios y transporte público".
Existe un colectivo en Andalucía que reúne en su seno a dos partes del conflicto que, a priori, se encuentran enfrentadas. Se trata de los Jóvenes Vecinos de Andalucía, inscrita dentro de CAVA. Su presidente, Francisco Mateo, también opta por la habilitación de botellódromos y señala al alto precio de las bebidas en los establecimientos hosteleros como la causa última de todo. "A nadie le gusta estar en una plaza en invierno bebiendo. Prefieres estar calentito en un pub, pero con esos precios...".
Dobladez opina que a la gente joven no se le puede imponer el lugar dónde debe divertirse, "pero sí hacerles partícipe de las decisiones para resolver el problema". Un problema que, para el director del IAJ se debe en gran medida a que hasta ahora, nadie se había preocupado por la oferta de ocio de los jóvenes. Joaquín Dobladez incide en otro aspecto que, según él se está dejando de lado, el de la salud. "Desde luego nos preocupa el ruido y la suciedad que esta actividad ocasiona. Pero debemos incidir también en medidas de prevención, en especial en lo que respecta a los accidentes automovilísticos".
