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TENIS | Torneo de Roland Garros
Columna
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Acción contra reacción

Nadal se llevó el gato al agua en uno de esos partidos excepcionales que engrandecen a quienes los ganan. Lo consiguió, entre otras cosas, porque salió a la pista con las ideas más claras que Federer. Dominó desde el principio, desde el primer juego en el que ya rompió el servicio del jugador suizo. Federer sabía perfectamente con quién se iba a encontrar al otro lado de la red. Preparó soluciones para contrarrestar el juego de Nadal. Pero no le valieron casi en ningún momento. Sucedió que el número uno del mundo tuvo que hacer frente a situaciones incómodas, antinaturales para él. Es un jugador al que no le gusta ceder espacios atrás. Para evitarlo tenía que encarar las bolas que le llegaban de derecha y de revés.

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Nadal vive en la gloria

Federer posee más facilidad y sutileza en sus golpes de derecha. Pero no encontró el ritmo del partido hasta el inicio del segundo set. Con el revés todavía se encontró menos cómodo, sobre todo cuando la pelota le llegaba de derechas y tenía que buscar soluciones con golpes en paralelo. Este es sólo un ejemplo de lo difícil que le resultó encontrar unas constantes para afrontar el vendaval de golpes que le devolvió Nadal.

Federer se pasó una gran parte del partido intentando encontrar el sistema para contrarrestar a Nadal, pero con el agravante de que ese sistema es antinatural para él. En cambio, Nadal se dedicó a aplicar su juego natural de la mejor manera posible. Es decir, se enfrentaba la acción de Nadal contra la reacción de Federer. Esa fue la gran diferencia. La forma en que actuó Federer propició a su vez que el partido no alcanzase un ritmo elevado, tal y como le gusta a Nadal. Por eso el partido, muy trabajado tácticamente, no acabó de adquirir toda la vistosidad que podía esperarse. Los dos tenistas trabajaron muchísimo y denotaron por su forma de actuar que se tenían muchísimo respeto.

Evidentemente, Federer cometió muchos más errores. Intentaba evitar los intercambios largos. Eso provocó que tomase riesgos más altos. Tenía que controlar las pelotas que le devolvía Nadal, muy altas, pesadas, que le empujaban hacia el fondo de la pista. El ritmo de partido quedaba cortado por momentos porque Nadal está más acostumbrado a la lucha e intercambios largos de golpes y a ir cerrando espacios. A veces, se encontraba fuera de lugar y, desde luego, hubo fases de acierto de Federer.

El partido demostró que Nadal ya está preparado para grandes hazañas. Lo que realmente le motiva es la presión, lo que le hace ser más grande día a día.

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