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Reportaje:MADRID-LA HABANA / 1 | INVESTIGACIÓN Y ANÁLISIS

España mira al poscastrismo

El Gobierno elabora una estrategia hacia Cuba que le permita una buena posición tras la desaparición de Fidel Castro. Numerosas amenazas acechan esos planes

Juan Jesús Aznárez

Las relaciones diplomáticas entre España y Cuba registran desde hace tres meses más rifirrafes que convergencias, y varias protestas oficiales cubanas contra supuestas afrentas españolas, cursadas sin publicidad, han zarandeado el "diálogo constructivo" emprendido por la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero. Cuba advirtió hace seis semanas de que el proceso de acercamiento liderado por Madrid podría descarrilar. La expulsión de Cuba, este viernes, de un grupo de diputados, periodistas y políticos europeos alarmó a la Unión Europea (UE) y complica, de nuevo, la distensión ensayada por sus cancillerías. La nueva conciliación con La Habana obliga a juegos malabares en su recorrido hacia la apuesta estratégica del Gobierno socialista: adentrarse todo lo posible en la sociedad castrista, pulsar su ánimo político, dibujar un mapa de tendencias reformistas y colocar bien a España, y a la UE, ante la eventual transición del comunismo a la democracia cuando Fidel Castro, de 78 años, muera o se debilite. La previsión es que el régimen abra entonces espacios políticos y económicos cuya pacífica institucionalización aconseje la intervención de mediadores. Son improbables las concesiones gratuitas durante la legislatura de Zapatero y, a corto o medio plazo, no está previsto que el rey Juan Carlos viaje a la isla pese a haber sido invitado oficialmente.

"Conviene hacer una labor pedagógica, incluso con los funcionarios. Hay mucha gente joven en cargos políticos", señala Raúl Rivero, el poeta y periodista disidente liberado gracias a la mediación gubernamental española, y afincado desde abril en España. La ruta hacia el posfidelismo, hacia la pedagogía, es bacheada y poco se ha sabido del tramo, a tumbos, cumplido. La reconstrucción de la andadura permitió conocer, por ejemplo, que el Ministerio de Asuntos Exteriores recibió, a mediados de abril, una notificación diplomática cubana con el aviso de que el diálogo bilateral impulsado por Zapatero podría interrumpirse si continuaban los gestos "negativos". La UE había copatrocinado ese mes, en Ginebra, la resolución de Estados Unidos contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos y después rechazó la cubana contra los abusos norteamericanos en Guantánamo.

"Si soltaran seis o siete presos..."

La posición española era previsible porque hacer las paces con Washington es objetivo prioritario. Pero España, para nuevo disgusto de La Habana, tampoco forzará un cambio en la Posición Común Europea, establecida en el año 1996, acuerdos de cooperación a cambio de aperturas democráticas sustanciales, sin avances previos en libertades y derechos políticos y económicos. El día 30 de junio, la UE revisará las sanciones impuestas a Cuba en junio del año 2003, dos meses después del encarcelamiento de 75 disidentes y el fusilamiento de tres secuestradores. "Si fueran tan amables de soltar seis o siete presos antes de mediados de junio, podríamos resolver definitivamente el tema de las fiestas nacionales", señala un portavoz oficial. La UE no invita a los funcionarios cubanos a sus fiestas nacionales en La Habana, ni tampoco a los disidentes. Sólo asisten las colonias y el cuerpo diplomático. La expulsión de los eurodiputados y periodistas que acudían a un congreso opositor cubano debilita los esfuerzos españoles y augura próximos contratiempos.

La reacción de Castro si la UE no levanta las sanciones más simbólicas, el 30 de junio, puede ser abrupta, según uno de sus representantes en España: "Podría volverse a suspender la relación con las embajadas: congelar otra vez a los embajadores". Pero la política española constituye una operación a más largo plazo, aunque sujeta a vaivenes e imponderables. "Se trata de ir poniendo las fichas en orden porque (la transición) tiene que contar con los que están allí (el castrismo) y con los que están aquí (el exilio)", señala Joaquín Roy, director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami, experto en asuntos cubanos. Viaja a Bruselas y España periódicamente y dispone de información sobre el proceso en curso. "El gran contraste entre la estrategia de Estados Unidos y de la UE en general", agrega Roy, "es que la Administración norteamericana quiere terminar con el régimen cubano, y la UE, influir en su apertura".

Cuba permanece atenta a junio, pero antes ocurrieron episodios tomados como desaires. El amigable recibimiento oficial a Rivero del primero de abril, a cargo del secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Bernardino León, y la secretaria de Relaciones Exteriores del PSOE, Trinidad Jiménez, y el feo dispensado al ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque, recibido en el aeropuerto de Barajas, el 13 de marzo, por una azafata, en estricta aplicación del protocolo, fueron especialmente irritantes. El escaqueo de Rodríguez Zapatero para no fotografiarse junto al canciller castrista tampoco pasó inadvertido. "Como sigan así las cosas, Fidel no asiste a la Cumbre de Salamanca. El doble juego del Gobierno de Zapatero es difícilmente sostenible. Actúa con la vista puesta en el PP y en Estados Unidos y a la vez quiere llevarse bien con nosotros", aventuró un funcionario cubano. "Pero no se puede ser puta y monja al mismo tiempo".

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Los choques, diferencias, treguas y reconciliaciones entre España y su última colonia en América afectan a los trabajos preparatorios de la XV Cumbre Iberoamericana de Salamanca, que se desarrollará entre los días 14 y 15 del próximo mes de octubre. El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el uruguayo Enrique Iglesias, ocupará la nueva Secretaría General Iberoamericana (Segib), y quiere acompañarse de Elena Martínez, alta ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Pero resulta que Elena Martínez es cubana-norteamericana y La Habana se ha opuesto. Otra confrontación ocurrió con motivo de unas jornadas sobre cooperación iberoamericana organizadas en Sevilla, en abril, por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Fue invitado Rivero, y el Gobierno cubano retiró entonces la asistencia del historiador de La Habana Eusebio Leal.

"¿Mejor no hacer nada?"

Las fuentes consultadas en Madrid, Bruselas, La Habana y Miami ilustran sobre la preparación y desarrollo del proceso de equilibrios en curso, de incierto resultado y sujeto a incomprensiones. Puede ser que en la raíz de este cambio de estrategia se encuentre la opción del Gobierno socialista "por una de política de intereses, sacrificando así la política de principios que venía promoviendo y propugnando la Posición Común Europea", señala Javier Martínez-Corbalán, español, secretario general de la Fundación Hispano-Cubana, próxima al Partido Popular. "Lamentablemente, las excarcelaciones son una mera cuestión colateral, parte del juego, moneda de cambio". Uno de los autores de la nueva estrategia del PSOE se pregunta: "¿Hubiera sido mejor no hacer nada? Lo que importa es hacer algo, no los brindis al sol del tipo '¡nunca estrecharé la mano del tirano!' o '¡yo daré una lucha sin cuartel contra la dictadura!". "Ya sabemos que Cuba es una dictadura, pero ¿cómo vas a acabar con la dictadura?", agrega, "¿les vas a tirar una bomba? ¿Vas a secuestrar a Fidel Castro?".

El tremendismo en las formas y el maximalismo en los objetivos fueron descartados por los dos altos funcionarios de Exteriores que durante la segunda semana de marzo viajaron a Miami para establecer relaciones con el exilio cubano-norteamericano, explicar la nueva política española y contrarrestar el activismo de José María Aznar y del Partido Popular en sentido contrario. Su misión no fue fácil. Javier Sandomingo, director general de Política Exterior para Iberoamérica, y Pablo Gómez Olea, subdirector general de México, Centroamérica y Caribe, fueron recibidos de uñas por el núcleo duro y poderoso de aquel exilio, un factor político en Estados Unidos porque, entre otra munición, tiene acceso a la Casa Blanca a través del gobernador de Florida, Jeb Bush, hermano de George Bush, y mantiene alianzas con el PP y la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), presidida por Aznar.

Durante la primera reunión con el Consejo por la Libertad de Cuba, uno de sus dirigentes espetó a los dos funcionarios españoles: "Aunque sean ustedes comunistas, los vamos a escuchar con toda la atención". No debieron quedar del todo insatisfechos, porque al día siguiente les invitaron a una cena con más de 40 notables del exilio, que apreciaron el interés español en comunicarles su nueva política. Nunca había ocurrido. La revolución observó detenidamente sus movimientos. Sandomingo y Gómez habían compartido con el exilio sus conversaciones en España con el ministro Roque, días antes. La Embajada cubana en Madrid retiró la palabra a Sandomingo durante una semana. "¿Qué le hicimos en Cuba para que se comporte así con nosotros?", comentó un funcionario, en referencia al periodo en que el director general para Iberoamérica fue allí encargado de negocios.

El caso es que la noche del ágape con el exilio el ánimo había cambiado y un comensal, según propia confesión, se permitió criticar el activismo del ex presidente José María Aznar en Estados Unidos contra Zapatero. "Somos muy amigos de Aznar, y no lo ocultamos, pero ningún presidente norteamericano andaría por el mundo criticando a su sucesor". El Gobierno de Rodríguez Zapatero parece haber logrado el beneficio de la duda, o, al menos, el vigilante acompañamiento de parte de un exilio que no es monolítico. Algunos de sus flancos creen que se pierde el tiempo.

Nadie piensa en una invasión

La Casa Blanca frunce el ceño. La historia razona su descreimiento: todos los intentos de derrocar a Castro, incluida la invasión de Bahía de Cochinos (1961) y el fomento de quintas columnas, han fracasado. ¿Qué escucharon las organizaciones anticastristas Grupo de Estudios Cubanos, Consejo por la Libertad de Cuba y Fundación Nacional Cubano Americana, durante la intensa semana de entrevistas de Sandomingo y Olea, a quien acompañaba el cónsul de España en Miami, Javier Vallaure? ¿Cuál fue la argumentación del Gobierno de Zapatero en Washington y en la UE para justificar el abandono de las presiones promovidas por Aznar? Fundamentalmente, que también para el PSOE la revolución cubana es una dictadura a combatir, pero que el diálogo de sordos con sus autoridades se había demostrado estéril. Y como nadie piensa en una invasión, ni es previsible la dimisión de Fidel Castro, pues merece la pena el viraje hacia un cierto entendimiento.

"Reconocemos que ustedes tienen buenas intenciones, pero fracasarán", dijeron miembros de la Administración estadounidense a miembros del Gobierno de Zapatero. La respuesta de éstos fue de cajón: "Hombre, no les decimos que no, pero está por verse. Lo que es seguro es que ustedes ya han fracasado, porque su embargo de más de 40 años tenía el objetivo de que Castro se fuera, ¿no?". La jugada fundamental española, según fuentes oficiales, es a futuro y guarda las distancias con Estados Unidos, cuya sola mención enerva a los sectores más duros del Partido Comunista Cubano (PCC). "Después de Fidel hay gente que no le venderá el país a los yanquis", dijo en Madrid Abel Prieto, ministro de Cultura. El proyecto de España y de la UE, instancias percibidas como más moderadas entre la sociedad cubana, apunta a fortalecer la capacidad de inteligencia y de interlocución con el aparato cubano. "El problema es que, con independencia de más diálogo o más dureza en relación con Castro, el interlocutor, Fidel Castro, es refractario a cualquier cambio", señala Carlos Malamud, analista de América Latina en el Real Instituto Elcano. "Pero también hay que pensar en la política de España sobre Cuba sin Fidel. Y si quieres tener influencia el día en que comience la transición, hay que estar allí".

"Vamos a hacer un poco de inteligencia"

El reforzamiento de la capacidad de mediación europea pasaba necesariamente por la reanudación de sus contactos con los funcionarios de La Habana. La intención es sondear su disposición a participar en el futuro tránsito hacia el pluralismo y elaborar una relación de posibles reformistas cubanos, dentro y fuera de la isla. "Vamos a hacer un poco de inteligencia [espionaje político], como hacen ellos", ironiza una fuente oficial. El acercamiento al ejército, en el vértice de la revolución, queda prácticamente descartado, puesto que los agregados militares de la UE, nombrados precisamente para explotar el ánimo de los cuartos de banderas, apenas pasan del oficial encargado de atenderles.

"¿Cómo se puede contribuir a crear tejido de sociedad civil en Cuba en el momento actual sin hablar con el Gobierno? Yo no lo veo. Nosotros lo que queremos hacer es contribuir a que lo que pase, pase con el menor coste posible", sostiene Javier Sandomingo. "Y nos parece que eso exige estar en situación, eventualmente, y si se nos solicita, de servir de puente entre los diferentes sectores, lo cual exige, con carácter previo, saber qué piensan". El Reino Unido aceptó con relativa facilidad el nuevo planteamiento; después, vinieron Francia e Italia; costó más convencer a Holanda y Alemania, y la batalla fue a brazo partido con el grupo que completa los Veinticinco desde mayo del pasado año: los polacos, checos o húngaros.

"Costó Dios y ayuda cambiar un poco el rumbo de la UE", según el eurodiputado Miguel Ángel Martínez, presidente del Grupo de Amistad y Solidaridad con el Pueblo de Cuba. La Posición Común Europea es una norma discriminatoria con Cuba, según Martínez. "Se le aplica un estado de excepción cuando hay acuerdos de la UE con más de 50 países, desde China hasta Sudán o Libia, en los que los derechos humanos están mucho peor que en Cuba". A corto plazo, el propósito de la nueva política española y comunitaria es conseguir más liberaciones de presos, procurar que se suavice el trato a los disidentes, al ser improbable que se les conceda un espacio político, y trabajar por el regreso a la modesta apertura económica e inversora, y al trabajo por cuenta propia, de los años 1993 al 1995.

Jorge Moragas, secretario de Relaciones Internacionales del PP, dice que España puede jugar un papel en una eventual transición, y hacer de conexión entre el rol de la UE y el que, inevitablemente, habrá de tener Estados Unidos cuando se produzca el cambio a 140 kilómetros de sus costas. Para Moragas, el giro de Zapatero está condenado al fracaso y dañará a España porque la política exterior se mueve como los vasos comunicantes. "Dilapidamos nuestro crédito europeo para defender la agenda latinoamericana sobre una cuestión [Cuba] que se ha enfocado mal", sostiene el dirigente popular. "Y cuando toque defender el acuerdo Mercosur, que está estancado, pues igual los ingleses, los holandeses o los alemanes no están dispuestos a secundar a España".

La revolución cubana propone que un nuevo diálogo político sustituya a la Posición Común Europea. España y sus socios quieren redactar la agenda y hablar sobre cárceles, derechos humanos y derechos de entrada y salida de Cuba, código penal y cumplimiento de los convenios internacionales suscritos por Cuba sobre democracia. Un acuerdo al respecto puede llevar al Gobierno de Zapatero a plantear que la UE no copatrocine y se abstenga en la votación de la resolución sobre derechos humanos que Estados Unidos presentará en el año 2006.

A la espera de nuevas excarcelaciones, la resonante liberación de Rivero se fraguó durante el festival de cine de La Habana del pasado diciembre. Aquél llamó al escritor Gabriel García Márquez para que intercediera a su favor. Rivero había sido excarcelado el 30 de noviembre, después de haber cumplido 20 meses de los 20 años a que fue condenado. Quería irse de Cuba y Plinio Apuleyo, embajador de Colombia en Lisboa, amigo del Nobel, le ayudó en la gestión.

García Márquez devolvió a Rivero su llamada telefónica para comentarle que "arriba (Fidel Castro) había sido bien recibida su petición". Rivero fue liberado gracias al Gobierno español, y pudo salir de Cuba gracias al empujón de Gabo. La nueva política española arrancó con el polémico discurso del embajador español, Carlos Alonso Zaldívar, el 12 de octubre del pasado año. Contrariamente a las versiones de que lo redactó por libre, fue preparado en el Palacio de Santa Cruz y corregido en otros despachos antes de viajar a la capital cubana.

Al final, el texto leído por Zaldívar, proclive a tratar de dirigir la estrategia con Cuba, reveló las confusiones y diferencias de enfoque surgidas en la Administración española, incluida la presidencia del Gobierno, durante el arranque del proceso. Pero no dijo que la disidencia quedaba excluida: los contactos serán semestrales con los embajadores, y mensuales con los consejeros políticos. El encaje de bolillos español prosigue con el respaldo de la UE, pero es improbable que reciba facilidades en vida de Fidel y de Raúl Castro. Lo ocurrido este viernes en La Habana parece confirmarlo.

El presidente cubano, Fidel Castro, durante una conferencia de prensa en Mérida el 20 de octubre de 1998.
El presidente cubano, Fidel Castro, durante una conferencia de prensa en Mérida el 20 de octubre de 1998.AFP

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