Invitación a la reflexión

¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? El ser humano, ¿nace o se hace? ¿La humanidad está en la edad de la jubilación, en plena adolescencia o simplemente en pañales? Semejantes preguntas resultan imposibles de responder en una película de 83 minutos, pero al menos la iraní afincada en España Sholeh Hejazi ha intentado un replanteamiento teórico, ético y estético a través de una producción tan a contracorriente que incluso está a un paso de quedarse fuera de los códigos del cine documental. Camino al andar es una invitación a la introspección basada en declaraciones de diversos especialistas, en secuencias de películas como El gran dictador o Kandahar, y en una serie de imágenes tan básicas como la cotidianidad de la gente de la calle, desde un occidental que coge un metro abarrotado hasta un niño africano que come arroz a puñados.

Aportan su visión filosófica, económica, política, legal o médica gente como Rafael Argullol, Ramón Tamames, Muhammad Yunus (fundador del Banco de los Pobres), John Woodhall (doctor en medicina china) o Federico Mayor Zaragoza (ex director de la Unesco). Siempre con el optimismo por bandera, se parte de lo más general (el equilibrio entre ciencia y conciencia, la diversidad de culturas...) para llegar a lo más particular (el reparto de bienes, el papel de la globalización...), y la directora Hejazi dota a su documento de un ritmo pausado, perfecto para la reflexión, donde cada plano dura exactamente lo necesario, sumergiendo así al espectador (interesado) en una experiencia tan extraña como, en ciertos momentos, conmovedora. En cambio, no funcionan demasiado bien los parlamentos en off narrados por la niña que ejerce de guía. Se ve que la directora pretende con ella el retrato de una nueva humanidad, pero algunas de las afirmaciones resultan un tanto cursis y más ingenuas de lo debido cuando se ponen en boca de la cría.

Que una obra como ésta llegue a las pantallas de cine es todo un triunfo (está dirigida, producida y distribuida por Hejazi). Así que, si provoca que al menos un pequeño tanto por ciento de los presumibles espectadores dediquen un buen rato a preguntarse por cuestiones que hacía tiempo que no llegaban a su mente, habrá cumplido su propósito.