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Reportaje:

'Gran Hermano' para siempre

La cadena alemana RTL II y el canal de pago Premiere estrenan un 'GH' perpetuo

En medio de alarmantes cifras de paro y temperaturas bajo mínimos, el canal RTL II y el de pago Premiere estrenaron el martes pasado la sexta edición de Gran Hermano, que tiene una peculiaridad: no tiene final previsto y podrá durar una eternidad. Así que la vida en este microcosmos televisivo que parece sacado de un libro de ciencia-ficción se asemeja cada vez más a un gigantesco laboratorio de experimentos sociales. Los abonados de Premiere pueden comprar entradas diarias (cinco euros) o mensuales (quince euros) para ver el programa.

El refugio de 25.000 metros cuadrados (4.925 metros cuadrados de vivienda) donde se alojarán los 16 concursantes está en las afueras de Colonia. Aquí comenzarán una nueva vida, que será observada por millones de espectadores, hasta que la emisión de Gran Hermano-El pueblo, conocido por Big Brother forever, deje de ser rentable. Pero Endemol produce realities shows desde el 2000 con sobresaliente éxito. Cada año estarán en juego un millón de euros, y el concursante que quiera continuar vigilado las 24 horas del día por 100 cámaras podrá hacerlo.

La edición del concurso presenta además la novedad de que los participantes están divididos en clases sociales: una pobre, una normal y una rica, según informa la propia RTL II. "¡Es como la vida real! Con lucha de clases, envidias y oportunidades de ascenso y descenso social", afirma la cadena alemana en un comunicado. En definitiva, los concursantes deberán trabajar para vivir mejor.

Las edificaciones son de madera y mezclan diversos estilos arquitectónicos. Los pobres viven en un taller. Allí mismo se lavan con agua fría y disponen de cinco euros diarios para comer. Pequeños trabajos para los ricos los ayudan a sobrevivir. Los normales reciben 15 euros por día. Norman, un chico de 25 años y uno de los miembros de la clase media, repitió al entrar en su nuevo hogar: "Si alguien me pide que cargue mierda por dinero, entonces cargo mierda". Por su parte, otro participante, Parsifal (de 36 años), director de una marca de moda, aseguró que echará de menos "la ópera de Viena y el teatro".

Los concursantes que pertenecen a la clase media trabajan como asistentes de los ricos, los jefes. Todos ellos tienen entre 20 y 30 y tantos años de edad, y la mayoría no sabe qué hacer en su vida aunque muchos tienen una profesión. La insatisfacción les lleva a soportar tareas como aguantar varios días atado de las piernas, tomar litros de alcohol o permanecer durante días separados del grupo.

Las primeras críticas no se han hecho esperar. La Asociación Federal Protectora de Animales ha denunciado que el pueblo "es una cárcel para animales disimulada con paja", y aseguraron que las dos vacas, dos cabras, dos cerdos y dos gallinas sufren dolores y estrés en la granja. Según ellos, "el pasto oculta que se trata de una cárcel para animales". Un portavoz del programa replicó que los animales estarán vigilados por especialistas.

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