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El Ermitage de Amsterdam se rinde al poder de atracción del XVIII veneciano

El museo reúne 68 obras de Tiepolo, Canaletto, Casanova y Guardi

Isabel Ferrer

Pocos lugares han hecho más por el arte a lo largo del tiempo que Venecia. Dueña de una belleza indiscutible, la ciudad de los canales vivió en el siglo XVIII un resurgir de su esplendor cultural plasmado por maestros como Tiepolo, Canaletto, Francesco Casanova o Guardi. Convertida gracias a ellos en el primer centro turístico del mundo ya en su época, el Museo Ermitage de Amsterdam presenta a partir del próximo sábado y hasta el 4 de septiembre una muestra de 68 escenas venecianas que reflejan su último siglo de oro particular.

Titulada simplemente ¡Venecia! Arte del siglo XVIII y presentada de una forma casi íntima, la exposición incluye ejemplos de las vistas de Venecia (vedute) firmadas por Canaletto. En este caso, sin embargo, el cronista pictórico de la ciudad deja a un lado el colorismo de sus fiestas de góndolas en el Gran Canal para captar la quietud de las Islas de San Miguel, San Cristóbal y Murano (1725-1728). Dicho cuadro recoge con precisión casi topográfica el lugar, igual que otra tela dedicada en el mismo periodo a la Iglesia de San Juan Bautista en la Isla de Murano. Ambas obras son un buen ejemplo de lo que hoy llamaríamos recuerdos de viaje. Un souvenir de altura para los viajeros de la época que debían llevarse de Venecia una pintura o grabado para demostrar que habían conocido la ciudad de la laguna.

La historia de las vedute está unida a Canaletto, pero también al marchante de arte británico Joseph Smith que le animó a plasmar todos los rincones de su ciudad con notorio éxito de ventas. Hacia 1730, el pintor poseía un gran estudio visitado por turistas adinerados en busca de las postales más selectas de la historia del arte. Y como muchos compradores, y buena parte de los venecianos mismos, preferían también algo de fantasía en los cuadros de escenas ciudadanas, aparecieron los caprichos. Algunos artistas, como Giuseppe Bernardino Bisson, optaron por el lado arquitectónico y mezclaron edificios de un pasado muy lejano con una visión romántica del presente. Francesco Guardi, por el contrario, sólo necesitaba dar unas cuantas pinceladas para captar la atmósfera algo misteriosa de la ciudad. A Guardi, que pintaba para el público local, se le descubrió casi un siglo y medio después cuando los impresionistas concentraron sus esfuerzos en sugerir la realidad.

En el Ermitage de Amsterdam, que es la tercera dependencia exterior del museo ruso de San Petersburgo después de Londres y Las Vegas, puede seguirse también la aventura exterior de los pintores venecianos. Cuando las guerras dificultaron los viajes y las ventas, los artistas locales marcharon a Inglaterra, España o Rusia. Francesco Casanova era el artista favorito de Catalina la Grande. Tiepolo sirvió a reyes españoles y príncipes alemanes. Y otros, que prefirieron dedicarse a las artes decorativas, convirtieron el cristal de Murano casi en un tesoro aunque no se recuerde siquiera su nombre.

<i>Mecenas presentando las Artes a Augusto<i> (1743), óleo de Tiepolo.
Mecenas presentando las Artes a Augusto (1743), óleo de Tiepolo.

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