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EL HOLOCAUSTO 60 AÑOS DESPUÉS

La encarnación física del nacismo

Laurence Rees, escritor y productor de la BBC, es autor de una serie de televisión y de un libro sobre el nazismo y la persecución de los judíos. Para él, Auschwitz no nació en un día y de la nada, sino que fue un proceso surgido del odio, del racismo y del silencio consentido de todo un pueblo.

"Nos decimos que sólo los locos pueden hacer algo como Auschwitz porque vivimos una vida normal y pensamos que es como si un día te llama el jefe y de dice que diseñes un lugar en el que matar a millones de personas, mujeres y niños incluidos. Pero no ocurrió así. Los nazis estuvieron trabajando de manera acumulativa en un mundo brutal y cruel en el que cada día era un movimiento gradual hacia eso. Cuando has llegado hasta allí puedes mirar atrás y aterrarte de lo que has hecho, o no aterrarte, pero no lo has hecho en un instante". Lo dice Laurence Rees, director creativo de BBC History, escritor y productor de Auschwitz. Los nazis y la solución final, una serie de seis capítulos (tardaron tres años en su preparación, con más de un centenar de entrevistas) preparada para conmemorar el 60º aniversario de la liberación del campo y que traza la historia de Auschwitz-Birkenau desde su origen como campo de concentración de prisioneros políticos polacos hasta convertirse en campo de exterminio de un millón de judíos.

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Rees sostiene que Auschwitz es una "encarnación física del nazismo", y que es importante entender cómo fue evolucionando para comprender los orígenes y desarrollo del sistema de valores sobre el que se fundó y creció el movimiento nazi. "Muchos antiguos nazis con los que he hablado tienden a distinguir entre los nazis y Hitler. Dicen que el Hitler de los años treinta era el buen Hitler porque redujo el paro y restauró la autoestima nacional. Para mucha gente que vivía en Alemania, los años treinta fueron un buen momento. Luego está el Hitler que hizo la guerra y el malvado, el que creó el Holocausto. Nosotros intentamos comparar ambas mentalidades. Es fundamental porque el racismo y el odio inherente es absolutamente central en lo que fue el nazismo: estuvo siempre ahí; incluso en los llamados buenos tiempos se pusieron en marcha leyes restrictivas contra algunos grupos que no les gustaban, en particular judíos, pero también comunistas u otros", subraya Rees. Según él, no hay que olvidar que se abrieron campos en marzo de 1933, a los tres meses de llegar Hitler al poder. "Auschwitz fue fundamentado en creencias racistas, con un sistema jerárquico. Si te enviaban allí como prisionero político alemán recibías un tratamiento diferente que si eras político y polaco, sacerdote o judío. No quiero decir que algunos lo pasaran bien allí, pero había un sistema jerárquico de tratamiento, manifestado, por supuesto, en los distintivos", continúa.

"La población en general no sabe cómo y por qué llegó a ocurrir esto. Y quizá nunca podamos contestar a esas preguntas", se lamenta Rees. "Es difícil entender las raíces de por qué se mata por prejuicios. La gente piensa que Auschwitz se estableció primero como campo para exterminar judíos, y es equivocado. No puedes entender por qué se convirtió en un lugar en el que murieron un millón de judíos a menos que entiendas que ha ido evolucionando. Si sólo tienes la imagen de las famosas cámaras de gas de Birkenau es inconcebible que sólo con eso puedas entender cómo se llegó hasta ahí. Ningún ser humano puede sentarse ante una hoja en blanco y crear este terrible lugar. No se diseñó de la nada. Empezaron con Dachau; luego hubo otros campos, otros modelos; buscaron soluciones innovadoras para los asesinatos en masa. Un historiador lo llama 'radicalización acumulativa'. Entenderlo es crucial".

Rees afirma que, en contra de la extendida creencia de que los criminales nazis echan la culpa de sus crímenes a sus superiores, en realidad compartían los valores esenciales del régimen. "Tanto a los criminales de guerra japoneses como a los soviéticos que he conocido, cuando les preguntas: ¿por qué hiciste cosas tan terribles?, en general contestan que cumplían órdenes. Ésa es la respuesta que yo esperaba de los nazis antes de entrevistarles, porque ésa es la visión tradicional: que actuaron obedeciendo órdenes, como robots. Pero lo que he oído de muchos antiguos miembros de las SS es: 'Creíamos que lo que hacíamos era correcto'. Luego leí un libro fantástico de Jonathan Glover, Humanidad. Una historia moral del siglo XX, y él, a través del estudio de documentos de época, llega a idéntica conclusión: había una tendencia mayor bajo el nazismo a interiorizar la creencia en el sistema. Esta distinción va al fondo de esa concepción equivocada de que el nazismo fue un sistema monolítico, de arriba abajo, en el que apenas había espacio para la iniciativa".

Algo parecido se podría decir de la población civil. Aunque Rees considera probable que no conocieran la existencia de los campos de exterminio, sí estaban de acuerdo con los de concentración y con la deportación judía. "Todo el mundo sabía que había campos, que los judíos estaban siendo expulsados; se veía, y muchos se beneficiaron de ello, se quedaron con sus casas o sus pertenencias. Sabían que no se los llevaban para ofrecerles una vida mejor. El frente del este era mal sitio, y los judíos eran llevados al este. Quizá no hubiera un conocimiento sobre el exacto mecanismo de los campos de la muerte, pero sí que nada bueno estaba ocurriendo".

'Auschwitz. Los nazis y la solución final', de Laurence Rees. Editorial Crítica. La serie homónima producida por la cadena BBC se comenzó a emitir el 11 de enero. Más información sobre el Holocausto en www.ushmm.org.

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