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Reportaje:Jon Mikel Euba

"Mis referencias visuales provienen al 100% de la televisión"

Jon Mikel Euba (Bilbao, 1967) encontró en la videocreación la suma de todos los elementos de lenguaje necesarios para expresar su mundo. Un mundo de escenas misteriosas, actos inexplicados, violencia soterrada; como poco, una ambigüedad sumamente sospechosa. A pesar de que él quisiera desmarcarse de la etiqueta del arte político, admite que la atmósfera del País Vasco se cuela en su obra, pese a sus esfuerzos por realizar trabajos más abstractos. Sus nuevas obras, que ahora expone en la galería Soledad Lorenzo, de Madrid, bajo el título genérico de Some things are moving, abarcan varios vídeos nuevos y una selección de serigrafías de gran formato basadas en estrellas del rock o del deporte en momentos de éxtasis comunicativo. Entre los vídeos nuevos figura Gowar, que indaga en la similitud entre ciertas prácticas de Jean-Luc Godard y Andy Warhol.

"Hay muchos artistas no muy buenos que están sacando provecho de lo político"
"Prefiero trabajar con otros artistas y no con actores porque el artista está siempre abierto a todo tipo de proposiciones"

PREGUNTA. En su trabajo suele haber muchas referencias a imágenes y recursos del cine, el arte y la televisión. ¿Cuál de estos medios tiene más peso o influencia?

RESPUESTA. La televisión, en un ciento por ciento. Yo no tuve mayor contacto con la cultura, con una educación artística, hasta una edad adulta. Siempre he visto mucha televisión, soy un adicto. Pero una vez que empecé a estudiar arte, encontré que todos los elementos con los que estaba experimentando se encontraban ahí, en ser un artista. Desde que descubrí a los dadaístas me di cuenta inmediatamente de que yo quería incorporar esa identidad a mi desarrollo. Poco a poco llegué también al cine, un arte al que es muy sencillo acceder porque puedes ver fácilmente las películas esenciales, si te interesa.

P. Usted trabaja desde hace tiempo con otros artistas que le ayudan a hacer sus vídeos.

R. En 1994 empecé a trabajar con otra gente, hasta entonces era sólo pintor, pero me di cuenta de que trabajar solo no me interesaba. Yo estudié, además de Bellas Artes, audiovisuales, pero no quería estar condicionado por el dominio de la tecnología. En un libro sobre cine encontré una idea: un niño pregunta a su padre qué era un director de cine y el padre le contesta que el director de cine es el único que durante un rodaje no hace nada. A partir de esa idea me di cuenta de que cuando trabajas con gente dirigiendo una actividad como puede ser un rodaje, sólo debes estar concentrado en tu deseo. Para mí eso tiene que ver mucho con el dibujo, que es buscar y encontrar al mismo tiempo, mientras lo haces. Si yo quiero hacer un vídeo y cojo la cámara, sé tan claro lo que deseo que deja de interesarme. Me interesa una disociación entre el que crea y el que mira. Y así fue que en 1994 decidí que no volvería a mirar a través de un visor y empecé a formular una especie de Dogma que me permitió trabajar. Pese a que yo iba a producir imágenes, nunca iba a fabricarlas. Por eso a los cámaras ni siquiera los dejo mirar por el visor. Les digo: tú tienes un micrófono, fabrica imágenes. Confío en que él lo va a hacer y que la cámara va a hacer lo suyo.

P. Sus colaboradores suelen ser otros artistas plásticos, ¿por qué?

R. Prefiero trabajar con otros artistas y no con actores u otro tipo de gente, porque el artista está siempre abierto a todo tipo de proposiciones. Es una cuestión ideológica. Un actor, por el contrario, cree que conoce una técnica y está sujeto a ella. Lo mismo para un fotógrafo. Lo interesante de este trabajo es cómo participar en un asunto en el que nadie sabe lo que está haciendo. Ésa es la única diferencia del arte respecto a otras disciplinas.

P. En el texto del catálogo menciona cómo al rodar Gowar en un interior había sentido que era demasiado figurativo. Sus anteriores trabajos, rodados en exteriores, tenían, según usted, un carácter más abstracto. ¿Cómo lo explica?

R. Todo mi trabajo, cuando lo estoy elaborando, parte de premisas muy abstractas. Puede ser una ecuación que va en relación al número de personas que participan, el número de poses que debe adoptar y el tiempo total, que es de una hora. Gowar es un trabajo posterior a varios años en los que he trabajado siempre en el contexto del paisaje y la gente del País Vasco. En aquella época decidí que no quería usar iluminación, ni andamios ni artificio alguno. Con lo que todo me llevaba a trabajar en localizaciones exteriores. Eso me permitía coquetear con elementos figurativos (un árbol, un coche, una persona), pero yo atendía a elementos abstractos (el número de personas, etcétera). Lo que pasa es que yo estaba trabajando desde mi aproximación abstracta en una situación que ya tenía su propia carga significativa.

P. Pero usted siempre ha incluido elementos narrativos suficientemente ambiguos como para que se cree una tensión. Gowar, con un mínimo de elementos, tiene una atmósfera inquietante, al igual que sus anteriores obras.

R. Hay una diferencia respecto a los vídeos o performances filmadas de los años sesenta, porque estamos en ese límite entre narración y representación. Hay un momento en que la idea de acción se funde con la realidad. La diferencia en mi caso es que yo siempre hablo de la idea del espectador. Para mí es muy importante. Cuando yo edito un vídeo no puedo evitar tener en cuenta qué está pensando el espectador. Siempre hay un momento en que hago un quiebro y miento, aunque sea con el sonido, para crear una ficción, como en el cine. Lo que he intentado es no querer perder ninguna parte del público, que no pierdan la atención.

P. Utilizar la idea de "un minuto de silencio" para este proyecto parece una insinuación o una provocación. Pero usted dice que parte de su observación casual de un programa de televisión en el que captó una situación interesante.

R. Yo trabajo con la televisión puesta y cuando escucho algo que me llama la atención la miro. He visto millones de veces a público representando público, pero en esta ocasión fue el movimiento de la cámara sobre ellos, mientras guardaban un minuto de silencio, lo que me sobresaltó porque pasaron de ser público a ser ciudadanos. Y eran ciudadanos expresándose. Al mismo tiempo, al expresarse, se desvelaba toda la estructura de falsedad del programa y lo que es la idea del público contratado.

P. Supongo que tanto éste como sus otros trabajos tienen una lectura política.

R. Sí, es inevitable. La gran sorpresa es cuando planteo esta exposición y digo que es en torno a la idea de un minuto de silencio, y me dicen ¡hala, otra vez! Y yo intento explicar que quiero realmente distanciarme de todo eso llamado arte político, porque hay muchos artistas no muy buenos que están sacando provecho de lo político. Digo "lo político" como convención de un tipo de preocupación social, porque lo político es otra cosa. No es sólo un tema para el arte. En los últimos años hemos intentado -otros compañeros y yo- salirnos de esta temática, pero no puedes evitarlo. He tratado de obviar la situación pero eso no supone nada. La realidad te moldea. El vacío siempre crea una forma. Intento hacer un trabajo que sea autónomo del contexto. La realidad entra en el contexto, pero de ahí a extraer una conclusión hay mucha distancia.

Jon Mikel Euba. Some things are moving. Galería Soledad Lorenzo. Orfila, 5. Madrid. Hasta el 12 de febrero.

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