_
_
_
_
_

El recrudecimiento de los combates en Faluya impide el retorno de sus habitantes

Unos 2.000 desplazados entran en la ciudad iraquí, pero los ataques les obligan a huir de nuevo

Unos 2.000 habitantes de Faluya, obligados a dejar la ciudad el mes pasado ante la ofensiva de las tropas de EE UU, fueron autorizados ayer a regresar a sus casas. Pero el recrudecimiento de los combates -los más intensos de las últimas semanas- impidió a la mayoría llegar a sus barrios, y quienes lo hicieron se limitaron a comprobar el estado de sus hogares antes de volver a salir. Desde el inicio de la ofensiva, el 8 de noviembre, más de 200.000 personas se han refugiado en los pueblos cercanos, muchos de ellos con lo puesto. Han vivido desde entonces bajo tiendas o en casas de familiares.

Más información
Irak afirma tener pruebas de la complicidad de Siria con la insurgencia
El autor del atentado de Mosul vestía uniforme de la Guardia Nacional iraquí

Faluya, que tenía cerca de 300.000 habitantes antes de la ofensiva norteamericana, se ha convertido desde entonces en una ciudad fantasma. El suministro de agua y luz ha sido cortado, muchos edificios destruidos y las vías de comunicación dañadas. "No quiero quedarme en la ciudad, sólo quiero ver si mi casa ha sido destruida", decía ayer Mohamed Abud, de 45 años, mientras hacía cola en una de las entradas de la ciudad. "No quiero volver todavía. Me dijeron que no es seguro".

El Gobierno interino iraquí había anunciado que iba a autorizar la vuelta de 2.000 habitantes del barrio Al Andalus, en el oeste de la ciudad, a pesar de que los combates continuaban en otras zonas. Ayer, mientras los refugiados esperaban regresar a sus casas, los marines, apoyados por la aviación, se enfrentaron a un grupo de insurgentes, atrincherados en un edificio al norte de la ciudad. Tres soldados norteamericanos murieron en la zona, según explicó un portavoz militar.

Las fuerzas estadounidenses aseguran que están luchando contra pequeños grupos de insurgentes. Desde el fin oficial de la ofensiva, que pretendía expulsar de su feudo a los supuestos combatientes islamistas y seguidores de Sadam Husein, el Ejército norteamericano no ha dejado de bombardear la ciudad. El ministro iraquí para la Seguridad Nacional afirmó el miércoles que los rebeldes que habían salido de la ciudad en el momento de la ofensiva intentaban regresar.

En la salida este de Faluya, mientras se oían a lo lejos bombardeos y disparos, los habitantes esperaron varias horas en los puestos de control de la Guardia Nacional antes de obtener la autorización para entrar por la puerta noreste. Sólo las personas que demostraban que eran del barrio Al Andalus podían pasar. Tenían que presentar su carné de identidad y una tarjeta de racionamiento como pruebas de que vivían efectivamente en este barrio para que los marines les dejaran pasar.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Sólo de día

En tres horas, un puñado de gente pudo entrar, después de que su vehículo fuera registrado. Según un oficial de la Guardia Nacional, otros dos puestos de control habían sido instalados en el sur de la ciudad. En un comunicado, el Ejército estadounidense informó de que entre 200 y 300 personas habían entrado en la ciudad, donde sólo pudieron, sin embargo, permanecer de día. "Las medidas de seguridad pretenden proteger a los civiles que entran en la ciudad de los rebeldes que intentan infiltrarse", añadía el comunicado.

"Quiero entrar y ver si mi casa está dañada. Me dijeron que había sido destruida en las operaciones militares", decía ayer Laith Nawaf, de 47 años. "Si está destruida, pediré al Gobierno que me pagué una indemnización". El ministro de Industria, Hajem al Hassani, dijo que cada habitante de Faluya recibirá 100 dólares, un calentador y una ración de gasolina a su vuelta. Los propietarios deberían recibir más dinero una vez que el daño a su propiedad haya sido determinado, agregó.

El martes, por segunda vez desde el inicio de la ofensiva, el Comité Internacional de la Cruz Roja pudo entrar en Faluya. Uno de los objetivos era efectuar la identificación de centenares de cadáveres que, según había informado el Ejército norteamericano en la visita anterior, se encontraban en un depósito de patatas. Los trabajadores humanitarios pudieron esta vez ver el almacén, pero los cuerpos "ya no estaban allí", según explicó Rana Sidani, una portavoz de la organización. Los militares estadounidenses informaron al equipo de Cruz Roja de que los cadáveres habían sido enterrados. El equipo también pudo comprobar que las cuatro estaciones de depuración de agua están averiadas.

Mientras empezaba la primera tentativa de operación retorno de los desplazados de Faluya, el jefe de la policía de la provincia de Al Anbar anunció ayer su dimisión, dos meses después de haber sido nombrado. Según un general de la policía, es un gesto de protesta por la reducción de efectivos en la región, pero según el gobernador de la provincia la dimisión se produce después de que el jefe de la policía fuera amenazado por un grupo de hombres armados.

Una familia iraquí camina con sus pertenencias hacia Faluya ante la mirada de un guardia nacional.
Una familia iraquí camina con sus pertenencias hacia Faluya ante la mirada de un guardia nacional.REUTERS

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_