El ritmo del barrio

Lluís Cabrera, director del Taller de Músics, tuvo que venir desde un pueblo jienense hasta el distrito de Nou Barris para conocer el movimiento libertario del campo andaluz. A finales de los años setenta, cuando Barcelona ensanchaba sus límites de forma imparable, en la Peña Cultural Enrique Morente el entonces adolescente Cabrera se codeó con viejos andaluces autodidactas que le transmitieron, en incansables noches de flamenco y charla, los valores ácratas de la libertad responsable, la solidaridad, la igualdad y el inmenso poder del conocimiento.

En la Peña Cultural -donde un jovencísimo Pasqual Maragall daba clases de sociología- se le inoculó a Cabrera el virus de la música. En el año 1979, hace ahora 25 años, surgió la idea del Taller de Músics en unos bajos del entonces oscuro Distrito V, hoy Raval. Junto con músicos argentinos, uruguayos, alemanes, canadienses, chilenos, catalanes y andaluces -la avanzadilla barcelonesa de una multiculturalidad que ha existido siempre- se puso en marcha una pequeña escuela con apenas 60 alumnos con ganas locas de aprender a cantar, a tocar la guitarra y a hacer sonar una trompeta como es debido. En la actualidad, el Taller, en fase de ampliación, alberga a más de 900 estudiantes de 12 a 70 años, muchos de ellos procedentes del distrito de Ciutat Vella, y 80 profesores que compaginan las clases con sus respectivas actuaciones o grabaciones de discos.

Como una mancha de aceite que se expande por el barrio, en las calles de Cendra, Requesens y Príncep de Viana, los siete locales del taller -oficinas, biblioteca, más de una veintena de aulas y el Jazz Sí Club, que ofrece música en directo todos los días de la semana- vibran a ritmo de jazz, blues o descarga latina.

Maestros del flamenco -por ejemplo, Mayte Martín, Miguel Poveda y Duquende-, músicos de jazz -Perico Sambeat, Albert Bové, entre otros muchos- y novísimos como el grupo Pastora han aprendido y circulado por el Taller de Músics para poner riendas a una pasión, la música, de la que sólo los elegidos pueden vivir. "Ya me gustaría dedicarme profesionalmente, pero es dificilísimo" cuenta Cristina Canas, de 21 años, alumna de solfeo y canto del Taller y cantante de dos grupos de heavy metal.

Realista, Canas estudia también Trabajo Social, pero quiere chupar escenario, hacer más bolos y seguir grabando con sus amigos. Rosa Robles, profesora y cantante, lamenta que Barcelona no dé cobijo a todas las bandas y tantas personas que se dedican a la música: "Parece que nadie apoya la música que surge de la ciudad, que como elemento cultural cumple una importantísima labor social". Robles subraya "la enorme pérdida de salas emblemáticas en la ciudad de Barcelona. La Boîte, el Jazz Room y ahora tal vez el Harlem están cerrando sus puertas".

Cabrera está de acuerdo en que hay que cuidar más los ritmos y las fusiones que se crean en la ciudad y los músicos que la habitan, y el Taller de Músics -que también tiene oficina de contrataciones propia y sello discográfico- es el alma del Festival de Flamenco de Ciutat Vella y colabora en las citas musicales y culturales más importantes de la ciudad como el Festival Grec, las Festes de la Mercè y el Festival de Jazz de Barcelona, que se clausuró el 28 de noviembre con una serie de conciertos de celebración del aniversario del Taller de Músics y la escuela Aula de Música 7, que también cumple 25 años.