Agradecimiento
Como usted sabe, tanto mi esposa, Annetta Flanigan, de nacionalidad británica, como yo mismo trabajábamos en el equipo electoral de Naciones Unidas en Afganistán el pasado día 28 de octubre. Ese día mi esposa fue secuestrada junto con otros dos trabajadores del equipo de UN. Felizmente, y tras 28 días de angustia, los tres fueron liberados sanos y salvos.
Quiero, por medio de estas líneas, transmitir a los lectores de su periódico que, durante ese tiempo interminable e incluso una vez liberada, he contado con la solidaridad de todos mis compañeros, de cualquier nacionalidad, pero muy especialmente del personal español del Ministerio de Defensa destacado en Kabul. Sin la asistencia, cariño y presencia de los mandos y personal del contingente español, que no sólo me prestó su cariño y afecto, sino también su altísima profesionalidad, demostrada día a día en las circunstancias más adversas, me hubiera sido mucho más difícil, y no sé si imposible, sobrellevar esta prueba. Es emocionante ver que, en momentos tan especiales, mi esposa fue para el personal español una española más, de la misma forma -es de justicia decirlo- que yo fui un británico más para el personal de esa nacionalidad.
Aunque he transmitido al señor ministro de Defensa nuestro agradecimiento, creo que es de justicia hacerlo lo más público posible.
