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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Luminosa revelación

Sin duda, junto con las tres esculturas monumentales, extraordinarias, que mostró, la pasada primavera, en el Espacio Uno y en el patio central del Reina Sofía, esta nueva muestra personal de Blanca Muñoz, constituye la apuesta de mayor ambición y alcance que la artista madrileña, nacida en 1963, ha presentado hasta la fecha entre nosotros. Con una selección muy medida, que apenas alcanza la decena de piezas, ha acertado a resolver con brillantez la interacción con el enclave escénico de la galería, evitando toda interferencia y estableciendo sugerentes resonancias y contrastes de escala entre los distintos trabajos. El resultado es, a mi entender, deslumbrante, y consolida ya definitivamente su figura como una de las incorporaciones en verdad decisivas que la generación de los noventa ha sumado a la postre al horizonte actual de nuestra escultura.

BLANCA MUÑOZ

'Noche y día'

Galería Marlborough

Orfila, 5. Madrid

Hasta el 5 de enero de 2005

Ello, ante todo, por el im-

pacto de esas dos piezas de colosal envergadura que dominan el despliegue de la muestra, con la dinámica expansión capilar que expanden los extremos del arco tubular en Cánibal, magnetizando por entero la gran sala central, y con la torsión especular de Túnel, trepando por los muros de uno de los espacios laterales del fondo. Pero no menos, también, por el contrapunto que suman, entre las obras de formato más contenido, la radiante floración de Timbal o la alanceada ingravidez de Aérea, así como el diferencial añadido, en algunas de estas últimas piezas -Medusa, Azulina, Bipolar, Imán nocturno- por el empleo de la plancha de acero con un lacado industrial en un azul profundo. Recurso, este último, que justifica el lema de El día y la noche que da nombre a la muestra, y le permite establecer, por así decir, una suerte de claroscuro escultórico que desliza, en el referente astronómico que nutre su entraña poética, una resonancia del insondable y tenebroso cosmos abisal en el que abren surcos de luz los cuerpos astrales.

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