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SÁHARA, TRES DÉCADAS DE CONFLICTO

Sáhara Occidental, el acuerdo inalcanzable

Casi 30 años después de la retirada de España, la solución al conflicto está más lejos que nunca

La subsistencia de un conflicto larvado, desde hace 29 años, en una antigua colonia española crea un foco de inestabilidad al suroeste de Europa e impide la integración del Magreb, que estimularía, a su vez, el crecimiento económico en la orilla norte del Mediterráneo.

Los intercambios comerciales entre España y sus vecinos norteafricanos superan desde hace años al comercio con los países suramericanos, pero podrían aún aumentar mucho más. Este pronóstico no es un sueño. Un estudio encargado por el Ministerio de Finanzas de Italia a prestigiosos catedráticos de Economía pone de relieve que España sería el principal beneficiario si la Unión del Magreb Árabe arrancase de una vez

Deseoso de desmarcarse del Gobierno del PP y de contribuir a desenmarañar el conflicto del Sáhara, el Ejecutivo socialista español apuesta por una diplomacia activa y rápida. No en balde el presidente José Luis Rodríguez Zapatero llegó a vaticinar, en abril, en París, que a finales de octubre se podría alcanzar una solución.

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Después de la retirada militar de Irak, en abril, el Sáhara constituye la principal iniciativa de la diplomacia española. Detrás de las declaraciones algo confusas, y a veces contradictorias, sobre la validez del plan de James Baker o del derecho a la autodeterminación, el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, tiene un objetivo: retocar esa propuesta de paz para que Marruecos la acepte.

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Presentado a las partes en enero de 2003, el plan de paz elaborado por el antiguo secretario de Estado norteamericano obtuvo, seis meses después, el visto bueno de Argelia y del Frente Polisario y a continuación fue aprobado por unanimidad por el Consejo de Seguridad de la ONU. Marruecos, en cambio, lo rechaza porque prevé un referéndum de autodeterminación tras un periodo de autonomía del territorio de cuatro o cinco años. Autodeterminación puede significar independencia.

Dentro de cuatro días, el Consejo de Seguridad debe de nuevo pronunciarse sobre este plan. La diplomacia española trabaja codo a codo con la francesa para que, aun proclamando la validez de ese plan, otorgue a Álvaro de Soto, el representante especial para el Sáhara del secretario general de la ONU, Kofi Annan, un cierto margen de maniobra para proponer retoques que inciten a Marruecos a levantar su veto.

Esta nueva posición española ha propiciado, junto con otros factores, la mejora de la relación entre Madrid y Rabat. El descontento de Argel quedó, en cambio, puesto de manifiesto cuando su ministro de Exteriores, Abdelaziz Beljadem, desatendió una invitación de Moratinos para reunirse con él y con su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa, en Arcila.

El embajador español en Argelia, Juan Leña, es convocado con frecuencia al Ministerio de Exteriores, donde le reprochan el activismo político español que suscita en Rabat falsas esperanzas que le incitan a "dar la espalda a la legalidad internacional". Pasado mañana Beljadem reiterará estos argumentos a Moratinos en Madrid.

Por si esto no bastase, las autoridades argelinas lamentan que el Gobierno español no dé carácter prioritario al principal proyecto económico bilateral: la construcción de un segundo gasoducto, el Medgaz, que, sumergido, enlazaría en 2006 la costa de Orán con Almería. Argelia es ya, hoy en día, el primer proveedor energético de España.

Poco después de que la diplomacia española se movilizase para sacar del callejón sin salida el contencioso del Sáhara, la relación entre Argelia y Marruecos experimentó un nuevo deterioro. La dimisión, en junio, de Baker, sustituido poco después por De Soto, hizo subir de tono la polémica entre los dos vecinos, a la que se sumó el Polisario. En una carta enviada a Annan, su líder, Mohamed Abdelaziz, advierte que el alto el fuego en el Sáhara, vigente desde 1991, "no puede ser disociado" de la celebración de un referéndum.

La tensión alcanzó su cenit tras la decisión del presidente de África del Sur, Thabo Mbeki, de establecer plenas relaciones con la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), una entidad creada por el Polisario. Previamente, Mbeki mandó una misiva al rey Mohamed VI en la que compara a los saharauis con el pueblo palestino. Que uno de los pesos pesados de África haya dado ese paso ha supuesto un duro golpe para Rabat.

Mientras los dirigentes de ambos países intercambiaban comunicados o declaraciones acusatorias, la prensa de Argel o de Casablanca se hacía eco de movimientos militares intimidatorios. Aunque esas maniobras son inexistentes, la solución a la disputa parece "más distante" que nunca, según advierte Annan en su informe del viernes..

En vísperas de la reunión del máximo órgano de la ONU, EL PAÍS ha recogido el punto de vista del titular de Asuntos Exteriores argelino y del ministro adjunto marroquí, Taieb Fassi-Fihri, ascendido en dos ocasiones por Mohamed VI y descrito como el cerebro de la diplomacia marroquí. A este periódico le hubiese gustado hacerse eco de la opinión del Frente Polisario, pero éste no contestó a la petición de entrevista.

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