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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Recuerdo de un jesuita

Juan José Tamayo

El 16 de noviembre de 1989 miembros del Ejército salvadoreño asesinaban vilmente, con nocturnidad y alevosía, a Ignacio Ellacuría, rector de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), a cinco compañeros jesuitas y a dos mujeres salvadoreñas. Cada año por estas fechas, coincidiendo con el aniversario del múltiple asesinato, que conmocionó al mundo entero, el teólogo de la liberación Jon Sobrino, compañero de los asesinados, escribe a Ellacuría una carta que "obviamente no esperaba respuesta y no podía ser el comienzo de una correspondencia" (página 12).

Este libro reúne las 15 cartas escritas desde 1990 hasta hoy, en las que Sobrino da cuenta al amigo ausente de algunos de los acontecimientos más importantes de cada año: el final de la guerra fría y el fracaso de las expectativas de bonanza que eran de prever; la evolución de la investigación de la Comisión de la Verdad sobre los asesinatos; los efectos devastadores del huracán Mitch; los atentados terroristas del 11-S contra las Torres Gemelas; el clima cultural de Occidente; la cascada de canonizaciones; la involución de la Iglesia católica; la potencia del Imperio, "para algunos el más omnipresente y opresor de la historia de la humanidad" (páginas 22-23).

CARTAS A ELLACURÍA. 1989-2004

Jon Sobrino

Trotta. Madrid, 2004

156 páginas. 11 euros

Pero lo que pretenden estas cartas no es narrar lo sucedido durante los tres últimos lustros de ausencia del amigo y colega teólogo, sino reflexionar sobre la historia. Este libro es una pequeña filosofía y teología de la historia. La intención de Sobrino al escribirlas no es hacer un panegírico del jesuita asesinado, y menos un sermón con moralina, sino dialogar con el "otro" Ellacuría, con la persona que no se mostraba en público, con el ser humano y el cristiano.

Y, poco a poco, nos revela dimensiones personales desconocidas del teólogo discípulo de Karl Rahner, del filósofo discípulo de Zubiri y del analista político colaborador de monseñor Romero: tres personas que ejercieron una influencia decisiva sobre Ellacuría.

En el diálogo descubre, o me-

jor, revela rasgos desconocidos de la rica personalidad del jesuita asesinado, sin concesiones sensibleras. Ante los ojos del lector aparece un Ellacuría lleno de compasión y misericordia, a quien se le removían las entrañas ante el dolor del pueblo; el creyente cuyo servicio específico fue bajar de la cruz a los crucificados de la tierra; su fascinación por Jesús de Nazaret, el Jesús histórico, que no fue filósofo, ni teólogo, ni economista, pero que hoy puede jugar un papel similar al de los "maestros de la sospecha" o a los desmitificadores ilustrados; su caminar humildemente con Dios en la historia. Aparecen otras dos imágenes: el Ellacuría que embarcaba a sus compañeros jesuitas en proyectos que solían fracasar y el defensor de la civilización de la pobreza, que Sobrino reformula como civilización de la austeridad compartida, que le llevó a decir en un programa de televisión: "Nunca feliciten a un millonario".

Lo que estas cartas demuestran, en último término, es que la religión no tiene por qué ser necesariamente opio del pueblo, evasión de la realidad o alianza con el orden establecido. Muchas veces es y ha sido el "corazón de un mundo sin corazón, el espíritu de una sociedad sin espíritu". Así la definió el joven Marx en un texto que pareciera sacado de los Evangelios. Ahí están para confirmarlo el jesuita Ignacio Ellacuría y el arzobispo de San Salvador monseñor Romero, mártires por mor de la justicia.

Ignacio Ellacuría, jesuita español asesinado en El Salvador hace 15 años.
Ignacio Ellacuría, jesuita español asesinado en El Salvador hace 15 años.

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