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¿Hasta cuándo?

El PP dice que desea una oposición seria, responsable y constructiva, pero en realidad le gustaría que fuera callada, sumisa y sin ideas. Este doble lenguaje, que también practica el Consell presidido por Francisco Camps, se pone de manifiesto, muy especialmente, en un ámbito fundamental para el progreso y la creación de puestos de trabajo en nuestra comunidad, el de la política industrial.

Cuando surgieron los primeros datos negativos sobre la situación que vivían los sectores industriales tradicionales en nuestra comunidad, el PSPV -consciente de la importancia de invertir en investigación, desarrollo e innovación para poder competir en una economía globalizada como la actual- le tendió la mano al PP en el debate de investidura ofreciendo un pacto por el I+D+i y por una política a favor de nuestras empresas. Un pacto que era una apuesta muy seria por el futuro de la industria valenciana. La única respuesta del Consell fue suprimir, a través de la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos de la Generalitat del 2004, la Agencia Valenciana de Ciencia y Tecnología, es decir, el órgano encargado de coordinar todos los esfuerzos de la Generalitat relacionados con la investigación. No sabemos si la supresión de la mencionada agencia fue producto del profundo convencimiento de que no es necesario coordinar las políticas de investigación o sencillamente fruto de la más absoluta ignorancia.

Ante semejante respuesta, el Partido Socialista presentó en las Cortes Valencianas toda una batería de propuestas con el ánimo de mejorar la investigación en nuestra comunidad. Por desgracia, y a pesar de que el gasto en I+D+i en la Comunidad Valenciana se encuentra por debajo de la media nacional y lejos, muy lejos, de la media europea, el Grupo Parlamentario Popular se permitía el lujo de votar en contra de aumentar el presupuesto de I+D+i hasta alcanzar un 3% del PIB en el año 2010; votó también en contra de la elaboración de un mapa de los recursos científicos y tecnológicos de la Comunidad Valenciana; en contra de ampliar y reforzar la Red de Centros Tecnológicos y los Parques Científico-Tecnológicos; en contra de pactar con las Universidades el diseño y la co-financiación de sus Parques Científicos; en contra de facilitar la incorporación de recién titulados, tecnólogos y científicos a las empresas; y en contra de dar estabilidad laboral a los becarios de investigación. En definitiva, el PP, en lugar de partido de gobierno, se convertía en oposición de la oposición.

Y mientras esto ocurría en las Cortes Valencianas, las exportaciones crecían menos que las importaciones, situando la tasa de cobertura en caída libre desde el año 2000; el índice de productividad industrial era negativo en la mayoría de los sectores industriales tradicionales; y el desempleo industrial aumentaba, sobre todo en las comarcas de la Vall d'Albaida y L'Alcoià. El Consell negaba por activa y por pasiva la preocupante situación de estos sectores y algún conseller se devanaba los sesos intentando dilucidar si la crisis era estructural o coyuntural.

El Partido Socialista, consciente de la delicada situación de la industria valenciana, presentó entonces un Plan de Competitividad compuesto por cuatro iniciativas para poder debatir ampliamente con todos los partidos políticos aspectos tan importantes como la formación de los trabajadores, la financiación empresarial, el capital tecnológico y la ordenación y promoción de la actividad industrial. Este plan pretendía ser un punto de encuentro, un documento de discusión sobre el que trabajar, reflexionar e incorporar sugerencias para hacer una verdadera apuesta por la industria valenciana. Una vez más y contra toda lógica, la única respuesta del PP fueron los insultos lanzados por parte de algún miembro del Consell que preside el señor Camps.

Mientras tanto, la guerra abierta en el seno del PP, además de paralizar todavía más la gestión del Consell, provocaba una remodelación del gobierno autonómico en la que era sustituido el titular de las competencias en materia industrial; se cambiaba el nombre de la conselleria y, al parecer, también el talante del nuevo conseller, que dejaba de ser zaplanista y pasaba a ser campsista. Sin embargo, todo sigue igual. En su primera comparecencia en las Cortes Valencianas, el nuevo conseller se mostraba por la mañana abierto al diálogo y receptivo con todas las propuestas -vinieran de donde vinieran (sic)-; por la tarde su propio grupo parlamentario votaba en contra de la primera iniciativa del Plan de Competitividad presentado por el Partido Socialista, iniciativa que intentaba poner sobre la mesa la importancia que la formación de los trabajadores tiene para que las empresas sean competitivas hoy en día.

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¿Hasta cuándo? Todavía quedan por debatir tres iniciativas más y otra relativa a las medidas que son necesarias para evitar la deslocalización de la industria valenciana. Teniendo en cuenta los precedentes, es fácil adivinar lo que votará el PP. Aún así, el PSPV -después de reunirse con representantes de los sindicatos y de la patronal valenciana- ha vuelto a tender la mano al PP proponiendo un nuevo Pacto por la Industria de la Comunidad Valenciana. Un pacto para asegurar el empleo, el desarrollo sostenible y la proyección exterior de nuestras empresas.

El Partido Socialista está haciendo, y seguirá haciendo, una oposición seria, responsable y constructiva, pero no se pueden demorar las soluciones. ¿Hasta cuándo está dispuesto el PP a seguir dando la espalda a la industria valenciana? Resulta cada vez más evidente la necesidad de un gran pacto por el empleo y la sostenibilidad de nuestro tejido industrial, que incluya a todas las fuerzas políticas y a los agentes sociales y que asegure el futuro económico de nuestra Comunidad, pacto que, desde el PSPV, estamos dispuestos a impulsar. Esperamos que, por una vez, el PP sepa estar a la altura de las circunstancias.

Joan Ignasi Pla es secretario general del PSPV-PSOE.

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