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Columna
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Candeal

Candeal en Granada y la emoción de haber vivido un acto en el que la solidaridad y la justicia social fueron como el calmante que necesita esta sociedad martirizada por el hambre, la violencia, la desesperación, el odio y la marginación. Candeal en Granada, en Caja Granada, con Carlinhos Brown recibiendo de Antonio-Claret el premio a la Cooperación Internacional que anualmente convoca esta entidad.

Un acto en el que sobrevolaban conceptos como igualdad, esperanza, mundo feliz; donde se habló de la persona y reconfortaba escuchar, en una sociedad egoísta, las palabras que el presidente de Caja Granada iba desgranando con la lentitud propia de quien estaba degustando su propio pensamiento. Antonio-Claret habló con el corazón y dictó una lección de solidaridad.

Es posible que este histórico socialista, en su ya larga trayectoria de lucha social, nunca se haya sentido tan identificado con su pensamiento como cuando se dirigía a quien ha hecho de la cultura y la educación la mejor arma para luchar contra la marginación, la pobreza y la violencia en las favelas de su país. Carlinhos Brown, en una larga oración personal, vitalista, con la fuerza de la convicción, y con suave y profundo toque de guitarra, dio las gracias. Y a su lado, en silencio, Fernando Trueba.

Estamos acostumbrados a que desde las presidencias y los consejos de las cajas de ahorro se hable de cuenta de resultados, de beneficios, de inversiones y se muevan las frías cifras como el arma arrojadiza que justifica, posiblemente, lo que debe ser su principal objetivo, ganar para repartir en cultura, en obra social; en apoyo a la comunidad de la que se beneficia, pero es en este acto cuando uno se reconcilia (por aquello de las comisiones) con la entidad.

Y suenan tambores de esperanza para los miles de trabajadores de Astilleros en Andalucía. No habrá cierres y asegurada la carga de trabajo. Lo dijo el presidente andaluz y hubo quien no lo creyó, sobre todo por quienes siguen empeñados en sacar tajada política. Como tampoco creyeron las promesas de Magdalena Álvarez y las inversiones que dijo tendría Andalucía. Y ya están en los papeles. Ya se sabe, obras son amores.

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