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Reportaje:LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA | Los Estados

California vota a Schwarzenegger... y a Kerry

A pesar de que el actor republicano es el gobernador del Estado, los demócratas mantienen su tradicional ventaja

Arnold Schwarzenegger, el popular actor de cine, multimillonario empresario de bienes raíces e inmigrante más famoso de Estados Unidos, ganó en octubre pasado el referéndum sobre el puesto de gobernador de California con la promesa de que cambiaría la manera de hacer política en el Estado más populoso del país (36 millones de habitantes). Un año después de su elección, no queda claro si Schwarzenegger ha cambiado las prácticas políticas de California, pero lo que sí es cierto es que es aún más popular de lo que era cuando derrotó al gobernador demócrata Gray Davis. Según las últimas encuestas, Schwarzenegger, o el Terminator, como se le conoce por el personaje de sus películas, goza de la aprobación de más del 65% del público californiano.

El déficit es uno de los principales motivos del desdén de los ciudadanos hacia los políticos
Schwarzenegger ha gobernado basándose más en consideraciones prácticas que ideológicas
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"Schwarzenegger es un fenómeno único en un Estado donde los políticos de ambos partidos son vistos negativamente. Schwarzenegger ha generado entre la gente un sentimiento de que las cosas andan bien", señala Mark Baldassare, analista del Instituto de Políticas Públicas de California. "Es muy temprano para medir su contribución como gobernador a un supuesto cambio en la manera de hacer política. Lo que sí ha conseguido con su liderazgo es cambiar el ánimo de la gente".

La popularidad de Schwarzenegger es más significativa si se considera que gobierna en un Estado donde no sólo los demócratas son mayoría y dominan ambas Cámaras del Congreso, sino en una California donde John Kerry aventaja en los sondeos al presidente George W. Bush por 15 puntos. "El público no lo ve como una figura partidista", añade Baldassare, "es algo similar a lo que sucedía en Nueva York con Rudolph Giuliani, donde un alcalde republicano era popular en una ciudad mayoritariamente demócrata".

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A excepción de su discurso en la Convención Republicana, donde claramente respaldó a Bush, Schwarzenegger ha gobernado basándose más en consideraciones prácticas que en la ideología.

En temas sociales, por ejemplo, ha gobernado las más de las veces cerca de las posiciones de los legisladores demócratas. Tanto, que hace unos días un prominente grupo conservador lanzó duros ataques contra el gobernador acusándolo de estar traicionando los principios republicanos y conservadores. La ira de los conservadores se debe a que el gobernador aprobó varias leyes de claro contenido liberal promovidas por los demócratas. Una que permite otorgar beneficios médicos al segundo miembro de la pareja en una relación homosexual. Otra ley por la cual se incluye como víctima en la categoría de "crimen de odio" a los transexuales. Schwarzenegger ha permitido igualmente la puesta en libertad de 48 condenados por asesinato una vez cumplida parte de su condena y siempre que su comportamiento haya sido adecuado. También ha permitido que enfermos de sida obtengan jeringuillas sin necesidad de receta médica.

"Envalentonado, el gobernador se siente en libertad de avanzar su agenda liberal en lo que se refiere al matrimonio, a la libertad de expresión, a la legislación sobre las drogas y a la ingeniería social", señaló Randy Thomasson, director de Campañas por las Familias Californianas, uno de los tantos grupos conservadores que apoyó a Schwarzenegger durante el referéndum. Según los analistas políticos, lo que ha sucedido es que Schwarzenegger nunca ha sido un republicano de convicción, al menos en temas sociales. El gobernador "no tiene miedo de ofender a su base", ha señalado el columnista del Sacramento Bee Daniel Weintraub.

En igual medida, Schwarzenegger le ha movido el piso a los demócratas. Ha ignorado el liderazgo legislativo en muchas de las negociaciones para el presupuesto del Estado y también ha vetado leyes propuestas por los demócratas. La última, el jueves, hubiese permitido que los ancianos compraran con su seguro de ayuda médica gubernamental fármacos de Canadá (la ley era rechazada por la industria farmacéutica).

Cuando Schwarzenegger llegó al poder, California tenía una enorme crisis fiscal, con un déficit anual del orden de 15.000 millones de dólares, siendo ésta una de las principales razones del desdén de la opinión pública hacia los políticos en la capital, Sacramento.

En una mezcla de buen vendedor y astuto político, Schwarzenegger consiguió que el público aprobara una propuesta de bonos de deuda pública como manera de salir temporalmente de la crisis. Más tarde se las arregló para que los legisladores aprobaran un presupuesto que, a base de préstamos y otros trucos de contabilidad, le permitió no subir los impuestos y tampoco hacer recortes significativos en programas sociales. Lo que hizo Schwarzenegger fue básicamente aplazar el tratamiento del problema del déficit.

Más allá de las críticas, es claro que Schwarzenegger ha demostrado que es mucho más que el mediocre actor de cine convertido en multimillonario con sus películas de mal gusto y sus inversiones en bienes raíces. Casi un año después de llegar a la gobernatura, Schwarzenegger es una figura nacional, que si no fuese porque la Constitución impide a alguien no nacido en EE UU ser presidente, sería ya considerado el próximo candidato republicano. "Mucha gente lo ve como independiente y como alguien que consigue resultados", añadió Baldassare. "Schwarzenegger nunca habla de cosas como Irak y tampoco aparece en público con el presidente Bush".

Debido a las particularidades del sistema electoral estadounidense, en el que cada Estado aporta cierto número de electores al colegio electoral, California no juega un papel definitivo en la elección presidencial. Aun con Schwarzenegger de por medio, el Estado lo ganará Kerry sin duda, pero eso no es suficiente para inclinar la elección. Tan al margen está California de la emoción de la campaña electoral que ninguno de los candidatos la visita en este periodo ni gasta en anuncios televisivos.

John Kerry, junto a Becky Chávez, sobrina del líder sindicalista César Chávez, en un foro en Sacramento, el pasado marzo.
John Kerry, junto a Becky Chávez, sobrina del líder sindicalista César Chávez, en un foro en Sacramento, el pasado marzo.AP

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