Los ensayos de Valente posteriores a 1991, reunidos en un volumen que anticipa sus obras completas
La experiencia abisal (Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores) es el título del penúltimo libro póstumo de José Ángel Valente (Ourense, 1929-Ginebra 2000). Tras la portada que reproduce un fantástico dibujo de Lezama Lima se encuentran los ensayos que el autor de Las palabras de la tribu escribió, sin llegar a editar, en los últimos años de su vida, tras publicar Variaciones sobre el pájaro y la red, en 1991. César Antonio Molina, director del Instituto Cervantes; el profesor de filosofía Miguel Morey, y el colega y amigo de Valente Juan Gelman presentaron ayer en la Residencia de Estudiantes estos ensayos "escritos por un maestro que nos enseña a leer más desde el tacto que desde la vista o el oído" (Morey).
Textos, recordó Molina, nacidos para editar en los periódicos "que elevan el periodismo a la categoría del ensayo" y que reflejan la cultura enciclopédica y la voluntad cosmopolita de Valente, su pasión crítica y lectora, sus agudas y originales reflexiones sobre el pensar y el sentir poético, "su capacidad científica para buscar respuestas al sentido del mundo"
(Molina) y para descubrir las relaciones invisibles entre la oscuridad de la poesía y la claridad de la filosofía; su sutileza para trazar los hilos que unen, a través del tiempo, el espacio, el silencio, la música y la mística a Cernuda, Vallejo, Jabès, Celan, María Zambrano, Ungaretti, Machado, San Juan, Calvino o Santa Teresa...
Pero también están en el libro su clarividente inmersión en la poesía y la expresión del cante flamenco (canción íntima y mestiza, "tan específica y tan universal"), un prodigio resumido en apenas tres folios; la agónica "búsqueda de la nada" del pintor holandés Bram van Velde, amigo de Samuel Beckett; sus juicios todavía provocadores sobre el exilio, la tradición, la ortodoxia...
Prosa de poeta y pensador, prosa escrita como si fuera poesía, dijo Morey, "una rareza en estos tiempos de prosa soluble, hecha para no durar". La prosa, añadió Molina, "de un poeta valiente y trabajador, que se atrevió a sumergirse en el abismo de la nada y lo inconsciente mientras sus paisanos se bañaban en el paraíso de una poesía perezosa, solipsista".
"Compartimos la preocupación por el misticismo, la cábala y lo sufí", dijo Gelman, "nos unió la sensación de la presencia ausente de lo amado". Y añadió: "Cuánto bien hace que se publiquen estos textos y cuánto mal hace que sean póstumos".
Los valentianos, que aplaudieron con emoción, esperan ya para 2005 y 2006 la promesa del editor de Círculo, Joan Tarrida: las obras completas de Valente en dos volúmenes, uno de poesía y otro de ensayo.