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LA REFORMA EDUCATIVA

Los obispos toman los cambios en religión como "una desmesura"

"Una desmesura". Así definió ayer el arzobispo Fernando Sebastián la reforma anunciada en materia de enseñanza de la religión. Vicepresidente de la Conferencia Episcopal y prelado de Navarra, Sebastián cumple ahora 25 años de episcopado y fue hombre de confianza del cardenal Vicente Enrique y Tarancón en la larga travesía de la jerarquía católica desde la dictadura confesional -el famoso nacionalcatolicismo- a la democracia y la libertad religiosa. Sebastián presumió ayer de que la Iglesia romana apoyó la restauración de la democracia, tras el Concilio Vaticano II y la muerte del dictador Franco, y lamentó agriamente "la ofensiva laicista" del nuevo Gobierno. Sostuvo, además, que los cambios en la enseñanza de la religión, de llevarse a cabo, serían ilegales al reformar un acuerdo [de 1979] entre España y el Estado de la Santa Sede que tiene "rango de ley".

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También el cardenal de Sevilla, Carlos Amigo, alertó ayer contra lo que llama "fundamentalismo laicista". "El Estado laico no debe ser un perseguidor de la religión". El Estado parecería perseguidor "si no ofreciera los instrumentos legales y los medios necesarios que garanticen el ejercicio de ese derecho", sostiene. Su reflexión, sin referirse a reformas concretas, refleja el ánimo de la jerarquía católica, en la que él destaca por su aperturismo. "Nuestro caso es un Estado sin religión oficial, pero que asegura a los ciudadanos no sólo poder elegir libremente la confesión religiosa que deseen, sino poder vivirla sin discriminación", dijo.

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