Más de 1.000 muertos
La prueba más evidente de que la guerra de Irak no ha terminado es que los muertos siguen aumentando día a día. Ya han caído, reconocido oficialmente, más de 1.000 soldados en el bando de las tropas ocupantes. No quiero ni imaginar los miles o decenas de miles del otro bando, en medio de un país destruido en el que la violencia se ha desatado y la vuelta a la normalidad parece imposible.
Éste es el exitoso resultado de esta delirante guerra del señor Bush contra el terrorismo. Mientras, los golpes terroristas cada vez son más salvajes, crueles e indiscriminados, sembrando más dolor y proporcionando de paso argumentos a quienes, como el señor Bush, creen que la violencia debe combatirse con una violencia aún mayor.
Las cosas difícilmente podrían ir peor, pero reconocer el colosal error después de tantos muertos ya es imposible, así que hay que huir hacia adelante. El señor Bush ha prometido, si gana las elecciones, proseguir con esta demencial campaña sin cuartel con el propósito de defender a Estados Unidos "cueste lo que cueste". Y lo hará, a menos que la cordura del pueblo norteamericano se lo impida, porque en caso de ser reelegido, ¿quien defenderá a Estados Unidos y al resto del mundo del señor Bush?
