El Trío Calavera

Con las fotografías, como con las armas, no se juega: te vuelan la tapa de los sesos cuando menos lo esperas. Observen, si no, esta foto, y repasen la biografía de Aznar a partir de ella. Publicada horas antes de que estos tres valientes decidieran bombardear un país con todos sus hombres y con todas sus mujeres y con todos sus niños dentro, muestra a Blair y a Bush en actitud desafiante, con los torsos ligeramente adelantados hacia la cámara, mientras que Aznar, (Ánsard para la historia) permanece estático y manso, como con miedo a que la mano del amo se desprenda de su lomo si realiza un movimiento demasiado brusco. Teme también que se le descoloque ese mechón que cae sobre su frente y que quiere parecerse al rizo de Superman. Lo más probable es que se lo haya colocado en el cuarto de baño unos momentos antes de posar para la historia.

Si es verdad que en un grano de arena están todos los granos de arena y en una partícula cósmica está todo el universo, en esta fotografía del Trío Calavera está contenido todo el horror que día tras día, casi hora tras hora, nos ha ido llegando de aquella parte del mundo que dejaron hecha unos zorros para salvarla de sí misma. Si a ustedes les sorprende que la lucha contra el terrorismo produzca más terrorismo, recuerden que el individuo del centro era partidario de talar los bosques para evitar que se incendiasen. No es casual, por cierto, que Bush esté en el centro y Blair a su derecha, pues Aznar es el sargento chusquero del trío. Está en la foto para hacer bulto, puesto que ha preferido ser cola de león antes que cabeza de ratón. No se podía imaginar el precio que habría de pagar por renunciar a la cabeza.

Sergio Pérez Sanz, que obtendría con este retrato el Premio Ortega y Gasset de Periodismo, dice que cuando comenzó la sesión fotográfica Aznar estaba colocado entre el presidente de Portugal, que era el anfitrión, y Blair. "Pero el mandatario español", añade, "realizó un fugaz desplazamiento de 180 grados y, en cuestión de segundos, se situó a la izquierda del presidente estadounidense, quien, nada más reparar en su presencia, se apresuró a colocar la mano sobre el hombro izquierdo de José María Aznar". Pérez Sanz obtuvo una perspectiva distinta a la del resto de los fotógrafos congregados para la ocasión gracias a una escalera de mano con la que situó el objetivo de su máquina un metro por encima del de sus colegas.

Si el mundo fuera un lugar como Dios manda, esta fotografía no sólo habría obtenido el Premio Ortega y Gasset, sino que estaría colgada en las paredes de todos los aeropuertos y de todas las estaciones del mundo señalando a estos individuos como un trío peligrosísimo para la salud del universo. De momento, Aznar se ha ido al cuerno y el partido de Blair se ha hundido en las últimas elecciones locales. A ver si los norteamericanos se desprenden de Bush en los comicios de noviembre. El mundo será sin ellos un lugar más seguro.

(El padre de Sergio Pérez Sanz, por cierto, también Premio Ortega y Gasset de Fotografía, es el autor de aquella foto de Tejero, pistola en mano, junto a la tribuna de oradores del Parlamento. ¿Qué momento histórico le tocará fotografiar al nieto de esta estirpe?).