Un problema de salida y otro de giro
Yivaneskaia alcanza la final de los 100m espalda pese a sus limitaciones en momentos decisivos
Nina Yivaneskaia se acerca a su mejor estado de forma, al que le permitió una marca de 1m 1,71s hace seis años, en el momento cumbre de su carrera. Todavía está lejos de aquel registro, pero en Atenas no decepcionó. Con un tiempo de 1m 1,19s se clasificó para la final de los 100 metros espalda y no descartó una medalla, la de bronce por lo que parece. "Me he sentido bien, sin realizar mucho desgaste. Ha sido una pena la salida. Allí he perdido un tiempo precioso", declaró tras la carrera, dominada de punta a punta por la estadounidense Natalie Coughlin, una chica que tiene toda la pinta de vivir entre frustraciones en los grandes campeonatos. Le conviene agarrar pronto una medalla de oro o pasará a la historia como una de esas nadadoras que se arrugan en los momentos decisivos.
Tenía razón Yivaneskaia en su queja. Su arrancada fue pésima. No es algo nuevo. Aunque en el agua su mecánica es perfecta, no logra disipar los problemas que le afectan en dos partes fundamentales de la carrera: la salida y el giro. Una leve mejoría en ambos aspectos le pondría a la altura de Coughlin o de la francesa Manaudou, la estrella que viene. Desde fuera es difícil de explicar su escaso rendimiento en esta parte sustancial de la prueba.
Es en los giros y en la salida donde pierde las medallas y es ahí donde debería insistir en los entrenamientos. Yivaneskaia no es grande ni potente, pero tampoco Coughlin es una grossen Bertha y su técnica de giro le dio buena parte de la victoria en la semifinal. Emergió en el agua casi dos metros por delante de la española, que había conseguido reducir la desventaja antes de girar en la pared. Es el déficit que encontrará Yivaneskaia en la final, en la que Coughlin y Manaudou parecen inaccesibles. Las demás, no. Pero las demás salen y giran mejor que ella.
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