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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Jacobo Ortiz Bru, 'in memoriam'

El que fuese calificado en su día como un gurú de la publicidad, Jacobo Ortiz Bru, de 48 años, falleció en la madrugada del pasado 7 de agosto en un hospital madrileño, tras haberle sido diagnosticada, hacía apenas seis meses, una grave enfermedad oncológica. JOB, como era conocido por sus amigos, estaba casado con Reyes Mingorance, con la que tenía dos hijos, Gabriela y Gonzalo, de 16 y 10 años.

Siendo aún muy joven dedicó su tiempo a estudiar en la Facultad de Derecho y a participar activamente en la transición a la democracia como secretario general de las Juventudes de Izquierda Democrática. Su dedicación a la política, más o menos activamente, marcó el resto de su vida, como un telón de fondo sin el que no sería posible comprenderle.

Tras ser asesor del Defensor del Pueblo, a principios de los años ochenta inicia la que sería finalmente su carrera en el mundo publicitario, incorporándose como ejecutivo de cuentas en la agencia El Viso. Cuando ésta se fusiona con el Grupo Cid, pasa a ser su director de cuentas. En 1994 funda la agencia de publicidad Síntesis, de la cual fue consejero delegado. En la actualidad era socio director de Comunicación y Gestión de Entornos, empresa dedicada a la consultoría de comunicación.

Jacobo Ortiz Bru era un profesional experto en marketing y publicidad política. Había escrito un libro, Campañas electorales y publicidad política en España, 1976-1991, y eran frecuentes sus conferencias sobre esa misma materia, la última de ellas, en octubre de 2003, en el Instituto de Empresa de Madrid, titulada Comunicación y publicidad en campañas electorales.

Aparte del dolor que su pérdida deja entre sus seres queridos y del vacío que causa en el mundo de su profesión, JOB representa una de las primeras y más importantes pérdidas en las filas de lo que se podría llamar la generación de los sherpas de la transición. Ese grupo de jóvenes, nacidos en los años cincuenta del siglo pasado, que tuvieron un papel similar al de esos porteadores del Himalaya que acompañaron a los protagonistas de la conquista del Everest. Esos jóvenes, desde su discreto anonimato, sin voluntad de protagonismo y contribuyendo con generoso entusiasmo, ayudaron a los líderes más conocidos de la transición a traer y consolidar la democracia y la libertad en España.

Extremadamente firme en sus convicciones -muy a menudo contra corriente-, exquisitamente moderado en las formas, diplomático hasta la saciedad y dialogante infatigable, gran amigo de sus amigos, excelente padre y esposo, Jacobo dio a los que tuvieron la suerte de conocerlo un motivo más que sobrado para sentirse afortunados de haber compartido su tiempo con él.

Su fallecimiento parece darle la razón al dicho según el cual "siempre son los que más necesitamos los primeros en dejarnos". Cuando en España se han vivido etapas, según una opinión muy extendida, de retroceso democrático y cuando desde ciertos púlpitos se difunden mensajes socialmente rancios, la ausencia de hombres como Jacobo Ortiz Brú parece notarse aún más. Su actitud inquebrantable a favor de la democracia política, la libertad del individuo en un Estado laico y el republicanismo son valores de los que no pueden prescindir los que quieran rendir justo homenaje a su memoria.

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