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España intentará que la ONU amplíe el mandato de su emisario para el Sáhara

Exteriores estima necesario introducir "ajustes" en el 'plan Baker' para hacerlo aceptable a Rabat

No hay una propuesta española elaborada para resolver el conflicto del Sáhara Occidental, pero sí habrá un intento de que el representante de Naciones Unidas para esta región disponga de mayor margen de maniobra para retocar el plan de paz elaborado por el norteamericano James Baker y que el Gobierno de Marruecos rechaza. El ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, aclaró ayer, en buena medida, las intenciones españolas con relación a la antigua colonia que abandonó hace 29 años.

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Moratinos complace estos días a su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa, participando a título privado en el festival cultural que organiza en Arcila, al sur de Tánger, de la que es originario y alcalde. Ambos celebraron ayer un desayuno de trabajo de más de dos horas en el que entre otros asuntos hablaron del Sáhara.

Diversos miembros del Gobierno socialista y del PSOE han hecho declaraciones confusas, e incluso contradictorias, dando a entender a veces que el llamado plan Baker era prescindible, pese a contar con el respaldo unánime del Consejo de Seguridad de la ONU, y que el referéndum de autodeterminación era "inviable". Esos comentarios han agradado a Rabat y han preocupado a Argel y al Polisario.

Hay que dar a Álvaro de Soto, el representante del secretario general de la ONU que sustituyó en junio a Baker, "un mandato para poder explorar y avanzar en la búsqueda de una solución política, pero en el marco del plan Baker", explicó Moratinos. Debe tratarse, prosiguió, "de un mandato amplio para poder trabajar". ¿Un mandato que le permita retocar el plan Baker para que resulte aceptable para Marruecos? "Eso lo tendrá que ver De Soto", contestó Moratinos tras insistir en que deberá contar con la aprobación de todas las partes implicadas en el conflicto. Su número dos, Bernardino León, es algo más explícito cuando menciona la necesidad de "hacer ajustes" en el famoso plan.

El máximo órgano de la ONU respaldó por unanimidad la propuesta de Baker hace un año y le reiteró su apoyo, con el voto de España, hace tres meses. "Votamos a favor en abril y si la resolución tuviese el mismo espíritu también la volveremos a votar" en octubre, cuando el Consejo de Seguridad, de nuevo presidido por España, deba pronunciarse.

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Esas resoluciones sobre el Sáhara instaban a Marruecos y al Polisario a colaborar con el representante del secretario general de la ONU para aplicar ese plan, algo que no ha sucedido. Baker abogaba por poner en pie una autonomía en la ex colonia, durante un periodo máximo de cinco años, y después celebrar un referéndum de autodeterminación con un censo teóricamente favorable a Marruecos. Pese a ello, Rabat lo rechazó mientras que su adversario lo aceptó.

De Soto, que empieza este mes una gira de contactos en el Magreb, sigue teniendo el mandato de trabajar para la puesta en práctica de ese plan. A Moratinos le parece imprescindible que dentro de dos meses se le otorgue un mayor margen de maniobra para introducir nuevas ideas con las que vencer las reticencias marroquíes.

El problema es que Rabat no acepta ya ningún referéndum que no sea para confirmar la instauración en el Sáhara, bajo soberanía marroquí, de una autonomía limitada, alejada, a juzgar por la propuesta que entregó a la ONU hace seis meses, del nivel de competencias del que gozan las comunidades no históricas en España. "Marruecos es un país muy centralizado que teme que la fiebre regionalista se contagie a otras regiones, como el Rif", señala un profesor marroquí.

Benaissa pierde la memoria

Cuando le conviene, Benaissa se olvida del pasado. ¿Le preocupa que, por segunda vez en un mes, un miembro del Gobierno español, el secretario de Estado Bernardino León, visite hoy a la dirección del Frente Polisario, su enemigo? "No", contesta con aplomo. "España es un país soberano que puede actuar como lo considere oportuno".

¿Pero qué hubiese pasado si el anterior Gobierno español hubiese enviado a un emisario a entrevistarse con el Polisario? "No lo sé. He perdido la memoria", responde. Marruecos hubiese, presumiblemente, protestado airadamente, pero el nuevo clima que impera en la relación con España disuade ahora a Benaissa de levantar la voz. Él fue, sin embargo, testigo privilegiado del último episodio de las malas relaciones que el Ejecutivo de Aznar mantuvo con el vecino del sur. Él acompañó a Tánger, una mañana de finales de marzo, a su homóloga española Ana Palacio, que acudió a despedirse del rey Mohamed VI. Llegó al palacio real con diez minutos de retraso y se le indicó que el monarca ya no podía recibirla, pero que la audiencia real se celebraría por la tarde. Regresó a la hora prevista, pero el soberano le dio plantón porque estaba esperando al presidente de Mauritania.

El ministro de Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos (izquierda), junto a su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa.
El ministro de Exteriores español, Miguel Ángel Moratinos (izquierda), junto a su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa.EFE

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