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Entrevista:Louise Bourgeois

"El arte es garantía de cordura"

Resulta difícil hablar de Louise Bourgeois (París, 1911) de una manera ponderada y comedida. Basta con experimentar su obra, capaz de convencer de una manera exquisitamente irrefutable. Intentar explicar los grandes temas que entrañan sus dibujos y esculturas -el sentimiento de pérdida y el paisaje que deja en el inconsciente, la arquitectura y el cuerpo, la aceptación del "yo" (el espejo), la infancia y la sexualidad- es algo opuesto a la imaginación. A los setenta años, cuando su obra todavía gozaba de un reconocimiento más bien escaso, el MOMA de Nueva York, ciudad en la que vivió desde los 27 años, le dedicó su primera gran retrospectiva. Desde entonces, coleccionistas y directores de museos han seguido con atención su trayectoria. En los últimos años, documentas, bienales, centros de arte y galerías han popularizado el trabajo de esta gran creadora. A resultas de esta "moda" es posible que aquella pasión por su obra corra muy pronto el riesgo de parecer pintoresca.

Valladolid y Málaga exponen este verano sendas muestras de su trabajo. La primera, titulada La sage-femme (comadrona o mujer sabia), reúne un conjunto de dibujos, grabados y esculturas fechados entre 1947 y 2002 en el marco de una antigua iglesia convertida en museo. El CAC inaugura el próximo 6 de agosto una exposición con una veintena de sus ya conocidos bustos cosidos, figuras totémicas, celdas-vitrinas y dos series de grabados, Stitches in time (puntadas a tiempo). El espíritu y la fuerza de esta frágil mujer asoman todavía en sus palabras, que son el eco de toda su obra, un grito humano contra el caos y la destrucción por medio de la esperanza, seguramente la cualidad que mejor distingue a Louise Bourgeois como artista.

PREGUNTA. Afirma que nacer artista es tanto un privilegio como una maldición. Siempre le ha gustado estar rodeada de jóvenes artistas. ¿Cómo les explica esos sentimientos encontrados?

RESPUESTA. Desde hace años, cada domingo les abro mi casa para que me enseñen sus trabajos. Mi "salón" ha acogido no sólo a artistas visuales, también a escritores, poetas, músicos, cantantes y bailarines. Vienen para pedir ayuda, estímulos, aprobación o recomendaciones. Para algunos, tu juicio es la única oportunidad que tienen de compartir su trabajo con los demás. Es cierto que siempre he dicho que un artista nace y no se hace. Mantener una relación continua con tu trabajo puede ser muy difícil, hay muchas cosas que se pueden quedar en el camino. En una ocasión puse sobre esta pared la siguiente declaración de principios: "No soy una agencia de colocación. No puedo conseguirle una galería. Quizá necesite un psiquiatra o un doctor"...

[Las paredes del salón de su casa, en el barrio neoyorquino de Chelsea, donde pasa la mayor parte de su tiempo, comparten con un viejo empapelado toda clase de fotografías descoloridas clavadas con chinchetas, frases y dibujos hechos a mano. Alguna vez hemos imaginado así la estancia de Gregor Samsa, con sus escaleras que permiten acceder al mundo de los vivos desde el sótano, donde Louise Bourgeois trabaja y al que sólo entran los elegidos].

...Ser artista implica la incapacidad de crecer y de enfrentarse al mundo real, ahora bien, ser capaz de sublimar la realidad es un regalo de los dioses. Siempre he dicho que el arte es garantía de la cordura.

P. En su obra, el miedo al sexo y a la muerte es lo mismo, la atracción y el miedo se mueven de una parte a otra. Para una artista, ¿cuál es la causa y cuál el efecto?

R. Mi trabajo trata de las emociones que tienen lugar antes de la diferenciación del género, me interesan las cosas que no son blanco o negro, moverme entre esas zonas intersticiales, más grises. Comunicarlo es difícil, hacerse querer es difícil.

P. Siempre ha dicho que su obra no tiene nada que ver con el feminismo, sin embargo encuentro que hay un cierto matiz de humor feminista, por ejemplo, en las cells (celdas).

R. Soy feminista porque creo que las mujeres deberían tener los mismos derechos y oportunidades que los hombres. He sido afortunada porque mi madre era feminista [su nombre, Louise, se lo puso su madre, en memoria de Louise Michel, la Rosa Luxemburgo francesa], mi marido también lo era, y ahora mis hijos lo son también. En mi trabajo me he burlado del macho man y del complejo de don Juan, algo que está relacionado con mi rebelión contra mi padre. Pero el trabajo no es nunca una declaración política, ha de ir más allá, o estar por encima.

P. ¿Cómo vive su éxito tardío?

R. Me encanta mostrar mi obra por todo el mundo, pero eso no lo vivo como un aliciente, de hecho no me implico en la planificación de mis exposiciones, sólo me dedico a trabajar.

P. Tiene 93 años, ¿de dónde le viene la inspiración?

R. De mi infancia, aquellos sentimientos todavía permanecen vivos.

P. ¿Trabaja con la misma energía mental? ¿Cómo es un día normal para usted?

R. Mi jornada de trabajo es muy rígida y repetitiva. Depende del humor que tenga, dibujo sin parar, o hago grabados. La escultura requiere un nivel diferente de concentración y una energía psíquica. Trabajo en muy pocos encargos de envergadura, porque ello supone que necesitas la colaboración de otras personas.

P. Usted conoció a Marcel Duchamp. ¿Qué opina de su influencia en el arte contemporáneo?

R. Él fue de gran ayuda cuando tuve mi primera exposición de escultura. Mi galería estaba cerca de donde él solía ir a jugar al ajedrez. Recuerdo que llevó a gente importante del mundo del arte. Pienso que su trabajo ha sido crucial para la historia del arte, pero no para mi trabajo. Y no creo que su influencia haya producido un arte importante. A mí no me interesa la historia, sino las emociones, y todo lo que tiene que ver con la sensación de estar vivo.

'Arch of Hysteria' (2000), de Louise Bourgeois, en el CAC de Málaga.
'Arch of Hysteria' (2000), de Louise Bourgeois, en el CAC de Málaga.

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