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Columna
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Crímenes en primera página

Incluso mi admirada Iciar Bollaín en una entrevista francesa a propósito del estreno en París de Te doy mis ojos (Ne dis rien,en francés) declara a Le Figaro que "España es el país donde el problema del maltrato de mujeres es el mayor de Europa" . Claro que no: Italia, España e Irlanda son los países de Europa donde se sufre menos esta tortura, según el Centro Reina Sofía que hizo un estudio en 2000, o Le Monde Diplomatique que, por medio de Ignacio Ramonet, estampa un artículo en su primera de julio 2004.

España presenta un índice de 2,4 mujeres asesinadas a manos de sus parejas por cada millón de mujeres, mientras en Alemania el índice es del 3,58, del 4,36 en Reino Unido, del 5,42 en Dinamarca, del 8,65 en Finlandia y del 6,58 en la superfeminista Noruega. La diferencia es que en Francia, donde el coeficiente es comparable al de España, no se dan ahora noticias de este género, y menos, en primera página. La pasada semana se habló en TVE de 274 muertes anuales por malas prácticas médicas en España, pero no se ve que los medios estén interesados en contarlas día a día. También desaparecen 8.000 personas cada año en nuestro país y, sin embargo, desde los tiempos de Lobatón no es asunto que interese a las redacciones. Por el contrario, hoy, si un corresponsal de provincias da la noticia de un señor de 76 años habiendo asestado un hachazo a su pareja de 74 en una silla de ruedas, puede decirse que ha hecho el día. Todo lo demás es secundario o casi nulo, si se exceptúan las obviedades que parlotean nuestros políticos.

Hay dos razones básicas para la agresividad en la pareja. Una es de orden interno y se relaciona con las dificultades de una convivencia abusiva e, incluso, tóxica. En Gran Bretaña mueren alrededor de 150 personas asesinadas por sus parejas, 120 mujeres y 30 hombres. Los hombres mueren menos pero no están exentos, sea envenenados o suicidándose. La idea de un machismo temible valdría como explicación maniquea cuando se ignoraba todo, pero ahora sabemos que en los países considerados ejemplos de igualdad sexual la criminalidad llega a ser cuatro veces más alta. En esas naciones, no obstante, el asunto no sale en primera y no porque sean sus periódicos o emisoras menos sensacionalistas, sino porque están temporalmente absorbidos por otras cosas. En EE UU, en Bélgica o en Inglaterra el tema es la pederastia.

Estos días se estrena en Francia la película Pour le plaisir de Dominique Deruddere que se anuncia así: "Toute femme rêve d'avoir une liason avec un tueur" ("Toda mujer sueña con tener relaciones con un asesino"). ¿Sería imaginable esta publicidad ahora en España? Claro que no. Pero este anuncio ondea en la misma patria de Simone de Beauvoir, justo porque los franceses no se fijan, actualmente, en la violencia de género. No se puede atender dos cuestiones graves a la vez: o la pederastia o los hachazos.

Hará, pues, falta algún tiempo para que en España. agotado este asunto, aparezca el seguro capítulo, en preparación, del maltrato de hombres. Antes emergerá el martirio de niños, la pederastia, las torturas de los ancianos, las muertes por abandono. El catálogo de los infiernos domésticos, en tiempos especialmente interesados por la intimidad, procurará argumentos durables. La sociedad contesta, sobre todo, a las cuestiones que se le preguntan y ahora responde sobre mujeres muertas a manos de hombres-fiera. En el Medievo, los observadores lo diagnosticarían igual. En vez de atender los enrevesados conflictos de una relación, acentuados por las frustraciones sociales y laborales, el legislador, transgrediendo el espíritu general de nuestras leyes, se centra en la punición. Demasiada superficialidad y apresuramiento, en definitiva, para abordar un asunto cargado de profundidad, resentimiento, amor y fuego lento.

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