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Botín logra el apoyo de la junta ante su juicio

Los accionistas del Grupo Santander respaldan a su presidente en el caso de las indemnizaciones

El consejo del Grupo Santander pidió y consiguió ayer el apoyo de la junta general de accionistas en el proceso judicial abierto contra el presidente de la entidad, Emilio Botín, por apropiación indebida y administración desleal por las indemnizaciones del ex presidente José María Amusátegui y el ex consejero delegado Ángel Corcóstegui, por valor de 165 millones de euros. Este capítulo ocupó la parte más sobresaliente de la junta celebrada ayer en Santander, en la que, por primera vez, Botín hizo mención especial al conflicto judicial. El encargado de reclamar el apoyo fue el consejero y vicepresidente Manuel Soto, presidente de la Comisión de Auditoría y Cumplimiento, que pidió expresamente a los accionistas tomar "en consideración estas circunstancias" y que se "valoren al aprobar o no la gestión del consejo". El asunto preocupa en la entidad, aunque Botín afirmó estar seguro "de que al final todo se resolverá satisfactoriamente".

La próxima apertura de juicio oral sobre los pagos a Amusátegui y Corcóstegui, y la relevancia social que el caso está tomando, obligó a Botín a entrar de lleno en la cuestión ante la junta, en la que estaba presente o representado el 46,68% del capital. El presidente del Grupo Santander se adelantataba así a los ataques que le lanzaría en el turno de intervenciones Rafael Pérez Escolar, abogado condenado en el caso

Banesto, y otros cuatro accionistas cercanos a él.

"A ustedes, señoras y señores accionistas, puede razonablemente preocuparles y mi obligación es hablarles, aquí y ahora, del asunto", incidió. "Y lo primero que tengo que decirles es que este proceso en el que me veo personalmente implicado tiene su origen, paradójicamente, en las dos operaciones más importantes y más exitosas del banco desde su fundación: la compra de Banesto en 1994 y la fusión con el Central Hispano en 1999. Sin ellas, el Santander no sería lo que es ahora, un banco que está entre los 15 primeros del mundo por valor en Bolsa".

Defensa de los pagos

Botín recordó que, cuando adquirieron Banesto, "prácticamente en quiebra, uno de los administradores de la entidad cesado como consecuencia de dicha intervención, Rafael Pérez Escolar, es el que me acusa en este proceso, mientras el Ministerio Fiscal ha pedido reiteradamente el sobreseimiento". Botín defendió el pago a Amusátegui y Corcóstegui porque "su aportación al rotundo éxito de la fusión fue decisiva". "Sin ellos no habría sido posible superar un proceso tan complejo. Todos los accionistas debemos estar agradecidos por los servicios que ambos prestaron al banco", dijo. Por si había dudas, Botín se ratificó en todas sus actuaciones. "El consejo, al retribuirles, hizo lo que tenía que hacer, y lo hizo porque era en interés de todos los accionistas. Fueron decisiones impecables tanto desde el punto de vista jurídico como empresarial". Quizá para salir al paso de posibles cambios en la cúpula de la entidad a causa del proceso, Botín concluyó diciendo: "Estoy seguro de que al final todo se resolverá satisfactoriamente". Manuel Soto se encargó de transmitir a la junta el acuerdo del consejo, adoptado el 11 de marzo pasado, y de reclamar el respaldo a Botín y al consejo. En el acuerdo "se rechazaba que los acuerdos adoptados por unanimidad del consejo se atribuyan exclusivamente al presidente, como si se tratara de decisiones personales suyas y al margen de la gestión social".

Pérez Escolar cumplió con las previsiones de Botín y exigió, en una dura intervención, la dimisión del banquero. Aludió a unas palabras del propio presidente en las que, según este abogado, decía que la apertura de juicio oral provocaría "perjuicio para la sociedad por la merma de confianza para los clientes". Pérez Escolar pidió que se sometiera a la junta la petición de cese de Botín y Alfredo Sáenz, consejero delegado, que fue rechazada por la asamblea. Otros cuatro accionistas, miembros de la Asociación para la Defensa de Inversores y Clientes, creada en torno al abogado condenado en el caso

Banesto, sumaron a las peticiones de éste el cese de Soto y una acción social de responsabilidad contra Sáenz por decir que había que desmantelar el Estado de bienestar.

La junta también trató la evolución del banco. Botín terminó su discurso con un compromiso: "Digo hoy aquí que nuestro beneficio neto atribuido superará, al final de año, los 3.000 millones de euros, más de medio billón de las antiguas pesetas. Es decir, un 15% más que el del año 2003".

Crecimiento del 15%

Este crecimiento del 15% coincide con las previsiones de la mayoría de los analistas y es un compromiso que ya se marcó la entidad para 2001, antes de la crisis latinoamericana. En la junta del año pasado, Botín anunció que la entidad obtendría más de 2.500 millones en 2003 y logró 2.611 millones.

El año anterior Botín alardeó del comportamiento de la acción, que se revalorizó un 44% en 2003. Sin embargo, en lo que va de año ha caído un 5,32%, lo que le convierte en el segundo valor con peor comportamiento del Ibex 35 y ha provocado que la entidad pase del puesto número 11 en la clasificación mundial de capitalización bursátil al 14. Botín recordó logros históricos, como que "en los últimos 10 años, hasta diciembre de 2003, la acción habría obtenido una rentabilidad acumulada del 327,56%, tres veces más que la subida del Ibex 35". También afirmó que el banco seguirá "aumentando el dividendo", aunque sin comprometerse en ninguna cifra. No obstante, un accionista, en el turno de preguntas, le recordó que los títulos no han recuperado el nivel de 10,50 euros de mediados de 2002 (el viernes cerraron a 8,89).

A renglón seguido del valor bursátil, Botín afirmó que no necesitan compras para crecer, pero que "eso no significa que no aprovechemos oportunidades". Y reiteró que "la creación de valor no se producirá a través de fusiones entre iguales, sino a través de operaciones de adquisiciones selectivas, bien planteadas y bien ejecutadas como las que estamos realizando". Estas palabras llegan después de que Sáenz confirmara que la entidad había analizado la compra del británico Abbey Nacional y la desechó por la subida de la acción. Un accionista pidió aclaraciones sobre si hay negociaciones para una fusión con el BBVA, que recibió un "no" rotundo de Botín.

En el repaso de los aspectos más relevantes del ejercicio, Botín y Sáenz destacaron la importancia de Latinoamérica. "Sin ella no seríamos lo que somos", según el presidente. Además, la entidad contempla seguir aumentando su "ventaja": si en 2003 obtuvieron 1.498 millones en esta región, "2004 será mejor", dijo Botín. Para Sáenz, la clave de 2004 será "el crecimiento" gracias a "la calidad de servicio y fidelización de los clientes".

Emilio Botín, durante la junta de accionistas del Grupo Santander.
Emilio Botín, durante la junta de accionistas del Grupo Santander.EFE

Respaldo a Zapatero

El Santander cambió este año el Palacio de Festivales de Puerto Chico por el de Exposiciones de El Sardinero, un recinto de nueva creación más funcional, aunque más frío, con una planta tan grande como el campo de fútbol del vecino estadio donde juega el Racing. Emilio Botín se puso para la ocasión la corbata corporativa roja y salió a la palestra santanderina con una apreciable tensión y el propósito firme de arrancar de los accionistas el apoyo en su lío judicial.

Fuera de ello, que no es poco, el resto fueron saludos (al presidente cántabro, Miguel Ángel Revilla, y al alcalde de Santander, Gonzalo Piñeiro, entre otros) y buenas venturas. Y si el año pasado destacó los logros del Gobierno de Aznar en materia presupuestaria, este año alabó al Ejecutivo de Zapatero: "En España, la economía está bien encaminada hacia un crecimiento cercano al 3%. Aprovecho para felicitar el nuevo Gobierno. Su compromiso con la estabilidad fiscal y el equilibrio presupuestario ha permitido mantener intacta la confianza interna y externa en nuestro país". "No me cabe duda de que seguiremos en la senda de la creación de empleo, de ser cada vez más competitivos y de que creceremos por encima del conjunto de la UE", remató.

Reconoció sombras en el entorno y que ello puede incidir en el comportamiento de los mercados y del banco, tales como "la evolución del precio del petróleo, los riesgos geopolíticos y la previsible subida de tipos de interés en Estados Unidos".

No obstante, Emilio Botín se mostró optimista, entre otras cosas porque "estamos adoptando las debidas precauciones".

Llegó la despedida. Botín habló de la capacidad del banco para "seguir creciendo", de la "flexibilidad estratégica" de la entidad y de todas esas cosas que se dicen para dar aliento a la tropa. Luego tuvo un recuerdo para las víctimas del 11-M y, especialmente, para la trabajadora del banco (María Victoria León) muerta en el atentado. Y en ese momento a Botín, un hombre que no suele revelar fisuras en su rostro rocoso, se le quebró la voz. El gesto fue clamado por una salva de aplausos que cubrieron la última pausa. La junta terminó cuatro horas y cuarto después de su comienzo.

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