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Las prostitutas reclaman en un congreso la creación de un 'barrio rojo'

La mayor parte de las inmigrantes que trabajan como prostitutas en España "saben a lo que vienen", y sólo una minoría llegan engañadas por las mafias dedicadas al tráfico de mujeres. Así lo aseguró la profesora de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valencia Ruth Mestre, en el transcurso de las jornadas Por los derechos de las prostitutas, organizadas por la asociación en defensa de este colectivo, Hetaira, que se clausuran hoy en Madrid.

Mestre, que afirmó que la actual Ley de Extranjería española "es la peor que aborda el tema de la inmigración", señaló que la mayoría de las prostitutas llegan mediante redes que las traen, y que éstas "deben pagar la deuda que tienen, igual que todos". De este modo, prosiguió, "se criminaliza a las mujeres que se ven más rechazadas".

La portavoz de Hetaira en estas jornadas, Cristina Garaizábal, explicó que estos coloquios pretenden hacer valer los derechos de las meretrices y aunar voces en defensa de este colectivo. Para ello reivindicó la necesidad de entablar negociaciones con el Ayuntamiento de Madrid "para que conozca de primera mano la situación de estas mujeres trabajadoras".

"La situación de las prostitutas ha empeorado considerablemente en la calle de la Montera. El sector se ha hecho más vulnerable porque se les niegan derechos humanos tan elementales como el respeto a su dignidad o el derecho a la libre circulación", asegura Garaizábal. La solución, en su opinión, pasaría por construir una especie de barrio rojo, como el que existe en otras ciudades europeas, como Amsterdam, donde las meretrices "puedan ejercer libremente la prostitución, en buenas condiciones de higiene, seguridad y tranquilidad".

Cuestión de gustos

Nereida Lakulo, ecuatoriana de 44 años, profesional del sexo desde que llegó a España en 1996, reivindicó en una de las mesas redondas en las que han participado voces intelectuales, académicas, investigadoras y políticas -Inés Sabanés, la portavoz de IU en el Ayuntamiento, formó parte ayer de una de las ponencias- su derecho a ejercer la prostitución. Nereida comparte la idea de que el problema de la prostitución se resolvería con la adecuación de un espacio físico con equipamientos, bares, restaurantes y lugares de exhibición en determinadas zonas de la ciudad.

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"Yo trabajo en la prostitución porque quiero, porque es mi elección y porque no le hago daño a nadie y me gusta. No necesitamos ayuda psicológica, como dicen. No estamos locas", explica la mujer, que se muestra reacia a identificar su profesión con la delincuencia o la drogodependencia. "Vivo en pareja, tengo mucho glamour, y voy a seguir trabajando en eso porque gano el dinero que necesito para tener todo lo que no tengo en mi país", reconoce Nereida, que tiene en su país a dos hijas universitarias que desconocen su profesión. "No lo saben, ni quiero que lo sepan", afirma.

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